El Hombre Bestia o las aventuras del Capitan Richard
El Hombre Bestia o las aventuras del Capitán Richard
Pionera del cine fantástico argentino
por Pablo Sapere
La aparición en Internet –en un sitio de descargas gratuitas ¡Y legales!– de El Hombre Bestia nos da pie para rebobinar unos setenta años y descubrir la primer película fantástica argentina (¡de 1934!). Una historia de hombres salvajes peludos, científicos locos con fórmulas diabólicas y maravillosas trepanaciones craneales.
El cine fantástico argentino no empieza, tal como dicen los libros de historia, en 1942 con Narciso Ibañez Menta y Una luz en la ventana de Manuel Romero. Su piedra fundamental hay que ubicarla en la década anterior, con una película filmada lejos de Buenos Aires y, por ende, fuera del sistema de los grandes estudios criollos.
Ubiquémonos en el tiempo. En las décadas del ´10 y el ´20 hacer cine en sudámerica era una aventura. Algunos locos se largaban con precarios equipos a hacer cintas mudas, que eran mal estrenadas en salas improvisadas.
A comienzos de los´30 la llegada del cine sonoro implanta la idea de que puede ser viable hacer un cine con figuras locales –surgidas del teatro o de la radio– que produzcan éxitos como las estrellas del cine norteamericano. Por esos años se fundan en Buenos Aires dos grandes productoras, Argentina Sono Film y Lumiton. Con Tango! y Los tres berretines, ambas de 1933, se declara oficialmente iniciado el "Cine Sonoro Argentino".
Lo que se conoce poco y nada es el desarrollo cinematográfico del interior del país. Por ejemplo, en aquellos años había una interesante producción cinematográfica realizándose en Rosario. Por supuesto, estas películas difícilmente llegaban a la Capital y los historiadores las ignoraron sistemáticamente.
Entre estas películas olvidadas hubo una llamada El Hombre Bestia o las aventuras del capitán Richard, de la cual se conocían algunas pocas referencias a partir de unos recortes periodísticos. La misma no figura ni en los libros de historia, ni en las enciclopedias, diccionarios o bases de datos del cine local. Del mismo sólo se sabía que era un film de una temática aventurera, hecho en los precarios comienzos del cine sonoro.
La cinta estuvo perdida durante décadas, hasta que milagrosamente se la pudo recuperar.
LA RECUPERACIÓN
La conservación de películas en Argentina es un desastre. La mayor parte del patrimonio cinematográfico ya no está en su soporte fílmico original y un porcentaje significativo no se conserva en ningún formato.
En ese contexto, las posibilidades de encontrar aquella película de simpático nombre que figuraba en los recortes, eran desesperadamente mínimas. Sin embargo, siempre hay márgen para lo milagroso.
Hace pocos años un hombre oriundo de San Nicolás apareció en la casa del coleccionista rosarino Jorge Debiazzi, porque tenía unas latas de una película donde aparentemente aparecía su padre. Quería bajarlas a un video para poder verlas con los parientes. Pero lo que aparenteba una película familar resultó ser una copia, posiblemente la única existente, de El Hombre Bestia. Era una cinta 35mm de nitrato, un material altamente combustible. Una mala manipulación podría significar su destrucción o incluso un pequeño incendio. Recordemos lo que hizo Bart Simpson con la primer película de Izzy & Scratchy.
Como sea, con sumo cuidado logró bajarse a video. No es un material noble como para pensar en su conservación, pero al menos permite su visionado sin exponer a un riesgo físico a la película o al espectador. De riesgos mentales, no hablaremos.
La película se vió en el Cineclub Rosario recién en el año 2002 y en 2003 se estrenó en la capital en el marco del festival Buenos Aires Rojo Sangre, a setenta años de su presentación original.
LA PELÍCULA
La primera impresión al ver El Hombre Bestia es que el film aparece como híbrido entre el cine sonoro y el mudo, ya que mas allá de tener diálogos y música mantiene los intertítulos al iniciar cada escena. La alegría por presentar voces se muestra desde el increíble arranque de los títulos, con un pastoso locutor presentado a cada uno de los actores, mientras éstos saludan desde la pantalla.
El argumento es desopilante. Tenemos un joven y apuesto piloto de la fuerza aérea norteamericana –el Capitán Richard– que sufre un accidente con su avión y cae en la selva. El tipo se convierte, sin mayores explicaciones, en un salvaje hombre peludo que pasa las tardes luchando con peligrosas alimañas. Doce años después aparece por ahí otro avión. Como se sabe, pilotear aviones es como andar en bicicleta: Nunca se olvida. Así Richard le roba el avión a su compadre y remonta vuelo, peludo, semidesnudo y gruñendo. Logra escapar de la jungla para caer en un lugar peor: Aterriza justo en la casa de un diabólico científico loco; el Doctor Marchessi, quien le aplica una fórmula que lo convierte en un monstruo "perseguidor de doncellas" (¡sic!) . El hombre bestia rapta a una serie de señoritas y se las lleva a una cueva.
Obviamente los pobladores se enardecen y salen a buscarlo, lo que precipita un final tan increíble como inenarrable. No contaremos mas de la historia para no echar a perder el misterio. Solo es imperioso consignar que, antes del happyend de rigor, la película nos alegra con una explícita "operación al cráneo" para intentar curar al pobre Richard.
El Hombre Bestia
fue rodada en exteriores en las afueras de Rosario. Algunas pocas escenas en los estudios de la productora Prince Film. Se hizo con el sistema Movietone, que incorporaba el sonido en una banda paralela a la imagen, a diferencia de otro sistema de la época como el Vitaphone (el de The Jazz Singer), que reproducía el sonido en discos de pasta, con los consecuentes problemas de sincronización.
La cinta tiene un sonido tosco, con doblajes aún peores que los de las películas de Armando Bo. La banda sonora es imposible, superponiendo alegres valses vieneses a las escenas más dramáticas. Gran parte de estos problemas son justificables por la precariedad técnica y por que en Argentina aún no estaba demasiado claro el concepto de sonorización de un film.
Lo que no se justifican es el guión y el montaje, increíbles y casi sin sentido, con larguísimas escenas innecesarias –incluyendo una guitarreada– y sin conciencia de la relación causa–efecto. Evidentemente los intertítulos son el único recurso que encontraron para explicar medianamente la historia.
Se dice que la película era bastante más extensa que los cincuentayalgo minutos que se le conocen, y que ese metraje faltante produjo esas inexplicables elipsis que erosionan el relato. Lamentablemente, nunca vamos a saber que contenían esas escenas.
A favor de El Hombre Bestia se puede señalar que es un film muy dinámico, que narrativamente siempre va hacía adelante y con un tema que parece increíble que se haya filmado en los oscuros tiempos de la llamada "decáda infame". Además la película incluye muchos exteriores (de gran valor histórico para descubrir el Rosario de aquellos tiempos) y bastante material "de archivo" –fundamentalmente escenas de aviación, de batallas y de operaciones quirúrgicas– que le dan aires de superproducción.
Los actores –probablemente aficionados– parecen algo perdidos en el metraje, pero no dejan de inspirar una inmensa ternura al darle el cuerpo a estos personajes delirantes. El único de ellos con algo de chapa era Lito Bayardo, que por aquellos años ya despuntaba como locutor radial, cantor y compositor. Era autor de tangos como Duelo Criollo, grabado por el propio Carlos Gardel y tenía ya cierta experiencia como actor. En 1950 se lo volvería a ver actuando junto a Hugo del Carril en El último payador. Del resto del elenco no hay noticias sobre otras participaciones fílmicas.
Lo cierto es que esta perversa historia de un hombre salvaje secuestrador de señoritas es resuelta con tanta ingenuidad y con recursos técnicos tan cándidos que, a pesar de sus notables falencias, el film resulta delicioso. Con esa historia que avanza torpe y confusamente la película logra un nivel de delirio que se la puede ubicar como la gran joya del cine bizarro nacional. Y definitivamente hay que entenderla como una de las pioneras del cine ultraindependiente argentino, realizado al margen de la omnipresente cinematografía de Buenos Aires.
EL AUTOR
Esta maravilla del séptimo arte es obra de Camilo Zaccaría Soprani, un ítalo–rosarino pionero de la cinematografía nacional. Soprani fue Jefe de la Página de Espectáculos del diario La Capital de Rosario y realizó otras películas, como la telúrica La leyenda del mojón y, como productor, Juan de la Cruz Cuello.
También realizó la polémica cinta Mujer tu eres la belleza (1928) donde, en la línea del más puro sexploitation, presentaba unas visitas en tono documental a talleres de pintores, playas de moda y gimnasios como excusa para mostrar a varias modelos posando desnudas. La película mezcló escenas filmadas en Francia –las más picantes, aparentemente– con tomas registradas en un estudio improvisado en Rosario.
En una diario de la época se la promocionaba afirmando que "los más destacados pintores y escultores de Europa facilitaron sus modelos, sus estudios, sus obras artísticas inspiradas en las desnudeces perfectas de más de mil mujeres". Esta película costó unos 18000 pesos de la época y se dice que recaudó más de 180000 en sus escandalosas proyecciones rosarinas. Soprani recién reconoció su trabajo en este film cuarenta años después de su estreno.
Soprani nació en la ciudad italiana de Piacenza en 1893, llegó a Rosario a los 9 años. Comenzó a trabajar en periodismo en 1912 en medios locales. De 1924 a 1956 formó parte del plantel de periodistas de La Capital de Rosario, donde llegó a ascender de redactor a jefe del área de espectáculos. Además escribió libros cinéfilos como "Cine mudo (teoría y práctica cinematográfica)" (1920) y "Hollywood" (1946).
En un artículo publicado en la revista Sintonía Soprani nos aclara alguna de sus ideas: "el cine triunfa cuando sus argumentos son cinematográficos, vale decir, con dinamismo, acción y un escasísimo porcentaje hablado".
Murió el 31 de octubre de 1974, con su obra fílmica prácticamente olvidada.
LAS FECHAS
Roberto Di Chiara, director del Archivo Fílmico Di Film y poseedor de una de las copias de Debiazzi, generó una pequeña polémica en torno a El Hombre Bestia. Según él, la película fue rodada en 1932. Si esto fuera cierto, habría que reescribir los libros de historia del cine local. Tengamos en cuenta que las películas fundacionales del cine sonoro argentino, Tango! y Los tres berretines, son de 1933.
Sin embargo los investigadores rosarinos Fernando Irigaray y Héctor Molina fijaron definitivamente la fecha a partir de un artículo publicado en La Capital el 11 de junio de 1934, con el sugestivo título de "Un argumento emotivo", donde se habla de "una producción que se está rodando", en referencia a las aventuras del Capitán Richard.
La película se vio en Rosario al año siguiente. Un programa de mano fechado el 25 de julio de 1935 describe esta maravilla fílmica. "Una producción cinematográfica fantástica y novelesca, basada en la novela Las aventuras del Capitán Richard, temible aviador que perdióse en la selva, convirtiéndose en un monstruo de instintos salvajes por intervención de un médico asesino que ensayó en él una terrible fórmula química destinada a causar sensación y estragos en la humanidad. La audacia y el cinismo de un profesional que estrellóse ante la fuerza avasalladora del destino y mediante la intervención de hombres de bien descubrióse su secreto, disipándose el misterio que el azar había tejido en torno de tan fantástico personaje. Con un bello epílogo: la felicidad de una pareja de jóvenes enamorados se convierte en realidad".
El hombre bestia o las aventuras del Capitán Richard
Tagline: «Sensacional estreno nacional hablado, sonoro y cantado Movietone, la primera película de aventuras rodada en nuestro país»
Argumento, dirección y fotografía: C.Z. Soprani
Basada en la novela "Las aventuras del Capitán Richard", de C.Z. Soprani.
Con: Saverio Yaquinto, Carmencita Quiroga, Raul D´Angeli, Lito Bayardo, Elvira Ratti, Felipe Salzinger, Rosarito Omedo.
PARA VER LA PELÍCULA Gentileza de Arcoiris.tv
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Las fotos son gentileza de Lito Bayardo (hijo) y La Capital de Rosario