Jacques Tourneur - Val Lewton: Clasicos Modernos

Jacques Tourneur - Val Lewton: Clásicos Modernos

por José Antonio López

En los comienzos de la década del ´40 hay un giro en la producciones fílmicas de horror. Ya no se trataba de asustar a los espectatadores con los clásicos monstruos sino de provocar la inquietud en formas mas sutiles.
Jacques Tourneur y Val Lewton indudablemente fueron los responsables de esta nueva forma de entender el horror.

El tándem formado en los años 40 por el director Jacques Tourneur y el productor Val Lewton dio lugar a tres de las películas de terror más celebradas de ese periodo: La mujer pantera (Cat People, 1942), Anduve con un zombie (I Walked With a Zombie, 1943) y El hombre leopardo (The Leopard Man, 1943) sorprenden y destacan entre toda la producción clásica hollywoodiense del género fantástico por su insólita modernidad.

Nacido en París en 1904, Jacques Tourneur, hijo del también director Maurice Tourneur, creció entre Francia y los Estados Unidos, ya que la carrera de su padre osciló entre los dos países. Fue en Francia donde Jacques empezó a colaborar en las películas de su padre como montador y donde llevó a cabo su debut como director en 1931. Cuatro años más tarde se establece en América y es contratado por la Metro Goldwyn Mayer, para la que lleva a cabo su primera película hollywoodiense como director, Nick Carter - Master detective, en 1939.

Por su parte Lewton era ruso, había nacido el mismo año que Tourneur y se llamaba en realidad Vladimir Ivan Leventon; se ganaba la vida escribiendo todo tipo de publicaciones, desde poesías hasta novelas pornográficas bajo seudónimo. Su contacto con el cine vino de la mano del productor David O. Selznick, del que se convirtió en asistente editorial. En 1942 fue contratado por la RKO para producir una serie de películas de terror de bajo presupuesto. Las producciones de Lewton se distinguirían por unos argumentos delirantes y si se quiere hasta grotescos sacados de las novelas y cómics baratos de la época (las famosas pulp fictions) que contrastan, al menos en los films dirigidos por Tourneur, con una factura sugerente, un exquisito uso de la elipsis y una ambigüedad que las desmarca del cine de horror de la época y las convierte en precursoras del cine moderno del género.

Cuando se puso en marcha el proyecto de La mujer pantera, en 1942, las películas de terror de Hollywood consistían principalmente en secuelas e imitaciones de Drácula, Frankenstein, El hombre lobo, La momia y monstruos varios. Estos personajes habían perdido ya entonces su valor simbólico para asustar al público, y aun tenían que pasar unos cuantos años para que la censura permitiera llevar a cabo la relectura mucho más explícita sobre las connotaciones sexuales y sociales de los monstruos clásicos que supusieron los films de la productora inglesa Hammer. En esa tierra de nadie, Lewton y Tourneur (no vamos a discutir sobre si fue más mérito del uno o del otro) tomaron los monstruos y ambientes exóticos del terror clásico y excavaron en la vertiente psicológica de esas historias, convirtiendo sus películas en las más importantes, influyentes e innovadoras del género en ese periodo.

Los artífices de La mujer pantera supieron convertir la necesidad en virtud; tal vez si hubieran dispuesto de un presupuesto mayor, no hubieran optado por un tratamiento tan ambiguo de la historia. La película habla de una mujer que se transforma en pantera; sin embargo esas supuestas transformaciones nunca se muestran, sino que se insinúan en rugidos y sombras; de hecho, la película juega con la posibilidad de que todo sea producto de la imaginación de una mujer enferma y supersticiosa, y hasta un psicoanalista –puesto que Recuerda (Spellbound, de Alfed Hitchcock) se estrena sólo dos años más tarde y estamos en años de fiebre freudiana en Hollywood– se lo explica así a Simone Simon, la protagonista del film.

Este tratamiento irónico de la película analizándose a sí misma resulta verdaderamente moderno y chocante para una producción del año 42; seguramente, es esta vanguardista doble lectura, unida al hecho de que no se muestre la transformación en pantera, librando así a la película de unas escenas de efectos especiales que por fuerza habrían envejecido mal, lo que ha hecho que La mujer pantera haya resistido tan bien el paso del tiempo, que su apreciación entre la crítica haya aumentado con los años, y lo que la ha librado del status de película casposa o divertida-por-lo-delirante, al que podría haber estado condenada por su argumento.

Todo lo dicho sobre La mujer pantera es enteramente aplicable para la siguiente colaboración del dúo, la, si cabe, todavía mejor Anduve con un zombie. Su puesta en escena onírica y su mezcla de pulp fiction de zombies, historia gótica y melodrama romántico con fuertes influencias de la novela de Charlotte Brönte Jane Eyre, hacen de ella una joya injustamente relegada a la categoría de película de culto vista por pocos. A sus méritos hay que añadir una brevedad (69 minutos de duración, todavía menos de los 73 de La mujer pantera) que convierte a sus autores en dos reyes de la elipsis y la síntesis.

Todavía más desconocida es la tercera y última colaboración de Lewton y Tourneur, El hombre leopardo, de 1943. No goza de tanto prestigio como las otras dos y por su título parecería una secuela mal disimulada de La mujer pantera. Al año siguiente, por cierto, vio la luz la genuina secuela, con el título de La maldición de la mujer pantera, producción de Lewton con los mismos actores que la primera entrega aunque con Tourneur sustituido por Robert Wise.

Siempre es difícil e inútil plantear hipótesis, pero es probable que, de no haberse conocido, ni Lewton ni Tourneur hubieran pasado a la historia del cine. El éxito de estas películas propició una carrera muy estable en Hollywood para Tourneur durante los años siguientes, de la que destacan Retorno al pasado (Out of the Past, 1947) y El halcón y la flecha (The Flame and the Arrow, 1950); más tarde, en 1958, llevó a cabo un intento bastante logrado de recuperar el espíritu de sus films para Lewton en La noche del demonio (Night of the Demon/ Curse of the Demon), con la misma atmósfera hipnótica e irreal y la misma ambigüedad de La mujer pantera o Anduve con un zombie, aunque ligeramente estropeada por la irrupción del demonio, con cuernos incluidos, en una escena impuesta por los productores con fines comerciales. Por su parte, a Val Lewton tampoco le faltó trabajo hasta su prematura muerte en 1951; continuó con sus películas de serie B, de terror y de otros géneros, aunque con ningún otro director repitió el mismo éxito comercial ni artístico.

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