Neil Gaiman, guionista

Neil Gaiman
El escritor y sus diosas de taco alto

por Matias Castro

Neil Gaiman saltó a la fama guionizando Sandman, una serie que se volvió mito y referencia inevitable en la historia del comic.
Desde entonces ha profundizado su carrera como escritor, con obras como Buenos Presagios, Neverwhere o American gods, enfrentando su creatividad como autor con su imagen de estrella.

Hubo un momento, tal vez hacia mediados de 1994, en que el guionista de comics Neil Gaiman (Inglaterra, 1960) vio como su firma era lo que vendía, antes que sus historietas. La fecha corresponde al apogeo de Sandman, un comic que venía escribiendo con éxito creciente desde 1989. La serie, que llegó a tener alrededor de 250 mil lectores mensuales, finalizó hacia 1995. Para ese entonces, Gaiman se habían ganado un merecido prestigio como guionista, se había vuelto una referencia de estudios universitarios, había devuelto a los jóvenes que lo seguían el placer de leer y curiosear en bibliotecas, y había vuelto su nombre e imagen en un personaje tan vendible como los que había creado. En ese punto, recién había llegado a la mitad de su carrera. Antes y después, mucha agua pasó bajo el puente.

En 1988, los editores de historetas de la DC Comics en Estados Unidos, se arriesgaban más que hoy en día. Esa había sido una gran década para la historieta de autor, porque las editoriales venían apostando por ellos antes que por los personajes. Sin embargo, historieta "de autor" significaba una producida con cierta independencia creativa, pero total dependencia legal, ya que los derechos de cada producto (en esos tiempos de grandes ganancias) seguían perteneciendo a la editorial.

Más allá de norteamericanos como John Byrne o Frank Miller, los principales nombres nuevos que sonaban en Estados Unidos eran ingleses. Los editores habían puesto sus ojos en Gran Bretaña, y además de instalar sus filiales ahí, viajaban periódicamente en busca de nuevas plumas, teclas y pinceles. De ese grupo habían salido dibujantes (1) y guionistas escoceses, irlandeses y también españoles. Todos venían con ideas frescas y mucha energía, renovando el género de superhéroes.

Neil Gaiman era hacia 1987 un periodista cultural que escribía freelance para revistas eróticas como Penthouse y Knave, que buscaba dedicarse a la literatura, tal vez de ciencia-ficción, aunque todavía no tenía un trabajo completo. Había escrito ya algunos cuentos y poemas y publicado en algunas revistas y antologías locales. Esos primeros cuentos, reflejaban de alguna manera el estilo que puliría en el futuro: narrativa ágil y clara y temática que aludía directa o indirectamente a otros trabajos literarios. En la antología Humo y espejos reconoce por ejemplo que el cuento "Se lo podemos hacer al por mayor" (de 1983) parecía más un cuento de John Collier que suyo, aunque nada aclaraba sobre la historia "Buscando a la chica" (de 1985), relectura del cuento de Mark Twain "Mi platónica novia". Esto último, la relectura de sus propias lecturas, se repetiría luego en otros trabajos.

Una casual entrevista con el guionista inglés Alan Moore lo interesó por el trabajo de guionista de historietas. También por ese entonces, conoció a Dave McKean, dibujante e ilustrador que sería parte fundamental de su futuro trabajo. Juntos hicieron Casos Violentos, una historieta pintada, narrada en primera persona (por el propio Gaiman, que aparecía en la primera página hablando "a la cámara") y que contaba las relaciones de un niño con el mundo adulto. La sencillez y el tono autorreflexivo de la historia, recuerdan hasta cierto punto al Stephen King de "El cuerpo". El trabajo gráfico, y el literario y naturalista del texto impresionaron lo suficiente a la editora norteamericana Karen Berger (2) como para ofrecerles a ambos una oportunidad en la DC Comics.

Lo primero que hicieron en Estados Unidos fue Orquidea Negra, una miniserie que reversionaba, con tratamiento gráfico pictórico y oscuro, un superhéroe secundario de la editorial. Terminó siendo un éxito de ventas que hasta hoy se sigue reeditando.

Después tuvo la oportunidad de proponer ideas para una serie mensual. Luego de varias conversaciones se acordó que retomaría a Sandman, un viejo personaje tipo pulp y lo re-escribiría. El momento y el lugar eran los indicados, el público estaba ávido de nuevos autores, y la industria también, así que se le dio libertad para el planteo y Gaiman, por su bagaje cultural e inventiva, terminó siendo también la persona adecuada. Lo que resultó fue The Sandman, una serie que se volvió mito y referencia inevitable en la historia del comic y que proyectaría el género hasta círculos literarios y académicos.

Gaiman y Dave Mckean

Dave Mckean (Inglaterra, 1963) es la persona que inmediatamente se asocia a la de Gaiman. La carrera de este artista plástico es muy variada, va desde la fotografía, hasta el video y la música. La colaboración entre ambos es de las más prolíficas de la historia del comic y desde el punto de vista de la experimentación y de la calidad plástica y literaria de sus trabajos tiene pocos puntos de comparación, por ejemplo el caso de los argentinos José Muñóz y Carlos Sampayo. La obra de McKean, por si mismo, mezclando fotografía con pintura, escultura y tratamiento digital de las imágenes tiene pocos puntos de comparación en la historieta.

Su primer trabajo fue Casos violentos, donde Mckean utilizaba un estilo pictórico que lo acercaba al más veterano Bill Sienkewickz. Con el tiempo el trabajo de este dibujante fue evolucionando, pero casi todos los trabajos de Gaiman van con su acompañamiento gráfico. "Somos como un diagrama de Benn, dos círculos diferentes que se cruzan en cienta área", dijo Gaiman en una entrevista que el dibujante uruguayo Martín Ansín le hizo hace cuatro años en Buenos Aires. Después, con la novela gráfica Mr.Punch, en donde Gaiman intenta retomar sus supuestos recuerdos de la infancia, como un niño intentando comprender el mundo adulto. Acá el trabajo de McKean evoluciona y los frutos de años de colaboración se cosechan, ya que la libertad del planteo, que no está sujeto a viñetas ni secuencias, permite una lectura fresca del texto y una segunda pasada para las imágenes.

Lo que siempre distinguió a Sandman gráficamente son sus portadas, todas, salvo una, ilustradas con fotografías de Mckean. En ellas aparecen todo tipo de elementos, collages, pinturas, maquetas, marionetas, modelos en una combinación que no es de una portada tradicional de historieta. A veces es difícil encontrar el logotipo de la revista.

Hasta ahora las colaboraciones de los dos en historieta son contadas, pero son un buen ejemplo de trabajo en equipo, donde hay total confianza y conocimiento entre ambos. A diferencia de lo que se hace habitualmente, Gaiman le entrega a McKean el texto y los diálogos que saldrán, mas alguna sugerencia sobre imágenes, pero la mayor parte queda librada al dibujante. No es, como sucede con casi todas las historietas de Gaiman, un trabajo de guionista. En el libro Signal to noise, que trata sobre un director de cine enfermo de cáncer preparando su última película, ambos, guionista y dibujante trabajarían con total libertad. Pasando de páginas con secuencias de cuadros casi tradicionales, ya que son hecho con estilo entre pictórico y fotográfico, hasta páginas dobles con un solo dibujo y unas pocas palabras, se ve que el trabajo tomó su propia forma, más allá de lo que cada uno haya concebido individualmente. Casos así son raros, de hecho requieren de muchísima confianza y compenetración entre guionista y dibujante y no se dan forzadamente.

LA CASA DE LAS CITAS

Hay veces en que la casualidad termina siendo la musa inspiradora que por supuesto, nunca recibe crédito por su trabajo (3). Gaiman había desarrollado una primera versión de Sandman, en la que representaba al protagonista Morfeo, el dios del sueño, como definitivamente haría, pero con un tratamiento que rayaba entre el género de superhéroes y la historieta de terror y fantasía, muy cercano a lo que se estilaba en los años ´60. Un apagón cortó el fax por un par de días y le dio más tiempo. Terminó saliendo algo bastante diferente.

La historia comienza en Inglaterra, cuando una sociedad ocultista, en 1916, intenta capturar a la Muerte y termina aprisionando a Sueño, su hermano menor. A partir de ahí, y durante los setenta y dos años de cautiverio, varias personas en distintos lugares del mundo caerán por una enfermedad del sueño que los mantendrá dormidos. Sueño se libera de su prisión al final del primer número, y en los siguientes la historia se vuelve oscura, contando cómo regresa a su reino y lo reconstruye, además de castigar a sus captores y recuperar sus objetos. A partir de ahí, la historieta se diversifica y varía muchísimo y termina siendo una historieta de historias. Son cuentos, y narraciones, algunos más y otros menos sofisticados que aluden a otras historias y a veces las contienen. En el capítulo "Ramadán" además de contar una historia propia de Las mil y una noches, cita varios cuentos de la misma; en "Sueno de una medianoche de verano" y en "La tempestad" reescribe ambas obras; en la miniserie El fin de los mundos rehace el esquema de Los cuentos de Canterbury, esta vez con un grupo de gente atrapada por una tormenta en una posada. Por momentos la referencia a la narrativa oral es inevitable, principalmente en los capítulos unitarios donde Gaiman se despacha con historias breves narradas con una frescura literaria poco frecuente en la historieta y que lo ubicaba entre nombres como los argentinos H G Oesterheld y Carlos Sampayo o el propio Alan Moore.

Esas historias cortas son su marca de fábrica. En ellas, no sólo en las que aparecen en Sandman también en las que incluye en otras historietas y en sus cuentos, cambia de tema y de tono adaptándose a cada una. Antes que hechas por diferentes escritores, parecen hechas por diferentes lectores.

La literatura que se cita en Sandman, implícita o explícitamente, pasa por Chaucer, Colleridge, Chesterton, Lewis Carroll, Perrault, Dickens, Melville, Kypling, Mark Twain, hasta Stephen King, Borges y Eduardo Galeano. Muchos guiños literarios son velados, como los cuentos de Las mil y una noches citados en el capítulo de Sandman. Otros son explícitos. Otros vienen en forma de falsas citas y otros de citas auténticas. Otros son más que nada conceptuales, como el caso de Borges o el de Galeano; por ejemplo la idea de la Biblioteca de los Sueños repleta de libros imaginados pero nunca escritos o finalizados por autores reales es propiamente borgiana. Otros guiños caen en la zona gris entre el plagio, el homenaje y la coincidencia, según lo que el mismo autor ha declarado en algunas entrevistas.

Hay ciertas pretensiones en Sandman, que no es un comic pretencioso pero cuyo autor deja entrever por momentos que se ve a si mismo como un extranjero en un país más pobre y atrasado. Es pretencioso cuando en medio de la trama mezcla citas cultas provenientes de lecturas "infrecuentes", que parecen tener sólo el propósito de exhibir la erudición del autor. Por la forma en que lo ha tratado la prensa parece como si desde el mismo público de historieta viera a la literatura como un estadio superior. Sin embargo esta idea falla en Gaiman, cuyos comics, además de excelentes historietas, son buena literatura, y sus novelas podrían ser buenas historietas.

DIOSAS PROSTITUIDAS

La primera novela de Gaiman se llama Buenos presagios, escrita en colaboración con Terry Pratchet. Cuenta las peripecias de una serie de personajes para detener el apocalípsis los días previos al mismo. El tono en general es propio de una película de los Monty Python con disparates como una órden de monjas satánicas y varias ideas que sorprenden. Mantiene un buen ritmo hasta la mitad. El mismo día del apocalípsis ocupa casi la mitad de la novela, la enlentece y lo que sucede termina perdiendo interés. En American gods, la última novela, pasa lo mismo durante las 590 páginas, pero ahí el defecto responde, con seguridad, a un contrato millonario que exige un mínimo de palabras escritas.

Una idea recurrente en Gaiman es la encarnación de hechos o fenómenos en dioses. En Buenos presagios son los cuatro jinetes del apocalípsis, entre ellos el hambre y la polución. En American gods son dioses modernos que rigen la Internet y los medios de comunicación. En Neverwhere, primero serie de televisión de la BBC y luego novela, habrá una família real formada por el padre Pórtico, la madre Cancela y los hijos Arco, Entrada y Puerta. En Sandman, son siete hermanos, Deseo, Muerte, Desespero, Destino, Destrucción, Delirio y Destino, que preexisten a los dioses y existen con los hombres, ellos rigen el mundo mítico donde se desarrollan las historias que aparecen en la serie.

A pesar de crear estas deidades, no deja de remitirse a mitos ya escritos. "Las religiones son lugares donde pararse, mirar y actuar, lugares estratégicos desde donde mirar al mundo", pone en American gods. Los protagonistas de esta novela son Odín y su hijo, e incluye varias historias desparejas sobre dioses extranjeros que fueron incorporados al folclore norteamericano. En medio de la novela inserta una historia de dos niños esclavos africanos y su viaje hacia américa, que funciona perfectamente como un cuento independiente, y es una de sus mejores narraciones cortas. Sandman también remite a mitos de todo el mundo, hindúes, chinos, japoneses, bíblicos, islámicos, africanos y europeos. Por ejemplo, la recreación del mito de Orfeo y Eurídice es uno de los capítulos clave en la serie.

Los dioses están casi siempre en decadencia. Aquí Lucifer renuncia al infierno para regentear un cabaret y Astarté se dedica al striptease, o un genio conduce un taxi en Nueva York, olvidado al igual que Odin y todos los dioses nórdicos; una diosa se prostituye a cambio de adoración.

CRUCES DE MUNDOS

Algo que caracterizó sus primeros años como guionista, tal vez por herencia de su trabajo de periodista, fue el darle más importancia al lado humano de las historias. Los superpoderes no figuraban, o lo hacían muy poco, a diferencia del promedio en la historieta norteamericana proveniente de las grandes editoriales. Nunca dejó de hacer historias fantásticas, algunas más, otras menos, siempre han tratado el cruce entre el mundo real y el otro, que, según el caso, puede ser a veces un mundo subterráneo, sobrenatural o soñado. A veces un hombre puede enamorarse de una diosa y descubrir que nada puede ser perfecto, otras un dios puede hacerse amigo de un hombre al que le concede vivir para siempre y se reúnen cada cien años a tomar una copa de vino, en otro caso una amenazante figura fantasmal busca ser abrazada para morir en paz. Ya en los últimos años sus libros e historietas se han enfriado, probablemente porque sus cheques son más grandes y sus fanáticos más fanáticos.

En Neverwhere, el mundo subterráneo debajo de Londres aparece como un refugio, precisamente como Nuncajamás, pero para la gente que vive en la calle. Es el único caso en que habla de un submundo que se formó por los excluidos del otro mundo. Esta serie está justo en el punto medio de su carrera, cuando se nota en todo lo que dice y hace que trabaja a conciencia de que su nombre importa más que sus obras. La novelización parece casi la transcripción del guión con algunos agregados y cambios.

En los otros casos los cruces son circunstanciales. Siempre estos cruces se dan a través de búsquedas. Ya sean Delirio y Sueño buscando a su hermano Destrucción en el mundo real, un ángel y un demonio buscando al anticristo sobre la tierra, dos niños fantasmas buscando un niño real perdido en la tierra de los sueños, o un mortal buscando una estrella fugaz para su novia en el país de las hadas. Estas búsquedas, conducen siempre a resolver un destino mayor, de alguna manera preanunciado, pero insospechado para los protagonistas.

El esquema básico se repite en casi todos los casos, no así el tono con el que lo cuenta. La novela ilustrada Stardust es tributaria de Lord Dunsany y Tolkien. La historia misma no amerita mucha extensión, y está bien planteada en su comienzo y en su desenlace (cosa que Gaiman domina a la perfección). Sin embargo, las ideas que contiene dan para alimentar una buena cantidad de cuentos fantásticos antes que una novela más extensa. No pasa lo mismo en American gods, alargada y que parece escrita a la fuerza por alguien que ha guionado historietas durante años, con repentinos toques de inspiración que lo muestran como un buen cuentista con el mismo pulso que tenía diez años atrás.

A la altura que la escribió, Gaiman ya había dejado los comics como trabajo seriado. La serie de Sandman había terminado en 1997 y más allá de escribir esporádicamente algún guión breve, no lo hacía con continuidad.

Para cuando se cumplieron los diez años de Sandman escribió un libro especial, en el que contaba una leyenda japonesa. La historia es buena, pero no está escrita por Gaiman, como reconoce en el epílogo, sino que es la combinación de dos versiones distintas de la misma leyenda. La diferencia de estilo entre todo el libro y las últimas tres páginas, notoriamente escritas por Gaiman, es evidente.

Durante los últimos años se ha mantenido como celebridad que concurre a convenciones y a sesiones de firmas de autógrafos. Recientemente su característica campera de cuero negro se remató a 6000 dólares en e-bay. Lo más reciente de su autoría, hasta donde se sabe, es una historieta titulada Harlequin Valentine, con personajes de la Commedia del arte italiana; y Coraline, un libro para niños. Ahora mudado a Estados Unidos, desde hace dos años mantiene un diario en su página de Internet. Lo inició como parte de la promoción de American gods y lo ha continuado parece que promoviéndose a si mismo. Ahí hace cosas como relevar páginas en donde su nombre aparece, dar consejos para hacer fila por un autógrafo suyo, o contar cómo juega con una cámara digital. Esto, que es un dato extra literario y meramente anecdótico frente a lo que es su trabajo, ilustra cómo contamina el star sistem. Sandman, a pesar de su enorme popularidad, nunca pareció contaminado por el estrellato de su autor. Probablemente el desgaste de lidiar con ambas realidades, la de la intimidad del escritor y la de la sobrexposición de la estrella, fue muy desgastante. Ahora ambas situaciones siguen coexistiendo en el mismo autor, pero su producción ha bajado de ritmo. Y si su principal aporte a la historieta fue Sandman u otra cosa, el tiempo lo dirá. Por ahora, las historias de Morfeo parecen ser las que más profundamente han calado.

(1)

El dibujante uruguayo Eduardo Barreto también hizo un recorrido similar por la misma época, pasando de trabajar para Columba en Buenos Aires a trabajar para la 2000 AD en Inglaterra, y luego a Estados Unidos.

(2)

Karen Berger fue la principal responsable de que estos guionistas extranjeros tuvieran mayor libertad a la hora de trabajar para su empresa. Como editora, descubrió y pulió muchos talentos y series importantes, también fundó el sello editorial Vértigo, donde estos autores pudieron publicar con total independencia.

(3)

En el cine pasó por ejemplo con Spielberg, cuando filmaba Tiburón, que por falta de dinero para hacer un efecto convincente, no pudo mostrarlo todo lo que quería, así que lo sustituyó por escenas sugerentes y música de suspenso que veinte años después sigue funcionando.

Comments

Re: Neil Gaiman, guionista

solo e tenido la opcion de leer Buenos Presagios que me los dejo mi amiga Moria en su dia, y cuando tube opcion me lo compre, solo una mente perjudicada( en el buen sentido) es capaz de escribir un libro con un humor tan sagaz y poderoso como el que destila Buenos presagios bueno quiza Terry Pratchett y e aqui que los dos juntos han creado una novela digna de leer y recomendable un saludo.

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