The Call of Cthulhu, de Andrew Leman
The Call of Cthulhu,
cine de terror lovecraftiano
por Pablo Sapere

HPL Y EL CINE

A Howard Philips Lovecraft (1890-1937) se lo considera uno de los grandes maestros de la literatura de terror del siglo XX. Muchas de sus obras fueron llevadas al cine, pero con resultados definitivamente mediocres. La gran pantalla tiene una deuda con HPL.
Desde la iniciática The Haunted Palace (1963), donde Roger Corman transmutaba "El caso de Charles Dexter Ward" en un olvidable eslabón más en la saga de Poe, se hicieron no menos de treinta adaptaciones mas o menos literales de sus obras. Ninguna de ellas se acercó a transmitir las sensaciones de los textos originales. De hecho, si alguna de ellas es particularmente interesante, eso es más bien por exagerar o tergiversar las ideas del autor. Veamos el caso de ese pequeño clásico del gore que es Re-Animator (1985).
Los fracasos de estas transposiciones tienen como principal dificultad los propios textos de origen. Lovecraft tenía una imaginación desbordante, junto con una muy particular forma de narrar. Un estilo barroco y arcaico; diálogos inverosímiles; largos circunloquios en primera persona; detalladas descripciones de objetos y seres imposibles de imaginar; retorcidos, ominosos y fungosos adjetivos, a veces dos o incluso tres por sustantivo. Y detrás de eso unas historias llenas de imaginación, que en el fondo sólo sugierien el gran horror cósmico de la sociedad moderna: La humanidad es insignificante dentro del universo infinito.
Rafael Llopis –uno de los principales difusores de la obra de HPL en español– llegó a decir que la escritura de este autor era "detestable". "Lo válido de Lovecraft no es la forma, sino el terrible contenido universal y arquetípico" afirmó en el prólogo del libro Viajes al otro mundo.

La mayor parte de la crítica literaria siguió ese razonamiento. Y los adaptadores no se quedaron atrás. Cada una de las versiones de sus cuentos se lanzaron sobre el "contenido", entendiendo esto como la mera anécdota que pone en marcha el relato.
Así Die Monster Die (1965) toma solo la base de "El color que cayó del cielo" –el meteoro que cae en una granja de Arkham– para convertir a Boris Karloff en un patético monstruo fosforescente. En The Dunwich Horror (1967) el "contenido" del relato homónimo se reduce al ser monstruoso que vive en el ático, arruinado en un anticlimático primer plano de un ídem de goma espuma. La lista de frustraciones es larga y, salvo honrosas excepciones, aburrida.
THE CALL OF CTHULHU
En este contexto sorprende el mediometraje El llamado de Cthulhu, producido por la H.P. Lovecraft Historical Society, porque a pocos meses de estrenarse en el circuito de festivales de cine independiente de género, consiguió que la crítica especializada la considerara como la mejor adaptación lovecraftiana de todos los tiempos.

Lo curioso es que para The Call... Andrew Leman eligió hacer un film mudo y en blanco y negro, recreando la estética del cine de los años 20 –época en la que transcurre la historia– con una especial atención al expresionismo alemán. En pleno siglo XXI los realizadores relegaron el CGI en favor de las maquetas y la animación stop-motion a la Ray Harryhausen.
La película sigue al cuento en forma casi literal. A partir de la extraña muerte de un profesor de la Universidad de Miskatonik se desarrolla una pesquisa que echa luz sobre un oscuro culto a un Dios acuático, al que sus seguidores llaman Cthulhu. Tiempo después se descubre un testimonio de un marino que tuvo un encuentro con una criatura en pleno Océano Pacífico. Las piezas del rompecabezas se empiezan a acomodar y lo que parecía una tosca creencia popular comienza a tener ecos insospechados.
Es claro. The Call... funciona porque ni Llopis ni los adaptadores que hasta ahora trabajaron con su obra entendieron la verdadera naturaleza de la literatura de Lovecraft. Ésta tiene que ver con que el impacto de sus cuentos no se logra a pesar de su técnica literaria, sino más bien gracias a sus presuntas deficiencias.
Recientemente David Lynch, al hablar de la baja calidad de imagen de las películas hechas en video, sugiere una hipótesis que funciona como clave en este misterio: "Cuando tienes una imagen pobre, queda mucho más espacio para soñar". Ese es el núcleo de la obra de HPL. Esos cacofónicos adjetivos que superpone desordenadamente aportan tan poca información al lector, que las imágenes que éste recrea son verdaderas pesadillas hechas a medida.

De la misma manera, la película de Leman opta por una puesta que hace gala de sus propias limitaciones. Y los resultados saltan a la vista. Volcar los diálogos a los intertítulos aporta una verosimilitud que no se conseguiría si se entonaran en voz alta las rimbombantes frases lovecraftianas. El patetismo propio del cine mudo sostiene unas peripecias que harían agua con cualquier actuación cercana al naturalismo. Los movimientos del monstruo, necesariamente torpes al ser animación cuadro por cuadro, sugieren un poder oculto que sería inverosimil en las hiperrealistas y sofisticadas animaciones en 3D de la actualidad. Esto es porque, en definitiva, la "técnica" del escritor consiste en decir todo sin mostrar nada. Lovecraft lleva el fuera de campo al primer plano. Describe todo al detalle, pero lo hace de tal manera que deja mucho, probablemente demasiado, "espacio para soñar".
El logro de la película The Call of Cthulhu es que no sólo transpone el contenido "universal y arquetípico" de la obra original, sino que también adopta su sintaxis.
El Llamado de Cthulhu
EE.UU, 2005
Dirección: Andrew Leman
Guión: Sean Branney en base a una historia de H. P. Lovecraft
Intérpretes: Matt Foyer, John Bolen, Ralph Lucas, Chad Fifer.
Duración: 47 minutos
Website: http://www.cthulhulives.org/cocmovie
Estrenado en Argentina en el VI festival Buenos Aires Rojo Sangre, el 29 de octubre de 2005