Holocausto Caníbal en Plaza Italia
El desagravio de los Dioses u Holocausto Caníbal en Plaza Italia
por Pablo Sapere
Casi una década antes de que naciera Ruggero Deodato, el creador de la obra magna del exploitation antropófago Cannibal Holocaust, se filmó en Buenos Aires una película igualmente explícita y morbosa. Un realista documental sobre caníbales que sacudió a la sociedad de la época.
Un Porteño ambicioso
La historia nos ubica en 1932, con un muchachote llamado Luis Moglia Barth que tenía a su cargo la dirección temporal del Teatro Porteño, donde engordaba la taquilla proyectando películas "un poco raras" -según sus propias palabras- en los tiempos en que el cine sonoro recién empezaba a mostrarse en Buenos Aires. En una revista francesa leyó el aviso de la película con un título traducible como Los comedores de hombres (Chez les mangeurs d'hommes, André-Paul Antoine, 1928) y pensó que era un gran forma de recaudar poner una cinta documental sobre caníbales en una isla de Oceanía. En los avisos se veía como puro snuff, cuando todavía no se había acuñado el término. Junto a Cinematográfica Probst pidieron informes a Francia, e inmediatamente recibieron un sobre con espectaculares y sugestivas fotos y afiches. Moglia empapeló todo el cine con el material de su próximo estreno, mientras giraban el dinero por los derechos de la película.
Tiempo después llegó la copia, e hicieron una función privada para amigos y allegados. Era una cinta documental interesante, con cierto valor etnográfico. Sin embargo, todos se agarraban a las butacas de la ansiedad de ver las escenas de antropofagia. Según la sinopsis, todo giraba en torno a la lucha de dos tribus por una imposible relación amorosa al estilo de Romeo y Julieta. Finalmente una tribu ganaba y quemaba a los amantes y se los comía.
Pero hubo una gran decepción: "al llegar el momento mas cruento -comentó Moglia Barth, en una entrevista de 1973- aparecía un cartel indicando que el operador, impresionado por los sucesos, había soltado la manivela y huido del lugar".
¡Que decepción! Toda la promoción se había basado en que se comían a los protagonistas. ¿Quien iba a querer ver una película de caníbales sin canibalismo?
El asadito de Plaza Italia
Mientras calculaban el monto de la inversión perdida, Moglia tuvo una idea. Leamos su sincero y políticamente incorrecto relato, en la mencionada entrevista publicada en el libro Reportaje al Cine Argentino: "Al día siguiente hablé con Vicente Scaglione, el fotógrafo. Luego llamé a un conocido organizador de candombes y arreglé para que al otro día reuniera en Plaza Italia una cantidad de negros, negras y negritos para una filmación que yo iba a realizar en Palermo. Le avise que necesitaba tres negras con los pechos desnudos, a las cuales en vez de diez pesos le pagué quince. A las cinco de la mañana del día citado, pasé por la carnicería e hice cortar unos trozos de carne tal cual yo los había imaginado; luego, en un lugar estudiado previamente, até a la negra y al negro a un árbol e hice figurar que se los quemaba; gestos de uno y de otro, retorcimientos detrás del humo; la escena pareció real, tras lo cual se sucedían tomas de negros comiendo, algunos lo que parecía una pierna humana...".
El desagravio de los Dioses
La película se estrenó, el 9 de enero de 1932, con el titulo Antropófagos (devoradores de carne humana), sin que figuraran ni Moglia, ni Scaglione ni los candomberos en los créditos. El éxito fue estrepitoso. Tres días después se publica un crítica en el prestigioso diario La Nación: "una de las escenas mas fuertes de la película es un episodio de antropofagia registrado por la cámara. Adviértase por la forma de llevar a cabo la escena que estos pueblos no realizan su canibalismo por el simple deseo de la comida, sino como un rito sagrado y para desagravio de sus dioses..."
Luis Moglia Barth tendría posteriormente una gran carrera como realizador, con mas de treinta largometrajes, entre ellos Tango (1933) considerada la primer película sonora del cine nacional.
Chez les mangeurs d'hommes, a pesar de que en su tiempo se demostró que era un falso documental (nunca hubo allí ni caníbales, ni muertes, ni Romeos, ni Julietas... todo fue montado en una aldea de nativos cristianizados de la costa sur de la isla de Vanuatu, con la alegre colaboración de los curas locales), fue recientemente restaurada por los Archives Françaises du Film y proyectada en el festival Cinéma du Réel, destacando su valor como registro audiovisual del colonialismo y etnocentrismo francés. Paralelamente los investigadores europeos Gian Luca Farinelli y Vittorio Martinelli habrían encontrado una copia de Antropófagos (¿la versión retocada?) en el la cinemateca del Sodre de Uruguay.
Esperamos poder ver próximamente esta maravillosa muestra de cine primitivo, que con su ingenio criollo y sus FX gore caseros, prefigura al cine ultraindependiente nacional. Y de esa manera, definitivamente, agregar a la lista de grandes inventos argentinos el exploitaition caníbal
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