Los Cuentos de Hadas en el Cine
Érase una vez: Los Cuentos de Hadas en el Cine
Por José Antonio López
Lejos de la imagen edulcorada que tenemos actualmente de ellos, los cuentos de hadas originales son narraciones poco complacientes, a veces angustiosas y terroríficas. Aqui presentamos un breve análisis de cuatro películas que, lejos de la pastosa imagen de Disney, ofrecen una relecturas de los cuentos clásicos.
La imagen que la mayor parte de los adultos tiene de los cuentos de hadas está bastante distorsionada por prejuicios, y también porque han sido una de las principales víctimas de la ardua labor de destrozo de los pilares de la cultura occidental (y a veces también oriental) que han perpetrado durante décadas los estudios de Walt Disney. Si, intentando olvidar los clichés, uno lee o relee los cuentos originales de los hermanos Grimm se encontrará con historias de estructura impecable y con una economía narrativa perfecta, ni una sola línea sobra ni falta. Son relatos oníricos y dirigidos al inconsciente, de ahí su carácter fantástico y la proliferación de criaturas mágicas, animales y objetos que hablan, etc.
Los cuentos de hadas tienen su origen en la tradición oral, por lo que fueron modificándose, perfeccionándose y depurándose a lo largo de las generaciones; algo que ya no es posible desde que existe el copyright y el concepto, tan resbaladizo por otra parte, de la "propiedad intelectual". No tienen un autor concreto, los hermanos Grimm o Perrault son solamente recopiladores (aunque, en el caso de Perrault, él sí aportaba elementos de su cosecha dando a las historias un sentido más moralizante y acercándolos más a las fábulas, punto sobre el que volveremos más adelante).
Y, lo que tal vez sea lo más sorprendente para el que sólo conozca las adaptaciones disneyanas de estas historias, no se percibe en estos relatos ni el más leve rastro de ñoñería, sensiblería, moralina ni edulcorante alguno. Son narraciones positivas y edificantes pero poco complacientes, por momentos angustiosas y terroríficas, llenas de momentos violentos y de erotismo velado, y donde el final feliz solamente llega después de un proceso de maduración doloroso para el protagonista.
Además, en cuanto a contenido, son relatos sugerentes y abiertos a múltiples lecturas e interpretaciones, lo cual los distingue claramente de las fábulas, que sí tienen un contenido moral, y una enseñanza y una simbología más o menos obvias y unidireccionales. Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands) de Tim Burton tendría mucho de fábula pero más bien poco de cuento de hadas, por mucho que los dos términos suelan confundirse.
Poco hay de acertado, por lo tanto, en considerar cuentos de hadas a comedias románticas dulzonas; pocos lectores que recuerden La cenicienta original de los hermanos Grimm encontrarán alguna similitud entre este relato y Pretty woman o cualquier culebrón de criada que se casa con el señorito. Por otra parte, a veces se peca por el lado contrario al enfrentarse con la dureza de algunos pasajes de los cuentos: es frecuente que los lectores adultos de un cuento de hadas vean, desde una mirada perversa y un tanto simple, a los ogros y brujas como pederastas, y en esa dirección iría, entre otras películas, la lectura gay que François Ozon hace de Hansel y Gretel en Les amants criminels.
A continuación se expone un breve análisis de cuatro películas que, o bien sí pueden considerarse nuevas versiones encubiertas de los cuentos de hadas clásicos, o bien disertaciones modernas a partir de los elementos que integran dichos cuentos.
La noche del cazador (The night of the hunter, 1955): Hansel y Gretel contra el ogro
La utilización del punto de vista infantil, y la puesta en escena a través de claroscuros que aportan un tono onírico, son los elementos que definen a la única película dirigida por Charles Laughton como un cuento de hadas. El pequeño protagonista es el único que percibe la maldad tras la simpatía engatusadora del predicador encarnado por Robert Mitchum. Con su padre muerto y su madre cómplice y luego víctima del ogro, el muchacho, junto con su pequeña hermana, tiene que huir sin rumbo a través del bosque hasta que encuentra la casa de una bruja, afortunadamente buena. Al final de la historia los niños conseguirán recomponer su familia rota, ganando una nueva madre, aniquilando la imagen paterna distorsionada que supone el ogro, y recuperando, a través del juguete de la niña, la memoria del padre bueno muerto.
La noche del cazador
ha conseguido el beneplácito de cinéfilos de toda condición sin perder por ello una aureola de film de culto que sumerge al espectador en una atmósfera peculiar; esto se debe a la perfección con la que el guión reproduce los elementos de un cuento infantil, y a como el juego que hace Laughton con las luces y las sombras, casi expresionista, consigue poner estos elementos en imágenes sin que pierdan el sentido de fantasía, y al mismo tiempo de angustia, que transmiten las historias tradicionales.
En compañía de lobos (The company of wolves, 1984): juguemos con Caperucita
La novelista Angela Carter ha escrito múltiples relatos ambientados en el universo de los cuentos de hadas. La mayoría se limitan a acentuar los aspectos violentos y / o sexuales de dichas historias, limitando su riqueza y su ambigüedad de una forma bastante vulgar; no obstante, unos pocos recrean el universo de los cuentos indagando en él y cosiendo nuevas historias con los mismos elementos del original. De entre estos relatos, uno de los más acertados es En compañía de lobos, que Neil Jordan, con muy buen criterio, eligió para adaptar al cine.
Jordan es muy fiel al texto de Angela Carter y lo pone en imágenes creando una atmósfera onírica, voluntariamente artificial y vanguardista, en la que aparecen resaltadas con gran fuerza todas las constantes presentes en Caperucita roja, con su correspondiente simbología: las ropas rojas como el despertar sexual de una niña en la edad de su primera menstruación, la representación del instinto sexual masculino a través del hombre que se transforma en lobo, el bosque como lugar de transición entre una etapa y otra de la vida, etc.
En compañía de lobos
se puede definir como una versión corregida y aumentada de Caperucita roja puesta en imágenes para público adulto, o como una fascinante divagación intelectual que da vueltas una y otra vez sobre el universo del cuento. Hay en el film un equilibro perfecto y típicamente posmoderno entre los géneros de cuento y ensayo.
Terciopelo azul (Blue velvet, 1986): es un mundo extraño, ¿verdad?
A diferencia de La noche del cazador, exquisita recreación de los cuentos clásicos, David Lynch lleva a cabo, con una genial mezcla de inocencia y perversidad, cuentos de hadas modernos, o más bien posmodernos, dirigidos a un público adulto. En Terciopelo azul Kyle MacLachlan interpreta a una especie de Juan sin miedo, deseoso de retar su valor y de enfrentarse a los misterios del mundo adulto que se le ocultan, representados por la oreja cortada aparecida en la hierba de su tranquilo vecindario.
El viaje iniciático que llevará al protagonista a la madurez incluye el enfrentamiento con un ogro y una bruja; sólo después de estos episodios traumáticos podrá casarse con la princesa rubia y oír cantar a los petirrojos. No obstante, Lynch desvela parte de la simbología que utilizan los cuentos evidenciando el despertar sexual del muchacho, y por otra parte, retuerce hábilmente los elementos de la historia con el ambiguo personaje de la bruja / princesa morena interpretada por Isabella Rossellini.
El final feliz es una característica principal del cuento de hadas, y lo que distingue a este de otros films de su autor; cuando el protagonista sucumbe y no alcanza su desarrollo personal y la madurez, sino que se queda perdido en sus pesadillas interiores, surgen films tan angustiosos (aunque bellos) como Carretera perdida o Mulholland drive, que difícilmente pueden ser considerados cuentos de hadas aunque tengan mucho en común con Terciopelo azul.
Suavemente me mata (Killing me softly, 2002), remake encubierto de Barbazul
Flaco favor hacemos a esta interesante pero discreta película de Chen Kaige poniéndola a continuación de las tres obras maestras anteriores. No obstante, se la puede considerar un ejemplo de comprensión de la mecánica de un cuento de hadas, y de adaptación a un relato destinado a público adulto, jugando a su vez con las convenciones del género al que pertenece (thriller psicológico).
Una chica (Heather Graham) se va a vivir con un desconocido (Joseph Fiennes) un tanto enigmático, que ha tenido varias relaciones anteriores con mujeres que desaparecieron misteriosamente, y que tiene en su casa un cuarto secreto donde su nueva pareja no debe entrar. Aunque sin entrar en el descaro posmoderno de mencionar sus referencias, la guionista del film no intenta en absoluto disimular que se ha inspirado en el cuento de Barbazul, y demuestra haber comprendido perfectamente que los cadáveres que la esposa del cuento ve en la habitación de su marido simbolizan el temor ante el sexo que tiene la mujer, que se plasma de manera tan escabrosa por la falta de confianza que existe dentro del matrimonio.
Hábilmente, la guionista utiliza los elementos del cuento para crear ambigüedad y cuestionarse, tal vez sin pretenderlo, las constantes del thriller psicológico: al principio del film Heather Graham le es infiel a su pareja con un desconocido: lo ve en la calle, se va a su casa y tiene relaciones sexuales con él, algo que una buena chica nunca haría. En Hollywood un comportamiento así siempre es castigado, y con esa idea juega la película. ¿Realmente el novio de la chica es un asesino, o es el complejo de culpa de ella lo que la impide ser feliz y confiar en su nueva pareja?
Suavemente me mata
es todo un ejemplo de cara a creadores poco pretenciosos que saben que es difícil llegar a la genialidad de La noche del cazador, Terciopelo azul o En compañía de lobos, pero que pueden ver como, con un poco de oficio y de inteligencia, se pueden trenzar historias más que correctas simplemente proyectando una mirada lúcida sobre un cuento popular.
Las buenas historias ya están escritas; solo hace falta asimilarlas bien y volver a contarlas.
José Antonio López (Vigo, España).
Comments
Re: Los Cuentos de Hadas en el Cine
La verdad es que "en compañia de lobos" me impactó, visualmente , y eso me recuerda que he perdido mi dvd
Re: Los Cuentos de Hadas en el Cine
Los cuatro ejemplos elegidos para el artículo son óptimos. Y por lo que se refiere a la crudeza de los verdaderos cuentos de hadas, basta leer la reedición de "El cuarto de las hadas", de Madame d'Aulnoy (Siruela).
Re: Los Cuentos de Hadas en el Cine
Leer abre los ojos, cuando pienso que debe leer mi hijo de 4 años, siempre me topo con historias insulsas, predecibles, ñoñas y moralinas, pero en alguna ocasíón compre en una feria del libro "titanes de la literatura infantil", donde venian algunos de los autores que mencionas, y vi lo que dices: historias que no les sobra ni falta nada, estrujantes, que asustan, pero que enseñan, sin duda disney es el gran edulcorante, Tolkien hizo bien al prohibir en su testamento que pudieran poner sus garras encima, por cierto la parodia que hace Eddie Murphie de disney es muy agradable