Narciso Ibáñez Menta, un maestro del horror

Narciso Ibáñez Menta
un maestro del horror

Por Maggie Maslach

El 15 de mayo nos llegó la triste noticia de la muerte de uno de los más recordados actores del terror hispanoamericano. Narciso Ibáñez Menta falleció en España luego de padecer una larga enfermedad. El hombre que dedicó su vida a las caracterizaciones –cuyo único temor era ser olvidado– fue vencido por el paso del tiempo.

Dice Rodrigo Fresán en su columna del lunes 17 de mayo en el Diario Pagina/12 "la muerte el viernes pasado del controvertido presidente del Atlético de Madrid –personaje que dio tanto miedo como el actor– gano apertura de noticieros y fotos en primeros puestos. Nada de eso para Ibáñez Menta; y ruego porque los diarios de mi país –Argentina– hagan justicia".

Y los diarios de nuestro país lo intentaron, y todos publicaron la noticia de su muerte con mas o menos espacio y alguna fotito. Pero ¿Es ese el homenaje que se merece este mito del cine, el teatro y la televisión? ¿Solo una necrológica se merece alguien revolucionó el arte de la caracterización en Argentina y cuyas obras varias generaciones atesoran en su memoria?

La injusticia

¿Podemos preguntar "queda alguien en los camarines"? Claro que no, por que si no fuera por nuestros padres ni sabríamos de donde viene esa frase. Fue, nada mas ni nada menos, que el leit motiv de una de las obras cumbres de la TV argentina: El fantasma de la Opera, protagonizada por Ibáñez Menta. Nunca podremos preguntar eso y sentir lo mismo que sintieron millones de compatriotas (con unos años mas que nosotros) con la adaptación que hizo en 1960 su hijo (Chicho Ibáñez Serrador) de la obra de Gaston Leroux. No queda ni un fotograma de esa grabación, la única imagen que quedó del fantasma es una borrosa fotografía que azarosamente tomó un espectador de la pantalla del televisor.

Era previsible que la proverbial desmemoria de nuestro país calara también en la pantalla pequeña. Y es así que todo ese material está perdido. Pero no es lo único que nunca podremos ver, ya que las cosas más importantes que hizo Narciso para la televisión argentina, se perdieron. "Hasta el ´59 no había tapes, la televisión se hacia en directo. Y después... El fantasma de la Opera, por ejemplo, fue borrado –dijo en una entrevista, como si fuera una gran espina que nunca pudo sacarse– El muñeco maldito... El hombre que volvió de la muerte, Un pacto con los brujos o El sátiro, que había hecho cuando estuve con Romay en canal 9, también se destruyeron cuando hubo otro cambio de gobierno y le quitaron el canal. Prácticamente no quedo nada". De la máxima figura de la TV nacional apenas se rescató algún unitario o alguna producción reciente como El Pulpo Negro.

En España el tema es distinto ya que si bien fue muy respetado, nunca fue considerado un boom con los trabajos que hizo para el teatro, el cine y la televisión. Quedó eclipsado por la fama de su hijo, Chicho Ibáñez Serrador, que lamentablemente ha dejado de lado el género para refugiarse en algunos exitosos programas de entretenimiento de la TV hispana. A pesar de eso, sus producciones hispanas aún pueden verse. Sus memorables Historias para no dormir fueron editadas recientemente en VHS y DVD.

Etiqueta

Eso es lo que lleva Narciso Ibáñez Menta, una etiqueta donde se lee TERROR, si bien la mayor parte de sus trabajos no fue dentro género y cada vez que dio una entrevista trató de despegarse del rótulo. El Terror fue su cruz "Les voy a explicar por que odio el terror, esa etiqueta que me han impuesto: la gente cree que soy un tipo truculento, violento, que mete miedo. Yo jamás meto miedo a nadie. Me fastidia los que recurren al susto como método", declaro hace ya muchos años. "Prefiero el buen teatro, y lo que a veces se vuelve molesto es esa cosa de que a uno lo encasillen con un tipo de personajes. Si yo he hecho algunas cosas de terror, es sobre todo por que los grandes personajes del genero ofrecen un reto para el actor. Lo que pasa es que un actor vive de su profesión y si el publico dice: yo lo quiero ver a ese señor haciendo eso, yo lo quiero ver con dientes largos y asustando a la gente; entonces lo que sucede es que un actor tienen que terminar haciendo lo que el publico exige. Y yo fui el único actor del cine o de la televisión argentina o española dedicado al terror".

El nacimiento de una leyenda

Hijo de artistas, creció entre bastidores y con solo 8 días de vida lo subieron a las tablas para reemplazar a un muñeco que se había roto. Con la compañía de sus padres viajo por varios países; hasta que en enero de 1931 se instala en Buenos Aires, fue director de teatro y pasó a ser miembro del Teatro Nacional Argentino. Al teatro llevo obras como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El fantasma de la Opera y Fausto entre otras.

Una de sus representaciones le valió para que Lumiton –junto a Argentina Sono Film, el principal estudio cinematográfico de este país– le ofreciera un contrato para llevarlo a la pantalla grande. Así surgió Lumiton presenta a Narciso Ibáñez Menta, donde bajo las ordenes de Manuel Romero interpreto su primer papel para la pantalla grande en Una luz en la ventana (1942). La película, que fue publicitada como el primer film de terror del cine argentino, le da al actor una nueva posibilidad de recurrir a sus trucos de camuflaje "mi cara no me ha servido casi nunca para nada. Siempre he tenido que hacer otra cara encima de la mía" y surgía así una impresionante y semimonstruosa caracterización de un científico deformado por una enfermedad, que secuestra a una enfermera para sacarle la glándula hipófisis, para luego transplantársela a si mismo.

A partir de ese momento no abandona el cine, alternando con naturalidad biográficas –como Cuando en el cielo pasen lista (1945) o Almafuerte (1949)–, comedias –Vidalita (1949)–, policiales –la brillante La bestia debe morir (1952)– y algunas pocas cintas fantásticas. En el año 1954 se estrena el film Maleficio –Tres citas con el destino una curiosa y poco vista coproducción entre Argentina, México y España. León Klimovsky, Florian Rey y Fernando de Fuentes fueron los encargados de dirigir cada uno de los tres episodios que tienen en común una joya que ejerce sobre quien la posea una influencia fatal.

1957 daría otra divertida película episódica protagonizada por el actor. Se trató de Cinco gallinas y el cielo en la que se alimentaba a unas gallinas con una improbable sustancia llamada audacina. Quien se comía uno de esos animales se volvía audaz; tal el caso de Ibáñez Menta devenido en bancario con una hija enferma, al comerse una de esas gallinas se animaba a estafar al banco para pagar la operación de la pequeña.

Por esta época ya tenia bastante fama, potenciado por lo que hacia en las tablas y en Canal 7 con el Teatro brillante de las 22, donde llevo varias obras populares como "La muerte de un viajante". En 1959 la emisora le ofrece el desafío de competir con el ciclo "Boris Karloff presenta". Acepta el reto y con su hijo (de su matrimonio con la actriz argentina Pepita Serrador) Chicho Ibáñez Serrador detrás de las cámaras sorprende a todos con Obras maestras del terror. Acá se pudieron ver las adaptaciones del actor en Dr. Jeckyll y Mr. Hyde sobre el cuento de Stevenson y también algunos cuentos de Edgar Allan Poe.

Con Enrique Carreras en la dirección, y basándose exclusivamente en las transposiciones de Poe, Obras maestras del terror era llevada al cine –mucho antes que Roger Corman inciara su famosa serie de adaptaciones del gran escritor norteamericano– en unas versiones bastante logradas. Así en los distintos episodios el actor se transformó sucesivamente en un científico torturado (El caso del Sr. Valdemar), un sádico asesino (El tonel del amontillado) y finalmente en un desagradable y avaro anciano (en el mejor episodio, El corazón delator, con un notable trabajo actoral de su hijo Chicho). Una película muy buena y bien realizada que en duda si los créditos fueron en realidad de Carreras, considerado como uno de los directores más dudosos que dio el cine nacional (recordemos –o mejor no– títulos como Los drogadictos, Mirame la palomita o Los barras bravas). Consultado muchas veces al respecto, Narciso llegó a decir "En realidad la dirigimos un poco los dos... Porque yo había dirigido toda la serie en canal siete. La dirigí yo porque una de mis profesiones no ha sido solamente la de actor sino también la de director".

El mito en acción

Ya no cabían dudas, Narciso Ibáñez Menta era para toda la gente un "asustaniños", un actor que "hacia morir de miedo". Y esto a pesar de que paralelamente hacia teatro y cine que nada tenían que ver con el género (por ejemplo mientras hacia terror para la tele trataba de montar Ricardo III en el Teatro San Martín). Su popularidad hacia crecer la leyenda del hombre que da miedo y su traspaso a canal 9 lo termino de convertir en un mito.

En 1960 comienza en Argentina la televisión privada y comercial y con ella una competencia más dura para conseguir ser el canal mas visto. Canal 9 recibió el aporte financiero de la cadena americana NBC y entre los socios locales estaba Julio Korn que era el editor de las revistas Radiolandia, Antena y TV Guía, lo que le sirvió mucho al canal para lanzar sus nuevos productos.

Canal 7 no pudo competir y retener a sus figuras, entre ellas a Narciso Ibáñez Menta que se sintió tentado con una oferta mejor y cambio de emisora.

El 2 de julio de 1960 El fantasma de la Opera paralizó a Buenos Aires; los sábados a las diez de la noche todos los televisores estaban encendidos sintonizando un mismo canal. El grito del anónimo sereno que revisaba el teatro después de cada función –¿Queda alguien en los camarines?– se volvió moneda corriente en los bares, las escuelas, los bancos, las instituciones publicas...

A El fantasma... le siguieron entre tantas otras El monstruo no ha muerto (1960), La garra del mono (1961), ¿Es usted el asesino? (1961), Arsenio Lupin (1961) y El muñeco maldito (1962). "Cuando yo estaba haciendo El muñeco maldito con mi hijo hubo uno de esos cambios extraños de gobierno, aparecieron los militares de turno, y hubo un señor que me tomo un odio muy especial, y de esto tengo testigos, porque había gente que trataba de esconder las latas de mi material" se lamenta el actor. Y por último, El sátiro en 1963. Ese mismo año tuvo que abandonar nuestro país porque estaba prácticamente en la ruina "Chicho y yo éramos productores de los programas que hacíamos en el 7 y no nos liquidaban. La situación era caótica. Para colmo dirigí –estaba completamente montada– Ricardo III para el Municipal San Martín. A ultimo momento suspendieron el espectáculo porque no quisieron darnos 9 millones de pesos". Consultado sobre si alguna vez cobró la deuda del canal estatal dijo "4 años después con el 20% de descuento y la moneda argentina desvalorizada". El corralito no es un invento del siglo XXI.

De nuevo en su cuna

"Entre a España con soberbia. Después de todo, yo era un actor de primera línea. En el ´51 me habían dado un premio por

Almafuerte. Observe indignado que una cantidad de seudo–actores y seudo–directores pasaban como grandes figuras de la televisión argentina. Me dio vergüenza sumarme a esos anti–profesionales. Que creyeran que yo participaría de ese camelo. Entonces le pedí a Chicho –que ya estaba instalado y trabajando muy bien– que no me hicieran notas, ni me sacaran fotos. Cuando debute en TV, salí en el cartón y recién se enteraron que estaba en Madrid". Se refiere a enero de 1964 y a su debut en la Televisión Española (TVE) en el espacio "Estudio 3" donde hizo las míticas "Historias para no dormir", una producción que estaba a cargo de su hijo Chicho.

Paralelamente a la televisión, así como ya lo había hecho en Argentina, seguía dedicándose al teatro.

De ida y de vuelta

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En 1969 volvió a Argentina y al Canal 9, para seguir haciendo terror. Y otra vez deslumbró a todos. Cada papel que interpretaba superaba de alguna manera al anterior; Narciso Ibáñez Menta era un excelente artista a la hora de componer sus personajes. Llevo al canal Obras maestras del terror, que ya había hecho en el 7; el ciclo arrancó con El hombre que volvió de la muerte (1969), otra obra mítica de la cual ya están haciendo una remake.

Se cuenta que en una escena la cara se le tenia que desintegrar y que los habituales maquillajes no le satisfacían. Finalmente se armó una mascara con el gran invento argentino, el dulce de leche. "Esas cosas las empecé desde muy jovencito. Era un niño cuando vi una gran caracterización: Lon Chaney en El jorobado de Notre Dame, y luego El fantasma de la Opera. Eso me traumatizo, me marcó... aprendí que una buena caracterización tiene que ser total".

Y no sólo las caracterizaciones eran totales. "Hoy –comentaba en una entrevista de agosto de 1992– me acaba de llamar el que era mi iluminador, Prat, y recuerdo que el la paso muy mal una vez que tuvimos que hacer unas escenas de noche en un cementerio. En otra escena había una fabrica de hombres que se hacían con pedazos de muertos en la guerra. A alguien se le ocurrió traer uno de verdad. Cuando Prat lo iluminó, se desmayo".

Y más de una vez le jugaron una mala pasada a él, sobretodo por su perfeccionismo y su pasión por los detalles. Cuenta Alejandro Romay –el director del viejo Canal 9– que durante la grabación de El hombre que volvió de la muerte, el personal harto de grabar y regrabar una escena en la que su personaje aparecía colgado en la cruz lo dejo dos horas abandonado en su papel de Cristo. "Ibáñez menta no tenía modo de bajar por sus propios medios, pero lo soporto con esa disciplina férrea que tuvo en toda su vida" y cuando lo mando a descolgar y corrió a abrazarlo "Se limitó a un gesto de desprecio y jamas volvió a hablar del tema".

Después de El hombre... hizo para canal 9 varias producciones como Un pacto con los Brujos, Narciso Ibáñez Menta presenta: Robot, El monstruo no ha muerto y Otra vez Drácula.

Volvió a España, para lucirse en el cine con algunas producciones dentro del boom del fantaterror español, como La Saga de los Dráculas de León Klimovsky (1972), que gira en torno a un viejo vampiro (Narciso Ibáñez Menta) que quiere tener un descendiente y para eso hace ir a su castillo a su sobrina que esta embarazada. Para el mismo director haría Odio mi cuerpo (1974), que contaba la historia de un hombre que sufre un accidente automovilístico y su cerebro es transplantado al cuerpo de una mujer. Dos años después, y nuevamente para Klimovsky, hace Tres días de Noviembre; Narciso se mete en la piel de un medico que intenta curar a sus pacientes mediante el horror, pero acaba siendo víctima de su propio método.

Alternando entre Argentina y España seguía haciendo televisión. Se recuerdan los unitarios que hacia con su hijo y que se veían nuestro país en 1974 por canal 11, bajo el titulo Chicho Ibáñez Serrador presenta a Narciso Ibáñez Menta. En total fueron siete especiales los que la emisora saco al aire.

En 1975 Ibáñez Menta regresa a La Argentina para hacer su ultima película en nuestro país. No porque el no quisiera "me encantaría volver a filmar en la Argentina, pero no puedo mentir. A lo largo de todos estos años me ofrecieron cosas de teatro y también de TV, pero nunca nadie me propuso hacer un papel en una película argentina" confesaba el actor hacia 1997. Esa película fue Los muchachos de antes no usaban arsénico "es una película a la que le tengo mucho cariño, creo que es una de las más deliciosas películas de humor negro que se hayan filmado en el país", dijo Ibáñez Menta, que no tuvo mucho éxito comercial, probablemente porque que fue estrenada justo en la semana en que se llevaba a cabo el último golpe militar que sufrió Argentina. Los muchachos de antes... era una divertida comedia con un sombrío humor, donde tres simpáticos viejitos (Narciso, junto a los grandes Mario Soffici y Arturo García Buhr) alternaban los placeres de la amistad con los del asesinato.

1980 lo tuvo ocupado en España haciendo mas cine de genero: El retorno del hombre lobo de Paul Naschy y Viaje al mas allá de Sebastián D´Arbo.

El retorno del hombre lobo

lo tiene al actor en una sola escena como a un profesor en silla de ruedas estrangulado por una bella discípula. Ni con el film ni con el propio Jacinto Molina quedó muy conforme "empezó a hacer unas cosas de hombres lobo, que luego termino mal, por que se volvió actor, autor, director, productor... y mal pagador. Luego desapareció. En esto todo evolucionaba y ese actor estaba empecinado con el hombre lobo, y luego aparecieron películas como Aullidos o El hombre lobo americano que mostraban la transformación del monstruo con toda minuciosidad, cosa que Paul Naschy no podía ni imitar".

Viaje al mas allá

"fue el primer film fantástico de la trilogía de películas parapsicológicas del cine español. Escogí como protagonista principal de esta película y luego de toda la trilogía al actor Narciso Ibáñez Menta, que se convirtió en el "alma mater" de la trilogía" le contaba D´Arbo a QuintaDimension.com. (haciendo referencia a la segunda y tercera parte de la trilogía, El ser (1982) y Más allá de la muerte (1986) que tuvieron a Ibáñez Menta en su reparto).

Viaje...

son tres historias que le relatan al profesor Meinen (Ibáñez Menta) que esta escribiendo un libro sobre parapsicología. D`Arbo quedo muy conforme con el actor así que lo uso para la segunda parte de su trilogía El Ser donde una mujer queda viuda y sola en su casa al cuidado de sus hijos; a partir de aquí comienzan a suceder extraños asesinatos que harán entrar en acción al Dr. Oliver, encarnado por Ibáñez Menta, que descubrirá que los hechos son cometidos por el marido fallecido que volvió del mas allá para proteger a su mujer. También es convocado para Mas allá de la muerte, el largometraje que cierra la trilogía. Ibáñez menta, un científico judío, es perseguido por una secta neonazi por que descubrió un producto capaz de volver a la vida a los muertos. Esta tercera parte fue rodada con muy poco presupuesto y fue un fiasco.

Regresa el maestro del suspenso

Así anunciaban los medios el regreso de Narciso Ibáñez Menta a la televisión argentina; una vez mas lo convocaba su amigo Alejandro Romay para su recién recuperada pantalla de canal 9. Se trataba de El pulpo negro, estrenada el 2 de mayo de 1985

El producto en cuestión realmente no fue gran cosa si lo comparamos con anteriores realizaciones, pero toma gran valor si tenemos en cuenta que es lo primero que hace para la TV nacional en colores, el único producto nacional de género que los de esa generación pudimos ver en la tele y sobre todo porque es una de las pocas cosas que grabó este gran maestro para la pantalla chica argentina y que aun hoy se puede llegar a conseguir (en copias cortadas y de dudosa calidad, pero aún se puede ver). La revisión de El Pulpo Negro decepciona porque en el recuerdo era muy diferente a los decorados chapuceros y al dudoso guión que nos muestran estos videocasettes. Igualmente hay que evaluar el material en su contexto – la TV argentina de mediados de los ´80–, donde adquiere otro valor.

El pulpo negro

fue una miniserie que constó de 13 capítulos que mostraban a Narciso Ibáñez Menta interpretando a un escritor, Hector De Roda, que obliga a cuatro personas a cometer sendos homicidios para ser incluidos en el ultimo capitulo de su libro que trata sobre el "asesinato sin móvil". Como condición les pide que en el lugar del hecho dejen una pista: un pequeño pulpo negro de hule. En realidad todo es una excusa para llevar adelante una oscura venganza.

Si bien no tuvo los niveles de rating de otras producciones del gran actor, el programa fue bastante exitoso. Entre los más pequeños se genero una especie de moda con "los pulpitos", que se terminaron vendiendo –en una versión extraoficial y de fabricación casera– como juguetes en las calles y los kioskos. No hay muchos casos de programas televisivos que generen su propio merchandising espontáneo.

Lo ultimo para el genero

La última película que realizo en su vida Narciso Ibáñez Menta fue en 1996 para la televisión española: Solo se muere dos veces, una comedia con zombies dirigida por Esteba Ibarretxe, a los 80 años estaba el actor en un helicóptero con un casco y armado con una ametralladora "fue muy divertido hacerlo, porque tiene un humor negro, pero realmente muy negro" aclaraba Ibáñez Menta que en toda su vida jamas dejo de lado un papel que tuviera algún riesgo y siempre supo responder con un increíble profesionalismo a la hora de ponerse en la piel de algún personaje. Cuidadoso hasta el detalle, era una fanático de la preparación previa de los guiones: "es que si yo no tengo el libreto clavado en el culo, que las damas me perdonen, –dijo, señalándose la cabeza– luego no sale absolutamente nada. Yo no se improvisar". Fueron las palabras del maestro.

La deuda pendiente

Ya todos los medios escritos publicaron –publicamos– la gran pérdida que sufrimos con la muerte de Narciso Ibáñez Menta. Pero la pregunta del principio sigue vigente ¿Es ese el homenaje que se merece? Y la respuesta sigue siendo no. Todo lo que se diga es poco si no podemos ver su obra, aunque sea lo poco que queda. Con la pérdida de esas míticas cintas, no sólo nos despedimos de jirones de nuestra infancia –o de la de nuestros padres– con todas esas horas pasadas frente al televisor, también dejamos de lado grandes pedazos de nuestra historia.

La muerte del Maestro al final nos deja la imagen de unos silenciosos camarines vacíos y la dolorosa sensación de que nadie volverá a llenarlos.

Comments

Re: Narciso Ibáñez Menta, un maestro del horror

Me gustaría saber como conseguir "¿es vd. el asesino?", pues me encantaban narciso ibañez serrador y su padre narciso ibañez menta, con el que se ha cometido una injusticia, me recuerda mi niñez, por favor ¿pueden responderme?, me ecantaba esa serie asi como el ultimo reloj,Mi email;
antoniol7@hotmail.com
Muchas gracias.

Re: Narciso Ibáñez Menta, un maestro del horror

hola tengo 42 años y llege haber el hombre lobo en montevideo era un fenomeno a un lo recuerdo buenisimos saludos desde españa catalunia

Re: Narciso Ibáñez Menta, un maestro del horror

la nota me conmovio y me hizo viajar aesos lugares tan dificiles de volver a llegar como lo es la niñez perdida.

Al maestro con cariño

Espectacular la minuciosidad del informe, Maggie. Un tipo como Ibáñez Menta no merecía menos.

Recuerdo el Pulpo Negro como un programa de TV que "ponía incómodo" a un espectador de 12 años como yo en aquel entonces. La parte más aterradora: el hombre, siempre por detrás de la historia.

Fue un profesional que, aunque no quería encasillarse, hacía su trabajo en forma impecable.

Saludos

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