Soy Leyenda, la novela o la película

“Soy Leyenda ” vs “ Soy un éxito de taquilla”

Por Jorge Oscar Rossi

La clásica novela de Richard Matheson sufrío su tercera adaptación al cine, con un resultado tan decepcionante como el de sus predecesoras.

“En aquellos días nublados, Robert Neville no sabía con certeza cuándo se pondría el sol, y a veces ellos ya ocupaban las calles antes de que él regresara. Durante toda su vida, la hora del crepúsculo estaba relacionada con el aspecto del cielo, y por lo general, prefería no alejarse demasiado.
Paseaba alrededor de la casa, bajo una luz grisácea y débil, con un cigarrillo en la boca y un hilo de humo por encima del hombro. Comprobó que las ventanas no tuvieran alguna madera suelta. Los ataques más violentos dejaban tablones rotos o medio arrancados, y debía remendarlos. Odiaba esta tarea. Hoy afortunadamente, sólo faltaba un tablón.”

Así empieza Soy Leyenda y así aparecen ellos, apenas mencionados: “...a veces ellos ya ocupaban las calles antes de que él regresara...”

Ellos...los vampiros.

Si, vampiros, como los de Drácula y antes de Drácula. Vampiros vulnerables al ajo y la cruz, que no se reflejan en los espejos y que mueren por la estaca. Robert Neville los mata, día a día y les teme, noche a noche, atrincherado en su casa. Solo.

Neville trabajaba en una fabrica antes del desastre que cambió su mundo. Era un tipo común, que a aquellos que leyeron el Eternauta les recordará un poco a su protagonista, Juan Salvo. Como Salvo, Neville era un hombre ordinario expuesto a una situación extraordinaria.

Ahora esta solo, el ultimo humano en una tierra de vampiros. Tiene una rutina diaria: Arregla su casa, sella sus ventanas, arma cuerdas donde colgar ajo y elimina los cadáveres de vampiro que aparecen tirados en su césped.

“Sólo faltaba una hora y los asquerosos bastardos rodearían la casa. Tan pronto como se pusiera el sol, aparecerían.” Tan simple como eso, y lo peor es que muchos de esos “asquerosos bastardos” antes habían sido vecinos de Neville.

A propósito del protagonista, Robert Neville no es un modelo de equilibrio psíquico: Se emborracha regularmente y su animo oscila entre la desesperación y alguna esporadica oleada de optimismo.

La mayor parte de la novela está dedicada a los esfuerzos de este hombre para conocer las causas de la plaga que ha transformado a toda la humanidad, excepto a él.

En lugar de explicaciones sobrenaturales, encuentra una “base científica” para entender la vulnerabilidad a estacas y luz del sol, así como la aversión al ajo y a los espejos, el ansia de sangre fresca, y la resistencia a las balas.

Ya que estamos, hagamos una breve ficha

Título original: I Am Legend
Traducción: Jaime Bellavista
© 1954 by Richard Matheson
© 1971 Ediciones Minotauro

Hablemos del autor

Esto nos trae a don Richard Matheson, que con el nombre de Richard Burton Matheson nació en Allendale, Nueva Jersey, el 20 de febrero de 1926.

Este descendiente de inmigrantes noruegos creció en Brooklyn y estudió en el Brooklyn Technical School. Después cumplió servicio militar como soldado de infantería en la Segunda Guerra Mundial.

En 1949 se licenció en periodismo por la Universidad de Missouri y en 1951 se mudó a California. Se casó en 1952, y tres de sus cuatro hijos (Chris, Richard Christian y Ali Matheson) también son escritores y guionistas.

Matheson se inició en la literatura publicando sus cuentos en el periódico Brooklyn Eagle. Ya en California, comenzó a escribir relatos de fantasía, terror y ciencia ficción, publicados desde 1950 por la revista Magazine of Fantasy and Science Fiction.

En 1954 apareció Soy Leyenda.

Tres años después adaptó para el cine su novela El hombre menguante, publicada en 1956.

Entre otras cosas, se destacó como guionista de varios capítulos de la serie televisiva La Dimensión Desconocida (Twilight Zone) y de Kolchak: The Night Stalker.

También hizo el guión de Duel (Reto a muerte, 1971), la primera película dirigida por Steven Spielberg, donde el Plymouth de Dennis Weaver es acosado por un camión asesino.

“¿Y la película? Mejor dicho, ¿y la ultima película?. ¿Este tipo piensa hablar de un libro de hace cincuenta y pico de años y no va a hablar de la película?”

Escucho los aullidos de algunos lectores y me da ganas de decir que no, que no quiero hablar de la película, que ya hablaron muchos de la película y de Will Smith, que lo mío es la literatura, que no sé nada de cine...

Sin embargo, reconozco que solo después de ver la película se me ocurrió escribir algo sobre el libro. Ocurre que hace unos días arrastré a mi esposa hasta un cine IMAX, situado en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, (República Argentina, para más datos). Para los que no sepan que es IMAX, les cuento que es un cine con una pantalla de 20 metros de altura y 26 de ancho, donde se pasan películas en las tradicionales dos dimensiones (como fue el caso de Soy Leyenda) o en formato tridimensional.

Allí vi Soy Leyenda. La pantalla, muy linda. A Will Smith lo vi más grande que de costumbre, lo que no fue de extrañar porque esa era la idea. El sonido, un poco fuerte. Antes me comí un pancho (o hot dog, como quieran). Después me tomé un café. El día era caluroso pero adentro del cine se estaba bien. Después me volví a casa. Mi esposa confirmó su opinión de que las películas de ciencia ficción son para tontos e infantes, pero eso no es nada nuevo.

“¿Y la película?”, me preguntan.

Veamos.

Ya que estamos, hagamos una breve ficha

Soy leyenda (I Am Legend, EE.UU./2007). Dirección: Francis Lawrence. Con Will Smith, Alice Braga, Dash Mihok, Charlie Tahan y otros. Guión: Mark Protosevich, basado en la novela de Richard Matheson. Fotografía: Andrew Lesnie. Música: James Newton Howard. Presentada por Warner. Hablada en inglés. Duración: 99 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 16 años.

Juguemos a comparar

En Soy leyenda libro (SLL), Neville es, como dijimos, un tipo común, “Era un hombre alto, tenía treinta y seis años y su ascendencia era inglesa y alemana. En su rostro, nada llamaba especialmente la atención, excepto la boca, ancha y firme, y los brillantes ojos azules,...”, dice Matheson.

En Soy leyenda película (SLP), Neville, encarnado por Will Smith, es un militar y además un brillante científico que no pudo hacer nada para contener la diseminación del virus que eliminó a la mayoría de la humanidad y transformó en mutantes al resto.

El Neville de SLL se emborracha regularmente y parece más loco que cuerdo. Está desesperado, angustiado y deprimido por largos periodos.

El Neville de SLP hace gimnasia, corre en la cinta, juega al golf, se alimenta bien y mantiene una rutina para conservarse en su sano juicio.

El protagonista de SLL es un sobreviviente que se defiende como puede y aguanta, sin saber cual es el sentido de permanecer vivo cuando todo lo que una vez conoció está definitivamente perdido. Al principio ni se le ocurre intentar una cura para la pandemia que acabó con el mundo. Cuando lo intenta, arranca como lo haría cualquiera de nosotros que apenas vimos un poco de biología en la escuela, es decir, como un completo ignorante.

El protagonista de SLP está pertrechado con la más avanzada tecnología, tiene un superlaboratorio y su vida está dedicada a encontrar una cura para la enfermedad. Esa es su tarea. Él estuvo comisionado desde el principio para combatir el virus y lo va a seguir haciendo. A él no le van a ganar.

Los vampiros de SLL, son eso, vampiros. Odian al ajo y la cruz, no se reflejan en los espejos y hay que matarlos a golpe de estaca. Hay distintos tipos de vampiros, los “muertos” y los “vivos”. La distinción es muy importante, fundamental. Los que lean el libro verán que los vampiros hablan, entre otras señales de cultura e inteligencia.

Los vampiros de SLP son un montón de zombies descerebrados que solo saben morder. En alguna escena, el que parece ser un líder muestra alguna emoción más refinada que la pura furia pero, en general, es todo aullar, patear, golpear y, más que nada, morder.

Los finales de SLL y de SLP son absolutamente distintos, conceptualmente distintos, ideológicamente distintos. No vamos a contarlos, pero me limitaré a decir que Soy Leyenda – La película es tan políticamente correcta, de principio a fin, que da asco.

Me explico, antes de que me insulten demasiado.

Desde luego que los efectos especiales de la película son buenos, así como las escenas de acción. Incluso uno se asusta bastante y se identifica con el bueno de Will Smith, que hace muy bien de Will Smith y bastante bien de Neville. Uno se entretiene. Es un lindo producto de Hollywood y parece que se viene la secuela, dado el éxito de taquilla.

El problema es que lo más original del libro fue tirado a la basura.

Vamos al libro y leemos este dialogo entre una “vampiresa” de nombre Ruth y nuestro protagonista:

“—Robert Neville —dijo—, el último representante de la vieja raza.
El rostro de Neville cambió.
—¿El último? —murmuró, sintiendo de pronto sobre él el peso de una profunda soledad.
—Así parece al menos —dijo ella indiferente—. Realmente eres el único. Cuando desaparezcas, no quedará nadie como tú en nuestro mundo.”

“Vieja raza”, “nuestro mundo”.

¿Quién habla así?: ¿Un monstruo, una rareza, una anormal...o el resultado de la evolución?

Por eso, en la novela, la pregunta que queda flotando es ¿quién es el monstruo aquí, los vampiros o Neville?. En la película, en cambio, la pregunta fue reemplazada por una certeza abrumadora: los monstruos son los vampiros, Neville es el bueno. Listo, no se discute. Hay que matar a los monstruos o “curarlos” con una vacuna, que los transforma otra vez en humanos, es decir, en los buenos.

Para esta versión hollywoodense, los vampiros, cual los comunistas en una época o los “terroristas islámicos” en la actualidad, son el MAL. El Teniente Coronel Robert Neville, el Ser Humano, es el BIEN. Al MAL solo se lo puede exterminar o redimir (“curar”, en la película). Una típica visión blanco-negro.

Una aclaración tal vez innecesaria: Matheson es un muy buen escritor y por eso no se anduvo con grandes disquisiciones pseudo metafísicas. Sabía que estaba haciendo una novela y no un tratado de Ética, así que narró con aparente simpleza. Digo “aparente simpleza” porque es condenadamente difícil escribir así. Aunque el tema propuesto sea complejo, consiguió un libro fácil de leer, atrapante, de esos que uno no quiere largar hasta terminar. A diferencia de modernos escritores de CF que escupen trilogías y parece que, más que por palabra, les pagan por kilo de papel, esta es una novela corta.

Recordemos que Matheson escribió en plena Guerra Fría, así que perfectamente podría haberse contagiado del maniqueísta planteo “nosotros somos los buenos, ellos son los malos”, muy común en relatos de CF de la época. Estos delirios no empezaron el 11 de septiembre de 2001. En cambio, Matheson hizo un tour de force, o en criollo, dio una vuelta al tema del vampiro (mejor dicho, del monstruo en general) y se salió del libreto. Por eso su novela sobrevivió el paso del tiempo y no quedó siendo “una de vampiros”.

Su personaje, Robert Neville, es un humano, con lo bueno y lo malo, lo grande y lo pequeño de tal calidad.

¿Es también un héroe?

Depende del concepto de héroe que tengamos en mente. Si, por héroe entendemos a aquel que representa los más altos valores de una comunidad (la estadounidense, por ejemplo), el Neville interpretado por Will Smith sería un héroe.

En cambio, si los héroes son esos hombres aparentemente comunes que, frente a lo extraordinario y sobrecogedor, reaccionan y se plantan, luchando aunque lleven todas las de perder, aunque quizás no tengan razón y aunque ni siquiera sepan que sentido tiene luchar, el señor Robert Neville creado por Richard Matheson es sin dudas un héroe. A su lado, el Teniente Coronel y eminente virologo Robert Neville es simplemente un tipo bueno y muy testarudo que cumple con su deber, hasta el final.

Comments

Re: Soy Leyenda, la novela o la película

Sin haber visto la película todavía, algo me dice que voy a coincidir con éste comentario...
Hollywood sigue "procesando" guiones para transformarlos en generadores masivos de dinero. Hace poco vi por cable "El Hombre Menguante" de los '50, el respeto a la obra original es notable. Esto ya no pasa, lamentablemente (ej. Yo robot)

Re: Soy Leyenda, la novela o la película

Totalmente de acuerdo con vos, no sólo estropean los buenos libros sino que las películas como por el ejemplo "El perfume" los destruyen y sólo hacen lo que a modo de ver y entender del guionista que muchas veces carecen de cerebro y sentido común.
Saludos y mis respetos.
Nati

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