Diatriba por unos calzoncillos y una capa

DIATRIBA POR UNOS CALZONCILLOS Y UNA CAPA

por Campo Ricardo Burgos López

El próximo estreno de Smallville, serie de TV que narrará los tiempos adolescentes de Supermán, incluye un hecho inédito: El (casi) Hombre de Acero saldrá al ruedo sin su vestimenta clásica, reemplazando el tradicional modelito "superhéroe" por unos jeans y una camiseta "de civil".
Las siguientes líneas dejan en claro la opinión del autor frente a estos hechos.

Leo en una nota periodística que a partir de Octubre Supermán aparecerá sin sus tradicionales capa y calzoncillos rojos en los capítulos de la serie Smallville que en Octubre estrenará el canal Warner Bros en Estados Unidos. La razón de la medida es que los guionistas de la serie (los señores Alfred Gough y Miles Millar) "consideran que los jóvenes de hoy no pueden seguir creyendo en los poderes del paladín de la justicia si este usa la ropa interior encima de los pantalones…Por eso ahora, en sus aventuras juveniles, Supermán lucirá unos jeans comunes y corrientes y una camiseta como la de cualquier mortal…" (El Tiempo, 5 de Septiembre de 2001, p. 2-11).

La verdad –y debo reconocerlo de entrada- es que esta medida no me gusta para nada. Quitarle sus calzoncillos y su capa roja a Supermán por que a una nueva generación de personas no les parece creíble, es como si empezáramos a contar la historia de Jesucristo pero sin mencionar para nada su horrible pasión y muerte, sólo por que a las nuevas generaciones les parece espantoso hablar de un hombre azotado, escupido y crucificado. Es absurdo. Así como la historia de Jesucristo demanda el apartado de su pasión y muerte para ser comprendida en su exacta dimensión, Supermán sin sus calzoncillos y su capa roja no puede ser cabalmente comprendido. Se me dirá que esos calzoncillos y esa capa roja son cursis y de mal gusto, y que por ende es mucho mejor lo que pretende hacerse en esta temporada de la Warner, eliminando tales aditamentos que restan seriedad. Pero es que tampoco aquí estoy de acuerdo ¡A mí Supermán me encanta por cursi! Por supuesto que me encanta por varias razones, pero una de las razones por las cuales me encanta es por su cursilería. A este respecto sólo me remito a recordar que lo cursi es parte fundamental de la existencia humana. El poeta Fernando Pessoa decía algo así como que "todas las cartas de amor son ridículas, y si no fueran ridículas, no serían cartas de amor". Esos versos son un bello modo de rendirle homenaje a aquello que muchos puristas consideran chabacano o de mal gusto, pero que sin embargo es auténtico en tanto lo chabacano y de mal gusto también conforman la cultura, auténtico en tanto representan un modo de vivir y de sentir.

Y es que, de otro lado, ser cursi no es malo. Hasta puede representar una ventaja. Pregúntenle a Pedro Almodóvar como es que ha logrado la resonancia internacional de su obra ¡Por ser cursi! Por qué el bolero tiene el éxito que tiene en Latinoamérica ¡Por ser cursi! Por qué cierta literatura latinoamericana gusta allende sus fronteras ¡Por ser cursi! Por qué hay grupos de rock que son inolvidables ¡Pues por ser cursis! Que algo o alguien sea cursi no necesariamente es un demérito, bien puede ser un poderoso agregado a la capacidad de significación de ese algo o alguien.

Además- volviendo al nuevo Supermán- no sé por qué esa preocupación por tornarlo serio y creíble, cuando lo cierto es que Supermán se disfruta precisamente por que carece de seriedad y credibilidad. Supermán gusta por que hay mucho de humor en un sujeto con calzoncillitos rojos que vuela por los aires representando a la justicia. Si lo que quieren es volverlo serio, deberían ponerle a volar con saco, corbata y maletín de cuero, y no con ese uniforme que se ponen todos los jóvenes para verse "diferentes" que son los manoseados "jeans y camiseta". Los jeans y camiseta sólo harán ver a Clarkcito Kent como "uno más igual a todos", no como "uno diferente a los demás" (Y es que aquí hay que insistir en que Supermán no sólo es un superhéroe por defender la justicia y poseer grandes poderes, sino por tener el valor de salir a la calle con una facha tan cirquera sin siquiera sentir un átomo de verguenza). Por otra parte, es por lo menos iluso creer que Supermán ganará en credibilidad poniéndole jeans y camiseta. No se necesita ser Stephen Hawking para saber que todas las maravillas que ejecuta Supermán en las historietas (volar, disparar rayos equis desde los ojos o desplazarse a velocidades insospechadas) no tienen ninguna base física. Son solamente eso: Historietas, es decir, fantasía.

Me molesta que a Supermán lo despojen de su capita y sus calzoncillitos por que siento que allí está comenzando un irreversible proceso que llevará a ese personaje de mi infancia a tornarse en algo cada vez más gris y aburrido. Ya imagino ese Supermán del futuro: Tan sofisticado en sus gestos y actitudes como cualquier ministro de hacienda, pero por eso mismo tan soso y tan provocador de bostezos como todos los ministros de hacienda que en el mundo han sido. Tan de buen gusto como tantos pontífices del arte, pero por eso mismo tan falto de vida y de carne como todos los pontífices del arte. Ese Supermán del futuro se ruborizará de aparecer en historietas y sólo empezará a figurar en los mamotretudos abstracts científicos de alguna facultad de la Universidad de Harvard ¡Qué horror!

A los señores de la Warner habría que recordarles que los superhéroes en general (sean Spiderman, X-Men o Supermán) son superhéroes justamente por que son ridículos, si los despojan de su ridiculez, ipso facto dejan de ser superhéroes. En segundo lugar, habría que decirles que si hoy ceden en el asunto de los calzoncillitos y la capita, tan sólo están cediendo a una moda temporal y están olvidando aquello que tan sabiamente sentenció Don Octavio Paz: Lo que hoy consideramos de buen gusto, es solamente lo que mañana llamaremos cursi".

Bogotá, Septiembre de 2001