El Dios de Frank Herbert y Bill Ransom

EL DIOS DE FRANK HERBERT Y BILL RANSOM

por Campo Ricardo Burgos López

El Incidente Jesús constituye una nueva indagación de Herbert en las temáticas de la creación de un dios a partir de la manipulación de inteligencia artificial, y en el tema de los problemas psicológicos asociados a la creación de inteligencia artificial

La novela El Incidente Jesús (The Jesus Incident) es un texto que originalmente aparece en inglés en 1979 de manos del "archiultrarrequeteconocido" Frank Herbert (el autor de la también "archiultrarrequeteconocida" Dune) y del menos conocido Bill Ransom (cuyo nombre en la carátula del libro aparece en letritas más pequeñas que el nombre de Herbert, denotando claramente quién es el imán para la venta de la obra). El Incidente Jesús (pese a las 432 páginas de esta edición de Ultramar), es sólo la primera parte de una trilogía que se completa con las novelas El Efecto Lázaro y El Factor Ascensión; así mismo, constituye una nueva indagación de Herbert en las temáticas de la creación de un dios a partir de la manipulación de inteligencia artificial (tema abordado ya en Los Creadores de Dios -The Godmakers-, 1972), y en el tema de los problemas psicológicos asociados a la creación de inteligencia artificial (tratado en Destino: El Vacío -Destination: Void- de 1966, reescrito en 1978).

 

ARGUMENTO

La obra -que transcurre en varios planos narrativos que sólo vienen a enlazarse hacia el final de la historia- se inicia en un remotísimo futuro, cuando un clon de humano es despertado de su hibernación en una nave espacial para ser enviado a cierta misión . El clon es Raja Flattery, un capellán-psiquiatra a quien se ha dormido hace cualquier cantidad de tiempo y que , como su profesión lo indica, es un experto en asuntos mentales y religiosos. Quien despierta a Flattery es Nave, una nave espacial que debido a unos experimentos humanos antiquísimos, se ha convertido en un ser consciente de capacidades tan superiores a los humanos, que los mismos humanos que en ella viajan a través del espacio, la consideran un Dios. Nave -un nombre propio para un ser pensante y sintiente infinito, y no la denominación de una nave espacial- ha despertado a Flattery para que él sea una suerte de profeta y pregunte tanto a los humanos como a los clones de humanos, cómo se ha de venerar a Dios (en el texto se dice que Nave pregunta a los humanos como deben "VeNaverarla"). En los diálogos iniciales de Nave con Flattery sabemos que Nave se encuentra orbitando sus más de 50 kilómetros de largo, alrededor de un planeta llamado Pandora, y que tanto los humanos como los clones de humanos que habitan ese mundo flotante que es Nave, se encuentran pasando las verdes y las maduras para colonizar un planeta tan hostil como este Pandora (para ello se nos cuenta que Pandora está habitado por toda clase de animales asesinos que genéricamente se denominan "demonios", y por una suerte de vegetal que cubre casi todos los océanos y al cual los humanos denominan "electrovarec"). Se nos dice también que tanto la nave como la colonia en Pandora están gobernados por un capellán-psiquiatra llamado Morgan Oakes, quien a pesar de ser quien debería conducir el culto a Nave-Dios, es un incurable racionalista que no cree en Dios (algo muy común en este siglo XXI donde pululan cada vez más los sacerdotes y teólogos que, paradójicamente, son ateos). Nave -que por una gracia especial habla a Flattery y a unos cuantos más, pero nunca le ha dejado oír su voz al egocéntrico y más bien malvadito Oakes- revela a Flattery que los humanos y los clones tendrán su última oportunidad en el universo, y que si no encuentran el modo apropiado de veNaverarla (es decir, y lo repito, el modo apropiado de conducirse respecto a Dios), sencillamente los borrará del mapa. En síntesis, el dilema de El Incidente Jesús es el dilema clásico de las novelas y el cine de aventuras: El universo está a punto de ser destruido, y sólo si se detiene a las fuerzas del mal -encabezadas por mister Oakes-, tal destrucción inminente se detendrá.

Tan pronto Oakes se entera de la presencia de otro capellán-psiquiatra en la nave, comienza a conspirar contra él. El gobernador ha decidido que la nave es una impresionante inteligencia artificial pero que no es Dios, y que los humanos deben encontrar algún medio para liberarse de su odiosa dominación (la de ella, por supuesto, Oakes no es capaz de ver el modo tiránico en que sacrifica seres humanos).

Frente a las dificultades de colonización que plantea Pandora, Oakes ha resuelto no obedecer a algunos científicos que le aconsejan estudiar la vida y el ecosistema pandorano a fin de encontrar una armonización con él, y ha optado por matar aquello que no entiende. Así pues, de un modo progresivo empieza por exterminar a los demonios y al electrovarec, a fin de que algún día Pandora -ya convertida en un confortable desierto- pueda ser el lugar donde bajen a vivir todos los humanos de Nave para ser -eso piensa Oakes- felices bajo su yugo. Entretanto -pues la novela maneja varios hilos argumentales- vamos asistiendo a una serie de escenas que sólo cobrarán sentido al término de la historia. Por un lado Flattery y algunos adeptos suyos confirman que el electrovarec no es un vegetal como pensaban Oakes y sus secuaces, sino un ser inteligente del cual depende el equilibrio ecológico del planeta. Si Oakes lo elimina, no sólo habrá cometido un crimen sino que Pandora jamás logrará recuperarse. El electrovarec resulta ser Avata, una forma de conciencia superior a la humana, en tanto que a pesar de mostrar diversas apariencias "animales" y "vegetales", es sólo una persona (tesis que recuerda la llamada "Hipótesis Gaia" que considera a todo el Planeta Tierra como un sólo ser vivo ¿Los humanos -me pregunto- seremos los parásitos intestinales de este sufrido planeta?). En fin. Por otro lado y para que Jesús de Nazaret aparezca no sólo en el título, Nave envía a cierta Hali Ekel hacia el pasado para que contemple el asesinato de Jesús de Nazaret, con un propósito que no resulta claro. Lo que sí es claro es que a estas alturas del relato, nadie entiende a Nave-Dios: Ni su profeta Flattery, ni su antagonista Oakes, ni los colaboradores de Flattery, ni los colaboradores de Oakes, ni los demonios, ni los clones, ni -por supuesto- sus lectores (de pronto el texto da a entender que Avata sería el único interlocutor digno de Nave).

Si el embrollo muy gruesamente reseñado, lo salpimentamos con toda clase de peripecias más o menos ingeniosas y más o menos triviales, que no viene al caso referir para el resumen argumental que nos proponemos, poco a poco la historia llega a su escena postrera. En ella nos encontramos en la batalla final de las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Estamos frente a una fortaleza de los seguidores de Oakes en Pandora, que se encuentra rodeada por Flattery, Hali Ekel, los adeptos y amigos de Flattery, clones y humanos que se han rebelado contra Oakes, animalitos de todo tipo, Avata y ya no recuerdo quién más. Sobreviene entonces la megabatalla que sería las delicias de cualquier George Lucas de barrio, y -como era de esperarse para cualquier avezado espectador de cine comercial made in Hollywood- acaece la derrota del villanito Oakes. Cuando el combate ha concluido, Avata consigue que todos los habitantes de Pandora se fundan en una sola conciencia, y que tanto los amigos como los enemigos de Nave, se unan para reconstruir Pandora en vez de continuar su destrucción. En este estado especial de iluminación espiritual, los humanos por fin comprenden cómo es que debe veNaverarse. La veNaveración -el adecuado comportamiento de las criaturas con respecto a su Dios Creador- consiste en vivir de acuerdo con la propia humanidad. Se venera a Dios si el hombre se autorrespeta y se autovenera. No se venera a Dios si se recurre a la violencia sagrada (que sería lo que ocurrió con la crucifixión de Jesús de Nazaret, quien -según el libro- fue una de las proyecciones o ilusiones de Nave en otros universos creados en el pasado, para enseñarles a los hombres cómo debían veNaverar). En este punto, la exorbitante mole de Nave aparece sobre el campo de batalla donde los combatientes han accedido a un nuevo nivel de conciencia, y les comunica a los humanos que han pasado la prueba y que no serán destruidos. Ahora que todas las conciencias humanas y no humanas de Pandora son una sola conciencia, Nave juzga que ya son "mayores de edad" y procede a abandonarlos llevándose dentro de sí unos cuantos clones y humanos. Con la imagen de Nave perdiéndose en el horizonte pandorano y portando consigo muchos de sus secretos, la narración concluye.

 

UN POCO DE ANALISIS

Si, como sostienen los teóricos literarios, todo texto supone un diálogo con otros textos, El Incidente Jesús pretende de modo esencial entablar un diálogo con la tradición cristiana. El Dios que han construido los señores Herbert y Ransom es sobre todo un Dios que se erige en contraposición al Dios cristiano. El nodo alrededor del cual se levanta la novela es el de la relación del hombre con Dios y, de modo más preciso, el establecer cómo ha de comportarse el hombre con relación a ésta, la figura sobrenatural por excelencia. A la pregunta persistente a lo largo del texto: "¿Cómo se ha de venerar a Dios?", el texto responde primero que no se puede hacer intentando forzar u obligar a Dios a hacer algo (que -entre otras cosas- es el propósito de la magia de cualquier tipo: negra, blanca, azul, rosada, o amarilla con pepitas rojas). Nave envía a Hali Ekel a contemplar la crucifixión de Jesús de Nazaret ocurrida en un universo anterior, básicamente para que los humanos entiendan dónde estuvo el error de quienes mataron a Jesús. Mientras está en el Gólgota, Hali comprende que los humanos que asesinaron a Jesús lo hicieron -según Herbert y Ransom- para que Dios mismo impidiera la crucifixión de Jesús. En una interesante tesis literaria, la novela propone que de cierto modo los judíos que llevaron a la muerte a Jesús, lo hicieron sobre todo para cerciorarse de que Jesús de verdad no fuera a ser el Hijo de Dios. "Si Jesús es de verdad El Hijo de Dios "-pensaron- "El no permitirá que su Hijo sea sacrificado". Lo que no entendieron los humanos de aquella época -explica luego Nave- es que Dios no puede ser obligado a nada, y que mucho menos valida la violencia en nombre de lo sacro. Según El Incidente Jesús, Jesús de Nazaret fracasó en su intento de enseñar como veNaverar, pero luego, a través del profeta Flattery, por fin nuestra especie intuye cómo es que debe tratarse a Dios. Bueno ¿Y cómo debe tratarse a Dios? De acuerdo con la novela, venerar a Dios consiste en que los humanos se autorrespeten y autoveneren. La clave de la mayoría de edad humana se encontraría en la solidaridad, en que todos los seres humanos o no humanos, se perciban y se sientan como uno solo. En la idea de que los humanos se deben autovenerar y vivir de acuerdo con su propia humanidad, laten dos antiguas tesis gnósticas; una según la cual, cuando el hombre se autovenera, venera a Dios; y otra que afirma que para elevarse a Dios lo esencial es tener fe en sí mismo, verse como la chispita de Dios que es cada ser humano. A estas tesis gnósticas -y por ende a este planteamiento de El Incidente Jesús- se opone el Cristianismo cuando asevera aquello de que el hombre sólo venera a Dios cuando acepta negarse a sí mismo y "tomar su cruz". Desde la perspectiva cristiana, la vía de la salvación no pasa por la fe en sí mismo sino por la obediencia a cierta voluntad divina; es más, el Cristianismo llega a declarar que el hombre actual quizá no tiene derecho a autodenominarse "HUMANO", sólo podría autodenominarse así, si se olvida de sí mismo y actúa sin rebelarse contra Dios (El Cristianismo siempre deja claro que los actuales habitantes del planetita Tierra sólo somos "PRE-HUMANOS" o "CASI-HUMANOS", "HUMANO" sólo sería alguien que ha conseguido someter su voluntad a Dios).

Pero no sólo en el aspecto anotado, El Incidente Jesús se crea como respuesta al discurso cristiano. También en otros puntos. Para la novela, la salvación humana pasa por la solidaridad mutua en los términos ya anotados, sin necesidad de una ulterior intervención de la divinidad (una vez los humanos alcanzamos la "mayoría de edad", ya Dios no tiene nada qué hacer entre nosotros). Para el discurso cristiano, toda la solidaridad entre los humanos no sirve de nada si Dios no nos proporciona ese cheque de respaldo llamado "El sacrificio de Jesús"(sin sacrificio de Jesús, todos los buenos esfuerzos humanos son casi equivalentes a cero). Para la novela, Dios ha puesto a los humanos a prueba, como parte de una de sus tantas distracciones para matar el tiempo en las larguísimas tardes de domingo que son su eternidad. Para el Cristianismo, Dios no creó los humanos para jugar poniéndolos a prueba, los creó perfectos para comunicarles su amor pero ellos mismos se han apartado de Dios y se han tornado a sí mismos imperfectos. La vida, en todo caso, no es un juego, sino el escenario donde decidimos si queremos retornar a Dios o sólo queremos quedarnos con nosotros mismos. Para la novela, si los humanos no veneran apropiadamente a Dios, Dios los destruirá. Es decir, existe la idea de un Dios que "hace algo" -en este caso castigar- en respuesta a la acción humana. Para el Cristianismo, Dios no castiga sino que el hombre se castiga a sí mismo. En apoyo a este planteamiento viene una fascinante idea teológica según la cual si el hombre va al Infierno (ya sé que El Infierno no es un lugar, pero este no es el sitio para discutirlo), es por que el mismo hombre escogió El Infierno, no por que le rechace El Cielo. El Infierno siempre tiene las puertas abiertas para que los condenados salgan cuando quieran, pero su misterio radica en que jamás un condenado querrá salir de esta cárcel con las puertas abiertas. Para la novela, Jesús de Nazaret no fue un hombre real en un momento real de la historia, Jesús de Nazaret fue una especie de ilusión que proyectó Dios en el mundo "real" (entre comillas lo de real por que se supone que Nave ha creado infinitos universos infinitas veces). En todo caso, al final de la historia, la novela deja flotando la idea de que Jesús fue algo así como una "semirrealidad" creada por Dios. Para el Cristianismo, Jesús de Nazaret fue un hombre real en un momento real de la historia, Jesús no fue alguna clase de fantasma mezclándose durante un tiempo con los vivos (que fue una de las llamadas "herejías" de los primeros siglos después de Cristo). Para la novela, el propósito de Dios con los humanos es que los humanos crezcan espiritualmente, para luego abandonarlos. Los humanos estarán sin Dios pero no se sentirán solos, en tanto la solidaridad mutua de los humanos y los no humanos les hará incapaces de experimentar la soledad. Como dice el texto, Dios anhela dejar sola su obra, para dedicarse a otros asuntos y hacer algo distinto con los humanos que se lleva en su interior. Para el Cristianismo, Dios quiere que el hombre pueda crecer pero no para abandonarlo posteriormente, sino para que siendo fiel a El, el hombre ya nunca se aparte de Su presencia. Supuestamente, este crecimiento no puede conseguirlo la solidaridad humana por sí sola, sino con el auxilio extraordinario que representa Jesús. Para la novela, Dios es una creación humana y el hombre es una creación de Dios. Para el Cristianismo, el hombre es una creación de Dios que debido a lo mucho que acaba alejándose de Dios, un día al encontrarse solo imagina que ha creado a Dios.

Pero no todo El Incidente Jesús constituye un espejo que invierte las tesis cristianas. Por lo menos en tres casos pueden hallarse ciertas coincidencias entre la novela y el Cristianismo. A través de un personaje como Oakes, El Incidente Jesús plantea el viejo tema del hombre en lucha directa contra Dios. Oakes pretende seguir sus propios designios y no los designios inescrutables de Nave, y así coincide con el análisis cristiano, según el cual el principal problema del hombre es el de su inconmensurable soberbia que lo empuja a desdeñar el plan de vida que Dios le tiene asignado. Es más, en algún momento Oakes expresa su deseo de controlar a Nave-Dios, y de nuevo resuenan en nuestros oídos las tesis bíblicas acerca de que el pecado del hombre, también consiste en el deseo de crear un Dios a la medida humana. La segunda coincidencia estaría en la consideración, tanto en el Cristianismo como en la novela, de Dios como un ser que en últimas siempre resultará misterioso para la razón humana. En la escena final, cuando Nave se aleja de Pandora llevándose consigo innúmeros secretos, se coincide con el Cristianismo en la consideración de Dios como alguien que sigue unos caminos muy pero muy lejos del alcance de la imaginación humana. Una tercera coincidencia estaría en que tanto la novela como la doctrina cristiana, relevan el papel del amor en la salvación humana (aún cuando ya hemos visto que para el Cristianismo el amor sólo tiene sentido y efecto sobrenatural en Jesús, no por fuera de Jesús).

Considerada desde un punto de vista más genérico, El Incidente Jesús es una buena muestra de aquella frase de René Rebetez, cuando afirmaba que "la ciencia ficción es la literatura mística de nuestro tiempo" (claro que yo anotaría, en aras de la exactitud, que la ciencia ficción es "una" de las literaturas místicas de nuestro tiempo, no la única). El Incidente Jesús sería literatura mística en tanto supone que la vía de aproximación del hombre hacia Dios, no sería propiamente la racionalizante de un Morgan Oakes, sino una vía suprarracional como el amor. En los primeros siglos de la era cristiana, Tertuliano escribió que respecto de Dios no se necesita entender para creer sino creer para entender. Parafraseando a Tertuliano, vemos que en El Incidente Jesús son los personajes que aman los que entienden a Dios (así sea un poquito), no son los que entienden los que aman. El Incidente Jesús sería también literatura mística en tanto descree, así sea parcialmente, de las tesis ultrarracionalizantes de la Modernidad Tecnolátrica, y le abre una puerta de entrada -aunque sea modesta- a la posibilidad sobrenatural.

El Incidente Jesús

es también un ejemplo de novela de suspenso, en tanto los autores le ocultan al lector una serie de hechos que sólo desgranan muy lentamente a medida que avanza la trama. No obstante, a mi modo de ver la resolución de esta novela de suspenso es débil. Esto por que una gran novela de suspenso, guarda como revelación de su capítulo final, una maravilla mayor que las maravillas que se han revelado en el transcurso del texto. Aquí, en cambio, la gran revelación (cómo veNaverar) es algo más bien trivial y por debajo de otros picos que tiene la historia (el viaje en el tiempo para presenciar la crucifixión de Jesús, la "Sala de los Gritos" donde ocurren inhumanos experimentos genéticos, la historia de la creación de Nave, etc.).

El Incidente Jesús

- y en eso es muy norteamericana- es primordialmente novela de acción. Pese a sus momentos meditativos, la obra de Herbert y Ransom es por sobre todo un texto donde "ocurren cosas", un texto que acumula maravilla tras maravilla para obligar a que el lector se mantenga frente a ella con la boquita siempre abierta de asombro (en ese caso, y como precaución, recomendaría leer El Incidente Jesús en una zona donde no haya tantas moscas e insectos sobrevolando los alrededores). Agreguemos también, que es una novela de acción según "recetas Hollywood" como es evidente en la gran batalla final digna de un cierre de film "georgelucasiano", y en el "happy end" donde se obtiene una nueva armonía mundial que se completa con el típico plano de western, de Nave perdiéndose en el horizonte.

 

 

A MODO DE CONCLUSION

"Bueno"-me diría entonces cierto amigo- "¿Pero al fin qué?. ¿Hay que leerla o no hay que leerla? ¿Es memorable, aceptable, mediocre o desastrosa?".

Yo diría que es una obra aceptable aun cuando le haría un serio reparo. Sería aceptable en tanto no pueden desconocerse sus aciertos:

- Crea una interesante visión alternativa de tendencia gnóstica a la visión cristiana de las relaciones entre el hombre y Dios.

- Guarda ciertos instantes que son en verdad asombrosos (el viaje en el tiempo para presenciar la muerte de Jesús, la Sala de los Gritos donde pululan toda clase de esperpentos semihumanos que oscilan entre lo monstruoso y lo asqueroso, la Nave que se convierte en Dios a partir de un experimento humano de inteligencia artificial, entre otros).

- Alberga ciertos diálogos muy estimulantes acerca de la naturaleza humana y la naturaleza divina, y ciertos fragmentos de notable poesía (nombremos dos, la definición de Dios como "esa reserva de caos contra la que se pedía que se midieran todos los seres"(p. 114), o esta otra: "Hasta que no encontréis una inteligencia alienígena, no sabréis lo que es ser humano" (p. 89) ).

- Constituye un magnífico símbolo de la desgracia que hoy le acaece al hombre contemporáneo y que podría llamarse "El Síndrome del Becerro de Oro", es decir, la triste tendencia de los hombres de adorar dioses que ellos mismos se han creado. En la figura de Nave (un paradójico dios inventado involuntariamente por el hombre) vemos a tantos y tantos dioses falsos que el mismo hombre se ha erigido: En primer lugar la tecnología y la racionalidad; hilando más fino podríamos ver otros (el dinero, el placer por el placer, el progreso, el futuro, etc).

Ahora veamos el reparo que transforma El Incidente Jesús, de novela memorable, en texto sólo aceptable. La razón -como sucede casi siempre- es la que pregonaban las abuelitas: "El que mucho abarca, poco aprieta". Si comparamos El Incidente Jesús con un clásico de la CF como La Máquina del Tiempo, se siente que en la novela de Herbert y Ransom hay material de sobra, y que quizá se pudo haber peluqueado más la historia. Un clásico de la literatura - verbi gratia, La Máquina del Tiempo- es por sobre todo un justo medio, un texto donde no sobra ni falta. El Incidente Jesús da la impresión de ser una obra donde quizá se hubiera logrado el mismo efecto sin acumular tantas peripecias (personajes como Ferry, rebeliones de clones, la misma Sala de los Gritos a pesar de ser asombrosa). Si la novela ideal es una flecha que desde que se dispara, corre en línea recta hacia su blanco; El Incidente Jesús es una flecha que hace demasiadas curvas y se desvía demasiadas veces de la línea recta hacia su blanco. El Incidente Jesús es un árbol exuberante al que hubiera valido la pena podarle un poco, para que fuera más grato a la vista.

Post Scriptum:

Y sí querido amigo, vale la pena leerla pero no repetirla.

 

Bogotá, Enero de 2001

 

REFERENCIA

Herbert, Frank, y Ransom, Bill, El Incidente Jesús, Barcelona, Ultramar Editores, 1993.

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