Entrevista a Tarik Carson - 2º parte
Tarik Carson 2º parte: Las intenciones de los artistas
Por Jorge Oscar Rossi
Tarik Carson es considerado por la critica como uno de los mejores escritores de ambas orillas del Río de la Plata. Sin embargo, es un desconocido para el gran público, inclusive para la mayoría de los aficionados a la CF. Aqui presentamos la segunda parte de la charla que tuvimos con él (y aquí está la primera).
Seguimos preguntándole cosas a Tarik Carson, porque una vez que nos decidimos a hacer un reportaje, lo hacemos bien largo, como para descargarnos y quedarse tranquilos un tiempo:
QuintaDimension:Aunque me la contestaste con el gesto de autorizar la publicación de cuentos en Liter Área Fantástica, me gustaría que me contaras cuál es tu posición acerca de autorizar la publicación de cuentos en sitios de Internet o fanzines. Lo pregunto porque algunos autores se niegan a hacerlo salvo que les paguen sus derechos.
Tarik Carson: Siempre habrá un conflicto grande con el asunto de los dineros y las publicaciones.
El asunto se va a zanjar siempre en las conveniencias personales. Si uno es publicado por una gran editorial, saca dinero de eso, etc., bueno, tal autor no va a autorizar la publicación en Internet, porque la gente no va a comprar su libro y la editorial así se arruinaría también, etc. Y es mucho más elegante tener el libro en la mano, en las librerías, en los diarios, etc.
Todo el sistema del renombre, la fama, las ediciones, las críticas, valoraciones, compensaciones, invitaciones, viajes, becas, etc., están centradas aún en el sistema antiguo, cuando no existía Internet.
No creo que los tiburones del negocio, y los beneficiarios del sistema, estén muy interesados en Internet hoy en día. Porque no está claro todavía el negocio, el control de las ganancias, y ni sé si hay leyes que regulen algo, si es que ese medio puede ser controlado.
Otro es el caso de los escritores que están marginados, y no tengan otro lugar donde difundir su obra. Internet es lo único que tienen.
Están los casos intermedios. El caso, por ejemplo, del que ofrece un libro a una editorial, espera que lo acepten durante años. ¿Publica o no en internet? Ahí se crea un potencial conflicto. Porque hoy todo el mundo mira y saca gratis de Internet todo lo que puede. Casi con seguridad la editorial ya no tendría interés en publicar algo que está gratis en Internet, porque los libros de papel cada día son menos accesibles por el precio.
En fin, es un tema nuevo, y quizá sin legislación, y que crea y creará fenomenales conflictos, e injusticias como todo lo que se hace en la tierra.
Además, los conflictos entre autores y editoriales vienen de lejos. Una vez que visité al escritor Onetti, me comentó que todas las editoriales eran unas hijas de puta, y que él le daba los libros a todos, y que se arreglaran ellos, porque siempre lo editaban, eso sí, pero nunca le pagaban un peso de derechos de autor (vivía de un empleo público –virtual- que le dio un político). Después su situación cambió, dio un batacazo gracias a una dictadura, y lo pasó a manejar una mujer de España que pudo sacarle a grandes editoriales el dinero que quiso. Y eso debe haber cambiado la opinión de ese veterano autor, y quizá lo tranquilizó. Y todos estos asuntos tienen más o menos historias similares.
Mi (modestísimo) caso es totalmente marginal. No me dejan entrar –las cofradías son ferozmente cerradas-, hay muchos codazos entre los libros de papel, para decirlo elípticamente, y todo el tiempo han estado buscando tirarme fuera del escenario (y lo han logrado en parte).
No tengo más oportunidad que ajustarme los pantalones, y seguir como sea y donde sea, un poco a lo ciego. Y uno de esos lugares algo abiertos es la Internet.
QD: Que opinas del e-book ¿es el futuro para que los escritores den a conocer sus obras, es un mero complemento del libro común o un camino equivocado?
TC: Hablé algo de eso en una pregunta anterior. Sin duda, este invento va a causar otra revolución. Va a ser aprovechada muy bien en los países civilizados, como Japón, sin mayores conflictos y con buen provecho por tener a mano inmensas bibliotecas.
No causará problemas con los autores muertos cuya obra se puede reproducir a placer luego de un tiempo (que marcan las leyes).
Con los autores vivos, desde super ricos a pobres que cobran algo, va a ser un problema grande. Van a surgir de inmediato las cosas “truchas”, las bibliotecas copiables, etc. Igual a lo que pasa con la música. Muchísimos autores van a quedar en el piso, y otros seguramente harán más fortunas.
Ahora, lo que se obtiene gratis siempre va a padecer desvalorización. Este es un prejuicio embromado, como es complicada la lectura frente a un monitor. No es lo mismo, por lo menos hasta nuestra generación un libro que una pantalla. No veo a nadie leyendo La Guerra y la Paz en un e-book. Pero seguramente estoy equivocado, porque esperar cualquier cosa del futuro es lo más sensato.
El dinero (que es lo que lo motiva todo) pasará del bolsillo de los editores papeleros al de los editores de esos paquetes-bibliotecas. Y los medios que se han usado para anunciar, o “vender” un libro van a estar en manos de pocos, igualmente, o sea los que tienen el medio de comunicación. Igual que ahora, el que no está en la trenza (o corporación) o el negocio se esfumará en lo ignoto, como hoy.
A la pregunta concreta: no va a variar nada para bien de los escritores, ni de los que saben leer literatura. Pues, van a tener que pagar igualmente. Y son cosas ni buenas ni malas. Es un cambio inevitable, como el de las máquinas de escribir, que desaparecieron, o las máquinas de foto, sustituidas por la digital, o los relojes, etc.
Te repito, van a usarlo mejor para sacar más ventaja social, con el conocimiento, sociedades adelantadas, que obedecen la ley, que distribuyen el fruto del trabajo, etc. Por acá va a ser otro pandemonium más.
Estoy convencido de los seres humanos producimos mil veces más idioteces que hechos o pensamientos razonablemente memorables. Si ponderamos eso, y seguimos por el camino de hoy, la locura y la estupidez será cómicamente abrumadora. Y la cultura, y lo apenas valedero y razonable, será como la aguja en el pajar.
Como sano ejercicio, habría que imaginar a un extraterrestre que llega de las cercanías de Sirio y se mete en la Internet terrestre. Necesita ver qué piensan los terrestres (qué medida espiritual tienen, en qué creen, a qué se dedican). Claro que tendrá que hacer el contacto, y necesita información, y examina los chats, por ejemplo.
QD:¿Cuales son tus actuales proyectos en materia literaria?
TC: Estoy corrigiendo y terminando muchos cuentos inconclusos. Y estoy escribiendo otro cuento largo en el poco tiempo que me sobra, tras el trabajo y las preocupaciones. Y además estoy tratando de hacer lo que no hice hace décadas, los contactos posibles para dejar editados mis trabajos mejor logrados, y que ahora están en el cajón. Espero que me acepten unos libros en Montevideo.
Me interesan en especial las ediciones en papel, porque entonces puedo enviar 30 o 40 libros a distintas universidades extranjeras, y a algunos críticos que aún estén vivos.
La obra de uno depende de la gente interesada en la literatura general en serio, en las culturas y su estudio, prescindiendo incluso del nombre de los autores, y tomando más bien a estos como cosa muerta. Estos críticos y estudiosos solo quedan ya en las grandes universidades de los países adelantados.
Mi experiencia es así, porque mientras acá me hayan pateado bajo la alfombra, mis modestos cuentos son leídos y criticados en lugares tan alejados como Australia, EEUU o Europa, por personas que ni conozco ni conoceré, que nunca serán amigos, ni nunca tendré que adular (como tienen que ser estas cuestiones).
Resumiéndolo, así es. Editar por acá, como pueda, y difundir los libros en esos lugares de otro mundo. (Para mí, los países adelantados son otro mundo. La vida se vive en otro lugar.)
QD: ¿Te resultó fácil o difícil publicar en la Argentina?
TC: En medios muy abiertos, y en revistas o revistas electrónicas ha sido fácil. En editoriales importantes no. Recuerdo que en tres editoriales me pasó lo mismo: la primera se llamó Punto Sur, allá por los ochenta. Publicaron hasta el anterior a mí, en la lista, y cuando fue mi turno la editorial se declaró en quiebra. Y así después en la editorial que inició Horacio Moreno, y en otras, incluso del Uruguay.
En antologías al principio tuve suerte porque pude aportar buenos cuentos. Pero al no seguir cultivando las amistades me fueron dejando de lado: al no estar al lado de los antólogos apretándolos con la presencia y la amistad. Ocurrió en Buenos Aires, y en Montevideo. Los compiladores siempre me dicen lo mismo: los de acá, me dicen que soy uruguayo, y los de Montevideo me dicen que soy argentino. Es un ingenioso argumento. El Sistema es tan feroz y arbitrario que no se busca “el cuento”, sino que todo se transforma en una cuestión corporativa, de amigos, o de personas a las que hay que destruir con el ninguneo o el medio que sea, donde los trabajos en sí (la obra, el cuento) son lo último a considerar. Es algo que va causando un hartazgo terrible, muy difícil de superar.
En Montevideo publiqué tres libros, con más facilidad, hace mucho. Pero es verdad que no dediqué esfuerzos como debía a publicar. Me dediqué al ajedrez, o a la pintura, al trabajo para el sustento, mismo a escribir y descuidé la vida social que te exige el Sistema si quieres publicar y ser tenido en cuenta.
Y sobre los concursos de las grandes editoriales habría que decir que son todos falsos en su mayoría. Son fraguados usando a nombres como Borges o Benedetti entonces o Saramago, etc., de “jurados”, y baste recordar el juicio de Nielsen contra Piglia, o el caso de aquel pillo que presentó un cuento de Giovanni Papini y ganó un concurso mayor, etc., produciendo otro gran escándalo después. Los miles de libros que presentan no se leen en absoluto. Los ganadores ya están establecidos, y se le da al jurado de prestigio 4 o 6 libros entre los que deben votar. Y uno o dos jurados siempre son hombres de la editorial que deciden la elección con su voto.
Bien, todo este sistema cultural ha abortado totalmente la literatura de la época. Esto, y las sucesivas quiebras del país, han devastado a la CF y géneros afines (digamos, entre otras cosas). Y lo que se publica, reitero, es a gente totalmente ligada en lo comercial a las editoriales, o a los diarios de gran tiraje, y en general a traductores a los que se le debe dinero, o a lectores o asesores de las editoriales, o con otros vínculos que nunca salen a la luz y son muy bien tapados. Las mesas de saldos de Corrientes están llenas de esos “autores” y cualquiera lo puede comprobar.
En fin, así es la cultura latinoamericana.
Pero, igual, está el hecho de resistir hasta el fin. Quizá todo siempre fue así.
QD: En este momento, ¿te sentís mas cómodo escribiendo CF o fantasía?
TC: Es lo mismo. Los impulsos, como lo dije, son internos y esas divisiones en realidad son artificiales. Sirven más bien para el mercado, para facilitarle al comprador lo que quiere leer, lo que busca o le gusta. Es algo positivo (para que no te pasen gato por liebre) y se amolda a los gustos de los lectores.
Desde luego, yo no planeo nada. Me sale esto o aquello y veo que va a funcionar y prosigo, y al fin sí, podría pensar en cómo salió, si es CF o fantástico, o realista, etc.
QD: Hoy día parece que la literatura fantástica ha sido desplazada por el comic, el cine y el video ¿crees que la literatura está en retirada con respecto a los otros medios de expresión?
TC: El destino de la literatura, a mi entender, no es promisorio. Hay que partir del hecho que leer, y leer bien, no es algo común, al contrario. Hasta para leer un diario, que envolverá el pescado mañana, hay que estar preparado, y tener cierta capacidad. Lo cual, paradójicamente, contribuye a la riqueza de las editoriales. De otra forma los best sellers y el gran negocio se acabaría. Para estos seres la masa de malos lectores es su fuente de oro, a la que se le puede poner un guitarrista o cantautor famoso y hacer un fenomenal negocio publicitándolo todo junto.
Por otro lado, importante también, leer lleva trabajo de parte del lector, y consume tiempo. Y como la superpoblación cada día estará peor en el futuro, habrá menos elites cultas, individuos que elijan lo que quieren consumir, llegará un momento en que el 80 por ciento del mundo no sabrá qué es un libro. La masa de miles de millones de personas está siendo arrinconada cada día más a reducirse a mirar la televisión, con su cine, videos, incluso comics televisados, los partidos de fútbol, los teleteatros, y poco más, de manera que la mera carne humana va a pasar poco a poco a ser analfabeta. Es más, no lo concientizamos, pero ya vivimos según lo que nos dicta la televisión.
Y, además, ya actualmente, la civilización está destruyendo el lenguaje, por ej., con los mensajes de texto, que son apenas el comienzo.
No es difícil de ver esto, y son los mismos jóvenes, los tipos del mañana, manipulados absolutamente, los encargados de su autodestrucción, en bien del lucro de los grupos dominantes de hoy día. Estos grupos la tienen toda, pero no les importa igual, su sed de lucro es insaciable y lo está devastando todo, demás está decirlo.
Así que todos los indicios conducen a un mundo similar, en mi opinión, al de Blade Runner o Farenheit, con inmensas y moribundas masas tiradas a la basura (como ya “vive” la gente frente a mi casa, acá, en Buenos Aires) una fenomenal tecnología que lo domina todo, y una reducida elite que será la que leerá literatura (como una cosa excéntrica). Este lector habilidoso obtuvo la habilidad, quizá, para incluirse en los grupos de poder que dominen las tecnologías (y puesto así por un padre o padrino con dinero y visión).
La humanidad es arrastrada al abismo, tirada de la nariz por el “entertainment” más que nada. Es decir, es muy astuta para el codazo, ventajitas de cancha de fútbol, e idioteces así, pero no ve mucho más y cada día se cocina más creyendo que está veraneando.
La obviedad viene al caso de que si leyeran más podrían aún reaccionar.
La racionalidad (y hasta la ilusión de Dios), los intelectuales del mundo, las mejores y más generosas ideas para la gente, y esa parte de la realidad, están en franca retirada por no decir disparada. Y siempre hay un argumento económico, por supuesto, tan inevitable como mentiroso era Marx.
Todos estamos perdiendo “por goleada” ante lo otro. Hace mucho. Democráticamente. Y nuestro amor por la literatura es, quizá, un factor obviable.
Creo que los libros al fin van a ser dejados de lado para la población común. Sólo serán usados para el crecimiento de la tecnología y las consolidaciones en el poder, para lo cual sí será necesario saber leer.
QD: Algunos autores aseguran que nunca trabajarían por encargo de una editorial, teniendo que ceñirse a pautas de tiempo de entrega, extensión y tema. Otros no tienen inconvenientes e incluso están los que se sienten más cómodos de esa manera que trabajando con absoluta libertad. ¿Cómo es en tu caso?
TC: No he tratado, por suerte, mucho con editores. Los que traté, que siempre fueron de medio pelo, siempre piensan en cómo desquitar su inversión. Casi piensan en términos duales: se vende, no se vende. Siempre tienen fe en uno, pero el dinero está primero. (Y es natural, justificable.) Los otros, los grandes de multinacionales sé que piensan con mayúscula: SE VENDE, NO SE VENDE, y, a veces, quién es su padrino es la pregunta a responder.
Casi todos los escritores que conozco no se resistirían a una orden de una gran editorial. Además, todos están mal de dinero. Todos absolutamente quisieran hacerse ricos con lo que escriben. Y el que dice que no, miente (como la pregunta sobre la masturbación).
Y entre el arte y la vanidad, siempre van a elegir la vanidad, las ganancias, la fama, etc. La integridad personal es un mito (en el sentido de un cuento, una mentira bien armada).
Este ambiente tiene talentosos, y buenos escritores. Pero todos están esperando una oportunidad. Hasta yo, desgraciadamente, espero salvarme. Debo confesarlo.
Las intenciones de los artistas no pecan nunca por ser demasiados santas.
Así es como se dice cualquier cosa, pero la verdad es que nadie escribe para cajonear su trabajo, ni nadie sacrifica nada si no está seguro del éxito.
Deben existir las excepciones, pero la pregunta es: ¿Hay algo peor que la desconsideración, el olvido, el desprecio, la injusticia, la pobreza?, a la que fueron sometidos hasta morirse tantos artistas formidables. La resistencia es un mito, porque primero hay que sobrevivir.
Lo que sí se puede aceptar razonablemente es “manejar” el asunto, sacarle un provecho para pagar “las facturas”, y, no bien se pueda, volver a recuperar la integridad haciendo lo que uno crea que es mejor. De ahí el caso de autores que han usado seudónimos para ganar dinero escribiendo basuras best sellers, y usando su nombre real para escribir “su” literatura.
Otro sería el caso de un Bioy Casares, millonario, que podría hacer lo que quisiera.
En mi caso (insignificante, sin duda), hago lo que puedo, sin poder elegir.
QD: ¿Para que sirve un taller literario? (si es que te parece que sirve para algo?
TC: Depende eso de dos cosas: la habilidad docente que tenga el que da el taller, y su generosidad para no estafar y “dar” lo que sabe. Y en si los talleristas concurren a hacer las preguntas adecuadas (esto también es muy difícil). Y entonces serviría, aunque fuera para aprender a leer.
Es más, pienso que un escritor puede llegar a hacerse si tiene un poco de imaginación muy inconformista y gran voluntad y trabajo. Y puede llegar a ser bastante bueno.
Yo estuve al frente de algún taller (por el extinto Círculo Argentino de Ciencia-Ficción y Fantasía, y después por mi cuenta) pero al fin me rendí ante la realidad. Casi todos los talleristas, que no sabían escribir una sola página invulnerable, no solamente creían saber mucho más que yo, sino que se creían importantes escritores, con juicios definitivos sobre todo (como si estuvieran en la televisión y se tomaran en serio), y por encima constantemente demostraban vetas políticas, es decir, estaban en actitud de darle un golpe de estado al coordinador.
Ahora, asimismo, se puede fomentar el auto engaño e incluso ganar algún peso siendo más “adaptado a lo que hay”.
QD: Si tuvieras que hacer una lista de las 10 (o cinco) obras de Ciencia Ficción, ¿como seria y porque?
TC: Seré repetitivo. Elegiría alguna obra de Dick, Bradbury, Cordwainer Smith, Ballard, Fredric Brown. Y se podrían recordar infinidad de cuentos superlativos de Harlan Ellison, William Tenn, Theodore Sturgeon y otros muchos.
La característica de la CF, o lo fantástico moderno, es que considerables autores tienen extraordinarios cuentos, pero su obra, en general, no es sobresaliente, no mantiene la categoría. Salvo, quizá, los primeros que nombré, que son más parejos (ningún escritor siempre mantiene su más alto nivel, desde luego).
También están los antiguos como Wells, Verne, Poe, Kipling, Swift, Kafka, que serían imprescindibles, como la maravillosa prosa de Borges.
No podría citar obras completas en una lista porque la mitad, quizá, son libros de cuentos y eso dificulta una enumeración precisa, aparte del fenómeno del olvido o el cambio de valoración que produce el curso del tiempo. Además, no existe para mí la radicalidad en la categoría de las grandes cosas, porque hay demasiados matices. No existe el mejor libro del mundo, el mejor jugadordel mundo, y esas expresiones tan erróneas y discriminatorias. Así que, entre toda esa masa de autores está lo mejor, en mi opinión.
Al fin, pido tolerancia a tus lectores si he sido demasiado obvio en algunos puntos, o repetitivo, en mis opiniones (muy personales) sobre el funcionamiento y la conducta social del mundo literario doméstico.
Y ahora si, es el final- final.
O casi, porque ustedes todavía no terminaron. Tienen que leer “La Garra Perpetua”, que trata sobre un cirujano que "descubrió nuevas utilizaciones para los genitales de gorilas, toros y padrillos de raza, y otros animales de porte considerable para los gustos casi exclusivamente decorativos de la época". Ah, el cuento también se ocupa de morpólipos y enanos macrocéfalos. Pasen por aquí.