Sobre Final Fantasy
Espíritus digitales
por Gabriel Alvarez
Cuando el año pasado se estrenó Final Fantasy, se género un gran polémica sobre el hipotético fin de los actores de carne y hueso. Mas allá de las discusiones, la película pasó -incomprendida- prácticamente desapercibida para la mayoría de los habituales asistentes a las salas cinematográficas...Quizás fue culpa de la Disney con su ya legendaria Tron, pero desde hace rato los videojuegos y el cine han mantenido relaciones peligrosas. Relaciones que aparentaron estrecharse peligrosamente en los noventa, cuando tuvimos una pequeña invasión de películas inspiradas en exitosos juegos electrónicos como Super Mario Bros., Street Fighter y Mortal Kombat, por solo nombrar los ejemplos mas..... ¿respetables?
Evidentemente, hasta el día de la fecha, se trata de un subgénero bastardo, y como todo subgénero aparece y desaparece cuando menos se lo espera. Sin ir mas lejos, el año pasado amenazo –por un breve instante– pertenecerle a las versiones fílmicas de video-games de culto, con dos películas de distinto valor e intenciones.
La que mayor atención atrajo fue, por curvas obvias, Tomb Raider. La otra, realizada íntegramente con gráficos digitales en 3D, estaba inspirada en un exitoso y ya añejo juego de estrategia, que a esta altura va por su octava o novena versión para Playstation. Claro que este último film apuntaba a algo mas que pasar un rato divertido observando, con la boca abierta, como la generosa anatomía (muy generosa) de Angelina Jolie desafía todas las leyes de gravedad posibles.
En su momento, a días de estrenarse comercialmente, genero un debate innecesario sobre la presunta muerte del cine con actores de carne y hueso. Sin embargo, cuando este año se abrió una categoría especial en los Oscars para este tipo de films nadie chisto.
Es cierto, esta película no es tan delirante como Shrek, o tan adorable como Monsters Inc., pero al igual que las recién mencionadas, estas producciones tratan de mantener en segundo plano los avances técnicos que las rodean y desarrollan una historia del mejor modo posible, a pesar del gran aparato comercial y despliegue tecnológico que las sustenta.
Lo mas sorprendente es que en estas películas suelen verse personajes bien definidos, con motivaciones y objetivos claros, que curiosamente escasean en muchas de las recientes superproducciones de entretenimiento masivo... protagonizadas por seres de carne y hueso.
Justamente, en Final Fantasy hay muchísima caracterización, pero nada de caricaturización, a pesar de tomar estereotipos heroicos muy concretos. La acción se desarrolla en un futuro cada vez menos lejano, donde no se pone en tela de juicio la inexorable integración entre lo humano y lo maquinal, pero si se cuestiona el respeto por el terreno que nos aloja (Los espíritus internos a los que alude el subtítulo del film). Logrando –si cabe el termino– una suerte de "ciencia-ficción espiritual", porque mas allá de la eterna lucha entre el bien y el mal, aquí hay un profundo conflicto entre los creyentes y los que se niegan a creer.
Básicamente, estamos frente a un film para adultos, donde no hay homenajes truchos o robos descarados a grandes películas del género (algunos todavía los llaman citas!!!), ni chistes forzados que buscan aligerar el drama.
Pero obviamente, no todo es un desperdicio de originalidad: en Final Fantasy se dan cita el infaltable paisaje post-apocalíptico impuesto por John Carpenter en su Escape From New York; las escenas de combate y camaradería entre los soldados que acompañan a la Dr. Aki Ross en su desesperada cruzada por resolver una devastadora invasión de espectros alienígenas están notablemente inspiradas en el impagable Aliens de James Cameron... y finalmente, dado que sus directores y gran parte del equipo técnico provienen del Japón, hay una marcada influencia del anime: mucho ritmo, mucha violencia y algo de melodrama existencialista, aunque no tan edulcorado como de costumbre.
Evitando los innecesarios excesos visuales de Matrix o la decepcionante remake de El Planeta de los Simios, Final Fantasy es una aventura digital con la mirada puesta en los años ochenta, cuando se hacían buenas piezas de entretenimiento mas allá de la última novedad técnica y el discurso políticamente correcto del mes... que genera rechazo –seguramente– por lo poco acostumbrados que estamos últimamente a ver una película entretenida y con ambiciones pequeñas.
© Mayo 2002