Ciencia Ficción en España III

ELIA BARCELÓ, ARMANDO BOIX, JULIÁN DÍEZ Y JAVIER NEGRETE: ¿CÓMO ANDA LA CF EN ESPAÑA? (PARTE III)

por Jorge Oscar Rossi

Aqui presentamos la tercer y última entrega de la entrevista conjunta a cuatro de los más importantes autores españoles de ciencia ficción. En esta parte se profundiza en los comienzos de cada autor, se aportan ciertas consideraciones sobre los e-books y se habla de los nuevos proyectos.

Ahora, en esta tercera y ultima parte, llegó el momento anhelado en el que los cuatro autores se desnudan para nosotros y nos confiesan sus secretos mas íntimos, donde nos enteramos de todos aquellos detalles sórdidos que tanto queríamos saber pero que no nos atrevíamos a preguntar, esas cosas que constituyen la parte jugosa de un buen reportaje...
Aunque, mirándolo bien, acá no hay nada de eso.

Tampoco es un buen reportaje, (con estas preguntas, los entrevistados hicieron lo que pudieron).
Y, para jugo, me quedo con el de naranja.
De todas maneras, hermano lector, ya que llegaste hasta aquí, ¿que cuesta hacer un pequeño esfuerzo más?

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    AHORA QUE NOS CONOCEMOS, CUENTENNOS UN POCO SOBRE USTEDES

    QD: ¿Cómo se acercaron a la CF ? ¿Cuales son los escritores que mas los impactaron y por que?

    Julián Díez:

    Yo fui uno de los muchos niños que quedaron cautivados por La guerra de las galaxias, y aún antes por una serie (que luego volví a ver y era horrible) llamada Espacio 1999. Después tuve la suerte de que en la biblioteca de mi colegio tenían unas antologías de la editorial Acervo, veinte volúmenes, que devoré varias veces: a los doce años ya había leído a Ballard, a Dick, a Aldiss... A la vez, leía muchas novelas policiacas, pero las ediciones económicas que aparecieron por entonces en España de cf, en la editorial Ultramar y en Bruguera, me permitieron acceder a obras que me cautivaron. Tuve mi periodo típico de adolescencia en el que sólo leía cf, aunque luego lo superé.
    Recuerdo haber leído con verdadera sorpresa algunos cuentos de Dick. Y, por supuesto, como cualquier joven, adoraba a Asimov. Sin embargo, creo que el primer autor del que busqué sistemáticamente libros fue Silverberg, que hasta hoy me parece un maestro injustamente valorado en relación a sus méritos.

    Elia Barceló:

    Mi acercamiento a la CF fue convencional: en mi primera adolescencia. Mi padre leía mucho ensayo científico y, de vez en cuando, novelas de CF. Él me inició en Verne y Wells –los clásicos que él había leído en su juventud- y después, prácticamente juntos, pasamos a la colección Nebulae, que tenían completa en la Biblioteca Municipal de mi pueblo. Luego empecé a comprarme Nueva Dimensión y a leer todo lo que caía en mis manos sin grandes distinciones de calidad o procedencia. A los doce años, fui con él a ver 2001, una odisea del espacio, y eso me marcó. Descubrí que yo quería participar en el mundo de los que hacían cosas como esa.

    De todas formas, y a pesar de que yo siempre he sido una lectora omnívora, los autores de Cf que más me marcaron fueron los ya mencionados, al principio, y después Bradbury, Orwell, y Ursula Le Guin (de estos toda su obra). Los tres hacen gran literatura –es tan importante lo que cuentan como la forma en que lo cuentan-, tratan temas de profundo alcance humano y se preocupan primordialmente del impacto que ciertos desarrollos tienen en las personas, en lugar de enamorarse de los planteamientos pseudocientíficos, como hacen otros. Philip K. Dick fue, un poco más adelante, otro gran descubrimiento, así como James Tiptree Jr., Joanna Russ y algunas cosas de George Martin. De los más modernos, me gustan Ian McDonald y Connie Willis, aunque no toda su producción.

    Javier Negrete:

    Cuando yo era niño resultaba más difícil acceder a los libros que ahora, pero a cambio tenían para mí un atractivo especial, casi mágico. En mi casa había una colección de bolsillo, RTV (muchos lectores casi o ya cuarentones la conocerán, sin duda), y en ella devoré no sé cuántas veces un pequeño manual sobre el Cosmos y las novelas 1984 y 2001. Tenía también Los propios dioses de Asimov, que me sigue pareciendo una gran novela. Además, venía a mi barrio un Bibliobús (ya podéis imaginaros, una biblioteca ambulante), y allí encontré una colección de Acervo titulada Antología de novelas de anticipación. Mis hermanos y yo nos la bebimos entera. Muchos títulos se me quedaron grabados, aunque yo no conocía a los autores. Con el tiempo descubrí que esos señores que me habían impactado tanto se llamaban Lovecraft, Ballard, Dick… Casi nada, ¿verdad? Hablo de cuando tenía ocho años y leía todo lo que caía en mis manos, pero estaba deseando siempre encontrar unas migajas de ciencia ficción. Leer era un vicio, pero la cf era… la droga dura.


    Armando Boix: Nunca he considerado la ciencia ficción como un compartimento estanco, sino como una rama más del frondoso árbol de la literatura fantástica.
    De hecho, desde muy jovencito, sentí una inclinación natural por ese tipo de narraciones imaginativas, aunque decantándome preferentemente por el terror y la fantasía. Siendo un adolescente, mi autor predilecto era H.P. Lovecraft, y todavía sigo guardándole cariño, aunque ahora soy mucho más consciente de sus deficiencias. Más tarde empecé a leer ciencia ficción como una prolongación natural a placer por las historias fantásticas.

    QD:

    Julián, ¿Por qué te volcaste a las reseñas y ensayos y no a escribir CF?

    JD: Supongo que por mi profesión. Soy periodista profesional, con lo que escribir una reseña es algo que me lleva apenas veinte minutos, me resulta muy sencillo. Casi lo mismo puedo decir con los ensayos, si tengo la idea clara los escribo de tirón. Los cuentos me resultan más complicados, obviamente, y caigo por tanto presa de la pereza: al cabo de un día de trabajo puedo escribir en ocasiones hasta quince o veinte folios, y continuar después se hace trabajoso. Además, me interesa mucho la idea de sacar a la cf del ghetto, de darla a conocer y brindar una imagen lo más seria posible de ella. En España no hay muchos lectores, y creo que podríamos atraer más si la cf diera una imagen de literatura válida, no sólo de diversión. Quienes quieren (o queremos...) naves espaciales, ya llegan al género de por sí. Ahora es necesario buscar a quienes gustan de la literatura y rechazan la cf por prejuicios absurdos, pero en ocasiones generados desde el propio género con su afán por diferenciarse de ese "establisment" obtuso que le rechaza.


    QD: Javier, ¿por que decís que te sentís más cómodo escribiendo novelas que cuentos?

    JD:

    Hasta ahora ha sido así, tal vez porque soy más lector de novelas que de cuentos y domino mejor los recursos narrativos en esta distancia: estructura, tramas, personajes… Pero no siempre tiene por qué ser así. Algún día daré una sorpresa, lo prometo.

    QD: Elia, ¿Cual es tu "formato" preferido para escribir, novela o cuento?

    EB:

    No tengo un formato favorito; todo depende de la idea. Unas ideas dan para un relato, otras para una novela corta, o para una larga o incluso para una trilogía. De todas formas, a mí me encantan los relatos y pienso que son el mayor desafío para un escritor.

    QD: ¿Cual es su método de trabajo?

    EB:

    Alguien dijo que lo mejor es trabajar regularmente para que, si llega la inspiración, te pille trabajando. Esa es mi postura. Yo trato de sentarme al teclado todos los días, salvo cuando tengo muchas clases o un congreso o algo fuera de la rutina normal. No creo que la inspiración lo sea todo –aunque es muy importante- sino que más bien creo en el trabajo, en la práctica, en la mejora constante que supone ir haciendo oficio, veteranía. Incluso un pianista como Rubinstein hacía ejercicios todos los días.

    Normalmente escribo por las mañanas, aprovechando que mis hijos están en la escuela y la casa está tranquila, pero si estoy muy metida en una novela que me apasiona, escribo a toda hora, como sea y, aunque esté la casa llena de gente y de música. No tengo graves dificultades de concentración cuando sé qué quiero y adónde voy. Y además siempre me ha resultado desagradable la portura de "genious at work". El que yo escriba no debe coartar la libertad de las otras personas que viven conmigo y la escritura es, para mí, muy importante, pero no está en primer lugar. Lo primero es mi familia, mis amigos, la gente a quien quiero. Si ellos me necesitan, eso va antes. Luego, rápidamente, a escribir.

    JN:

    Normalmente las ideas maduran en mi mente durante mucho tiempo. Siempre tengo varias novelas en la cabeza, dando vueltas como rollos de películas. Cuando una novela ha crecido y, sobre todo, es lo bastante concreta como para que yo mismo me la crea, la empiezo a escribir. Después, dependiendo de lo cómodo que me sienta con su redacción, sé si la voy a terminar o no. Me paso mucho tiempo sin escribir, pero cuando me lanzo a ello pierdo la noción de las horas y, según algunas personas que me rodean, hasta del mundo exterior. A pesar de que escribo rápido, me gusta repasar constantemente lo que llevo, y trato de conseguir estructuras cada vez más equilibradas en las que no sobre nada.

    AB:

    Cuando disponía de tiempo era sumamente disciplinado, marcándome un número de páginas fijo para escribir cada día, no levantándome de la silla hasta haber cumplido. Ahora, cuando mis obligaciones profesionales casi no me permiten dedicarme a la literatura, me he de reconocer como un vago rematado y sólo escribo cuando me apetece de veras, lo cual
    ocurre muy de tarde en tarde. La verdad es que escribir es una labor solitaria y un poco agradecida, por lo común, y en la vida hay muchas cosas interesantes para hacer además de permanecer sentado tras un teclado.

    QD:¿Que cuento o novela les dio mayores satisfacciones y por que?

    EB:

    Uno de mis primeros relatos –La dama dragón- sigue siendo uno de mis favoritos porque fue la primera vez que logré usar mi vocación literaria en un tema de ciencia ficción escribiendo una historia compleja, acronológica y con varios narradores que, sin embargo, fue muy bien recibida por los lectores. Más adelante La estrella, que consiguió el beneplácito del público, ganando un Premio Ignotus. Luego Ritos, que fue prácticamente mi primer relato de fantástico general y, aunque pasó casi desapercibido, me dio mucha satisfacción como escritora.

    En novela, por supuesto, El mundo de Yarek, que ganó el premio UPC y supuso para mí una confirmación en el sentido de que se puede hacer CF literaria y verse reconocida

    JN:

    Desde el punto de vista literario, mis últimas novelas para el UPC, Buscador de sombras y El mito de Er me parecen las más logradas. Argumentalmente, en este mundillo de la cf habrá opiniones para todos los gustos. Algunos me suelen acusar de cierta falta de originalidad, o de que no hay sorpresas en mis libros. Yo soy partidario de llevar los relatos adonde hay que llevarlos y sembrarlos de pistas que guíen al lector, sin trampas, giros abruptos o personajes que aparecen de no se sabe dónde o que de pronto cambian de conducta sin saber por qué. Si hay sorpresas o giros, procuro prepararlos.

    AB:

    La novela que más disfruté escribiendo fue "El sello de Salomón", porque desde hacía mucho tiempo estaba deseando escribir una historia de aventuras y fantasía que uniera mi gusto por las narraciones de capa y espada y los relatos sobrenaturales. No ha sido la me mejor se ha vendido, por desgracia, pero sí la que recuerdo con más cariño. Y digo recuerdo, pues, una vez corregidas las galeradas y publicado el texto, nunca vuelvo a leer la obra: siempre encuentro cosas que me gustaría corregir y como la novela ya es pública no puedo hacerlo, lo cual me pone muy nervioso. Por lo que se refiere a los relatos, el rincón predilecto de mi corazoncito es para "El ayudante de Piranesi". Con ese cuento gané mi primer premio literario, señalándome que iba por buen camino.

    QD: ¿Cuál es su posición acerca de autorizar la publicación de cuentos en sitios de Internet o fanzines. Lo pregunto porque algunos autores se niegan a hacerlo salvo que les paguen sus derechos.

    EB:

    Yo no estoy en contra de hacerlo porque la publicación en Internet ayuda mucho a cumplir uno de los principales objetivos de un escritor, que es encontrar lectores para su obra. Pero también me parece comprensible y realista la postura que aboga por un pago justo del trabajo invertido. A un traductor se le paga casi siempre porque todo el mundo reconoce que ha hecho un trabajo, a veces muy intenso. A un escritor se intenta muchas veces no pagarle con el pretexto de que, como casi siempre trabaja en otra cosa, además de la creación, escribe por gusto y no hay por qué pagarle el placer de escribir.

    Yo he dado mis relatos a fanzines, revistas y últimamente también para publicación en la Red, sin ningún pago, pero cada vez más empiezo a verme en la situación de que me piden textos para revistas y diarios profesionales y entonces, obviamente, quiero que me paguen mi trabajo.

    JN:

    Depende del caso. Los fanzines son una plataforma ideal para nuevos escritores, o para aquellos que, aun teniendo talento, ven la literatura como una afición para sus ratos libres. Yo pretendo ganarme la vida, o al menos mejorarla, gracias a mis novelas, y veo la literatura como un trabajo que ofrece grandes compensaciones, pero también muchas ataduras e ingratitudes; y como trabajo que es, quiero cobrar una remuneración digna por él.

    AB:

    Si fuera Stephen King a lo mejor me fastidiaría ver mis obras colgadas en una página web, pero como yo no vivo de la literatura no me resulta enojoso en modo alguno. Incluso me gusta. Evidentemente, no puedo autorizar que se distribuyan por la red mis novelas, pues ahí ya entra el derecho adquirido por mis editores a explotar la obra, pero con los cuentos, como en su mayor parte sólo cedes el derecho de una única publicación, no tengo ningún problema en permitir su distribución electrónica.

    QD: Que opinan del e-book ¿es el futuro para que los escritores den a conocer sus obras, es un mero complemento o una fantasía?

    JD:

    Creo que un complemento. Yo mismo lo utilizo, de alguna forma, con los cuentos que me enviaban para Gigamesh o los que recibo para Artifex. Tengo una agenda portátil, una Palm Pilot, y en lugar de imprimir los textos los cargo en la agenda con un programa compatible con Word y los leo ahí. Pero amo el formato libro, como mucha otra gente. El "objeto libro" no es sustituible, a mi juicio, porque es mucho más cómodo y tiene un componente fetichista incuestionable. Otra cosa es que, seguramente, las formas en las que entendemos la industria cultural van a cambiar por una relación más directa entre creador y consumidor, en particular en ámbitos que carecen de ese componente fetichista como el de la música. Todo ello, posiblemente, será un avance, pero resultará muy traumático y supongo que nos dirigimos hacia un periodo de auténtica crisis al respecto.

    EB:

    Cuando el e-book se convierta en algo manejable, que quepa en el bolso, que no te arruine los ojos y que se pueda leer tumbado en un sofá, entonces estaré totalmente a favor. Mientras tanto, a pesar de que estoy enamorada de mi Palm, prefiero leer libros de papel y que mis novelas aparezcan en papel y se puedan oler y tocar.


    JN: De momento es algo que no acaba de arrancar, como sucede con todo lo relativo a las tecnologías de la información. Yo leo mucho por ordenador, pero agradezco tener un volumen que tocar, hojear, oler, y me encanta tener las estanterías repletas de libros aunque sea una lata por el espacio que ocupan y el polvo que acumulan. Si el e-book llega a ofrecer un formato realmente atractivo, con una definición tal que no fatigue la vista, pone a nuestro alcance un gran número de textos y además reduce sus precios, supongo que acabará triunfando. Aunque no creo que llegue a arrinconar del todo al libro tradicional.

    Sin embargo, como ya he dicho, los escritores de cf no solemos acertar…

    AB:

    Me encanta su concepto. El hecho de poder tener en el disco duro del ordenador, en un CD o en la memoria de tu Palm un montón de novelas y cuentos a los que acceder rápidamente me parece maravilloso.
    Lamentablemente, leer una obra muy larga en pantalla sigue siendo mucho menos placentero que tumbarte con un libro en las manos. Pero quién sabe, con el tiempo a lo mejor la tecnología nos ofrece un aparatito realmente cómodo para poder leer los libros electrónicos en el sofá o camino de la oficina.

    QD: ¿Se manejan con un agente literario?, ¿Les parece necesario o útil tener uno?

    EB:

    Hace un tiempo pensé que podía serme útil, ya que vivo tan lejos del mundo editorial español, pero no funcionó, a pesar de que me puse en contacto con un par de ellos. Hasta ahora me ha ido muy bien sin agente y siempre he conseguido colocar mis manuscritos. En el futuro próximo, sin embargo, voy a firmar un contrato de representación para evitarme todo el trabajo que supone hacer contactos, negociar condiciones, buscar editoriales extranjeras para la traducción y todas esas cosas. Yo ya tengo mi trabajo de profesora universitaria y mi escritura y la verdad es que no tengo tiempo –ni vocación- para llevar toda la parte de negociación y administración, que empieza a hacerse cada vez más exigente.

    JN:

    No tengo agente. Sin embargo, creo que cuando mi carrera literaria avance un poco más intentaré recurrir a uno (o a una, porque suelen ser mujeres). En este mundillo los contactos y las opiniones autorizadas son casi imprescindibles.


    AB: No tengo agente literario. Lo cierto es que mi producción es corta y no recaudo cifras millonarias de derechos de autor, por lo cual ni soy atractivo para ellos ni yo necesito demasiado sus servicios. Donde sí son realmente útiles son a la hora de vender los derechos para la edición en el extranjero. Hasta ahora sólo la primera de mis novelas, "El Jardín de los Autómatas", ha sido traducida fuera de España, a lo que hay que sumar un par de relatos escritos para antologías francesas. Pienso que con un agente quizá podría difundirse más mi obra fuera de mi país.

    QD: ¿Cuales son sus actuales proyectos en materia literaria?

    JD:

    Sigo con Artifex, y aunque ya no tenía tiempo (ni ganas: fueron ocho años en la brecha) de seguir dirigiendo Gigamesh, sí creo que habrá en la revista artículos míos con frecuencia. Además, he comenzado en 2001 una serie de entrevistas con escritores españoles de ciencia ficción, buscando un perfil humano que no se ha tratado hasta ahora. Por otra parte, la buena acogida de "Las cien mejores novelas de ciencia ficción del siglo XX", que coordiné para La Factoría de Ideas, hace posible nuevos trabajos de ensayo para esa editorial. Y hay algunos otros proyectos de los que aún es mejor no hablar, siguiendo en esa idea de dignificar el género en este momento en que se ha abierto un resquicio para conseguirlo.

    EB:

    Siempre tengo más proyectos que tiempo para realizarlos. En la actualidad estoy terminando una novela juvenil ambientada en Brasil, que ya tiene editor; una novela generalista para público adulto, con la que estoy muy avanzada, y tengo un compromiso con la editorial que publica mis casos criminales para lectores jóvenes, para entregarles el tercer caso policíaco en el plazo de dos años. Supongo que mientras tanto escribiré también algún relato y nunca se puede descartar que me surja la idea para otra novela de manera fulgurante.

    JN:

    Estoy reescribiendo la primera novela de fantasía que intenté publicar, La jaula de la buena suerte. Por otra parte, tengo entre manos una novela cuya acción transcurre en parte en nuestros días y en parte en la época del Holocausto. Y hay varios proyectos más que de momento son carpetas y lecturas, pero que irán saliendo a la luz.

    AB:

    No muchos. Como he apuntado, en los dos últimos años he escrito muy poco. Tengo una oferta para escribir un guión cinematográfico, pero todavía no he decidido si voy a embarcarme en el proyecto.

    QD: Algunos autores aseguran que nunca trabajarían por encargo de una editorial, teniendo que ceñirse a pautas de tiempo de entrega, extensión y tema. Otros no tienen inconvenientes e incluso están los que se sienten más cómodos de esa manera que trabajando con absoluta libertad. ¿Cómo es en sus casos?

    EB:

    Un escritor profesional debe ser capaz de aceptar un encargo, si le interesa, y cumplirlo. Yo procuro llevar las dos líneas: las novelas para lectores adultos las escribo con completa libertad de tema y tratamiento y luego trato de colocarlas en la editorial que me parezca más adecuada. En las juveniles ya tengo la experiencia de que me encarguen un texto para una colección concreta, con ciertas pautas. Lo he hecho ya y me ha gustado mucho. Supongo que, siempre que el encargo me parezca atractivo –o que sea un desafío- seguiré aceptándolo, porque no tengo la sensación de que eso coarte mi libertad creadora.

    JN:

    He trabajado de encargo, pero sólo me han puesto pautas, bastante flexibles, en cuanto al plazo de entrega. Lo hice con La mirada de las Furias y ahora, de alguna manera, lo estoy haciendo otra vez. Me encanta que las editoriales me encarguen libros, en vez de tener que despellejarme los nudillos aporreando sus puertas. Saber que mi obra va a ser publicada me tranquiliza, y eso, precisamente, me da más libertad, y no lo contrario.

    AB:

    No me importa trabajar con fecha fija y con contrato previo. De hecho, tener ese tipo de condiciones es un poderoso estimulante para sacudirse la pereza. En alguna ocasión se me ha ofrecido la redacción de algún libro por encargo y si lo he rechazado es porque no disponía de tiempo suficiente para asumir el compromiso, no porque la idea me repeliera.
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