Un Péndulo entre el amor y el odio

Un Péndulo entre el amor y el odio

por Iván de la Torre

Comenzando los años ochenta, la ciencia ficción argentina contaría con una nueva revista del género: El Péndulo. Tan combatida como defendida, esta publicación -dirigida por Marcial Souto- se ganó un lugar indiscutido como principal promotora de la CF en aquellos tiempos. Este artículo recorre las diferentes etapas de El Péndulo en un repaso necesario a poco mas de veinte años de su primera aparición.

Comenzando los ochenta, la ciencia ficción argentina contaría con un nuevo bastión, tan combatido como defendido. Esta es una manera de recordarlo, a poco mas de 20 años de su primer aparición.

 

El primer Péndulo: entre la ficción y la realidad.

 El primer Péndulo comenzó a mecerse en 1975, cuando Jaime Poniachick y Marcial Souto le propusieron a Andrés Cascioli la creación de una revista de ciencia ficción. El "rodrigazo" obligó a sepultar el proyecto durante 4 años.

En 1979 Andrés Cascioli y Marcial Souto pudieron revivir el sueño en un formato que combinaba ciencia ficción, fantasía, terror e historietas: la primera época de El Péndulo estaba en marcha.

 

Esta primera época duró cuatro números con clásicos de Theodore Sturgeon ("Las manos de Bianca"), Damon Knigth ("No acabara con un estallido"), Robert Sheckley ("Mundo Petrificado") y R. A. Lafferty ("Parten"); con Breccia versionando a Lovecraft, Poe o los clásicos infantiles y artículos de Elvio E. Gandolfo y Pablo Capanna.

Cierto desentendimiento en la fórmula de la revista, sumada a los costos que no podían cargarse al precio de venta terminó con el proyecto.

Segunda Epoca: las cosas mas claras.

"Estamos tratando de hacer algo diferente de lo que hemos visto hasta ahora en las demás revistas del género"

Respuesta a una carta

 

El éxito de la revista Hum(R) llevó al archivado Péndulo a la luz. Esta vez volcado totalmente a la fantasía y la ciencia ficción. Era mayo de 1981.

La segunda época presentó una clara línea de acción: ofrecer un producto literario que pudiera mostrarse en cualquier librería, utilizando para ello dibujantes y plásticos de nivel. El formato era libro-revista y tanto la tapa como el papel era de calidad.

El Péndulo

buscaba diferenciarse de las antiguas fórmulas y para eso marcaba un nuevo camino entre la literatura a secas y la cf. mas experimental de los 60 y 70, sin olvidar clásicos del cincuenta y del cuarenta, especialmente la obra cuentística de Alfred Bester y en menor medida Jack Vance o Theodore Sturgeon. Todo acompañado por excelentes traducciones de Carlos Gardini.

A pesar de su obvio deseo de diferenciación, El Péndulo incluiría la clásica sección de información, en este caso bautizada Crónicas Terrestres, con subsecciones a cargo de Elvio E. Gandolfo (Polvo de estrellas y Libros enterrados), Vinelli (Cine) y, -ocasionalmente-, Gardini y Capanna (crítica de libros o comentarios). Lo mas interesante era Libros enterrados, donde se llamaba la atención sobre títulos mal distribuidos.

Entre ellos se anotaron en su momento obras de Fritz Leiber ("Las canciones secretas"), Richard McKenna ("Los agonistas de Casey") y Charles G. Finney ("El circo del doctor Lao"). Seguramente no pocos lectores descubrieron nuevos clásicos gracias a estos comentarios.

Comentarios aparte, por cierto, merecen las mininotas que escribió Sergio Gaut vel Hartman. Entre ellas "La CF Soviética: El fenómeno Strugatski" (El Péndulo 5) y "Una Nueva Dimensión", homenaje a la revista decana de la cf. española (El Péndulo 8), donde esbozó un deseo que no se cumplió: ¿quien escribiría una nota cuando El Péndulo cumpliera 14 años o 140 números?

En Este Número se hacía un repaso de los cuentos del número, junto con una breve biografía de los autores y fotos de los mismos. Detalle muy agradecido por los lectores, debido a la escasa difusión de los escritores de cf. en ese momento..

Los artículos, generalmente a cargo de Pablo Capanna, contaban con buen nivel de redacción e investigación. Capanna, -que se habia iniciado con un libro llamado "El sentido de la ciencia ficcion" (1966)-, escribió notas sobre J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis e Isaac Asimov; pero su mejor desempeño se vió en los trabajos que dedicó a Cordwainer Smith, autor sobre el que luego publicaría su libro "El Señor de la Tarde: Conjeturas en torno de Cordwainer Smith" (1984).

El correo fue, como siempre, el termómetro donde podían leerse los gustos del público; desde el principio se notó la separación de los lectores en dos partes: una que intentaba rescatar los clásicos y pedía a Clarke, Asimov y Bradbury, y otra, -del lado de la revista-, que apoyaba la inclusión de escritores de la "new wave" inglesa: Aldiss, Moorcock y Ballard; paulatinamente, sin embargo, hubo un creciente descontento por ambos bandos. Los autores mas representativos empezaron a repetirse demasiado y se levantaron críticas contra la excesiva inclusión de Cordwainer Smith (favorito de Souto) o Bunch, y la poca participación de autores que venían afianzándose, como John Varley, George R. R. Martin, Angela Carter, Orson Scott Card o Lisa Tuttle.

Esto generó un punto de quiebre: El Péndulo había esbozado una propuesta de cf. como literaria seria, con una diagramación y traducción cuidadosa, que proponía un distanciamiento con respecto a otras revistas como Nueva Dimensión.

Su selección de material incluía un amplio panorama que no se centraba exclusivamente en Estados Unidos y que permitio descubrir autores "exóticos" como el brasileño Andre Carneiro, el noruego Jon Bing, el sueco Sam Lundwall y los italianos Inisero Cremaschi y Claudio Ferrari; y en el ámbito latinoamericano a Elvio E. Gandolfo, Carlos Gardini y Sergio Gaut vel Hartman; Angélica Gorodischer, que había publicado un cuento en el segundo numero de Nueva Dimension ("El ayer de las ratas"), también halló su lugar allí, junto con el uruguayo Mario Levrero, a quien se le publicó su novela "El Lugar", en el único número especial que se llegó a publicar (El Péndulo 6)

A pesar de estos buenos propósitos, la critica general creció basada en un claro antagonismo hacia el sentimiento de producto elitista, que excluía el formato normal de las revistas de ciencia ficción y se volcaba a un experimentalismo algo difuso, que, -supuestamente-, alejaba compradores. La revista no contaba con demasiado apoyo a juzgar por las cartas de lectores que sentían que sus deseos no eran escuchados, al continuarse con portadas que no permitian a un potencial comprador adivinar de que trataba la revista; o cuentos que se volcaban a problemáticas y estilos alejados de la cf tradicional.

Este distanciamiento no impediría que una propuesta de Sergio Gaut vel Hartman en el número 6 fuera el estímulo necesario para la creación de El Círculo Argentino de Ciencia Ficcion y Fantasía el 27 de febrero de 1982, institución que desempeñaría una importante tarea durante dos décadas, y que contaría con su propia revista poco después (Sinergia), dirigida por el mismo Hartman.

Lamentablemente, después de este auspicioso hecho, la segunda época de El Péndulo llegaba a su fin, debido a la escasa venta del mismo comparada con otros títulos de la editorial. Sin embargo, su cuidadosa tarea de difusión de autores nacionales y extranjeros, así como la calidad de su traducción y presentación sería imposible de negar: El Péndulo se habia convertido en un hito a pesar de las críticas adversas.

Muchos fanzines salieron después de su cierre; entre ellos Cuasar de Luis Pestarini y Monica Nicastro, Nuevomundo de Daniel Croci y El Unicornio Azul de Claudio Noguerol.

Marcial

Souto volvería con la segunda época de Minotauro, que produciría once números, siguiendo la línea de El Péndulo y el mismo staff, aunque en una versión mas modesta. El último número del mismo estaba dedicado exclusivamente a la cf. argentina y mostraba el crecimiento en calidad y número de autores y lectores que se había alcanzado.

Esto se reflejaría en la tercera época de El Péndulo, que se estaba acercando.

El Péndulo: lo mejor de la segunda en tercera.

"El Péndulo es, sin duda, la mejor revista de cf. en contenido, presentación y diseño que se haya publicado jamas en cualquier sitio."

Sam J. Lundwall (1985)

 

Cuatro años mas tarde, en septiembre de 1986, comenzó la tercera época de El Péndulo. Continuando la línea de la segunda época en estilo y diagramación; la única diferencia notable era la casi inexistencia de correo (aparecería en el número 14 únicamente), y la separación de las Crónicas terrestres en dos partes, una al principio y otra al final de la revista.

Los autores seguían siendo representativos de los 60 y 70 -Brian Aldiss, Robert Silverberg, Cordwainer Smith, James Tiptree Jr., Barrington Bayley-; pero había una apertura hacia nuevos valores como Gardner Dozois (que se haría famoso dirigiendo el Isaac Asimov Magazine), Kim Stanley Robinson y Michael Bishop; permitiéndose la inclusión de clásicos de la vieja guardia como H. L. Gold (mítico editor de Galaxy), Theodore Sturgeon y Jack Vance.

Un rasgo notable era la creciente inclusión de material nacional; los consagrados incluían a Carlos Gardini, Mario Levrero, Eduardo Abel Gimenez y Romelio Ramos Signes, la mayoría de los cuales habían colaborado en la anterior El Péndulo o en la segunda época de Minotauro, (razón por la cual aun hoy la revista recibe acusaciones de "amiguismo"); los nuevos eran Luisa Axpe, Cristina Siscar, Leonardo Moledo o Eduardo Stilman, prácticamente desconocidos para el lector común de cf.

Capanna

seguiría colaborando con lucidos artículos, uno de los cuales ganaría un premio de El círculo argentino de ciencia ficcion y fantasía. Era "La nariz de Cleopatra y el teniente Bonaparte", tratado sobre ucronías, eucronías e historias paralelas según diferentes libros de cf. Su punto débil era que el título mas nuevo que analizaba era de mediados de los 70... algo atrasado para 1986.

Dos artículos importantes fueron los de Sam Lundwall y Stanislaw Lem: el primero estudiaba la etapa pulp de la cf., remarcando el camino que debía seguirse para desprenderse de los estigmas que aun perseguían al género; el segundo analizaba la obra de Philip K. Dick, marcando la diferencia entre su trabajo y el de sus colegas. Tan feroz fue el enfoque de Lem que le causó el repudio de la SFWA (Asociación de los Escritores de Cf. de América).

La tercera etapa terminaría en el número 15 (Mayo de 1987); razones de costos y escasa difusión bastaron para que El Péndulo durmiera su anteúltimo sueño. La mayor acusación esgrimida, (aparte de la repetición de muchas de las anteriores), era la escasa difusión del ascendente movimiento ciberpunk, atemperadas las críticas de elitismo gracias a un ascendente Chichoni y reconocidos artesanos como Fortín, que habían adecuado sus dibujos a la temática de la revista.

Cuarta etapa: ¿es hora de partir?

En los 90, El Péndulo volvería como antología, incluyendo material nacional e internacional, y luciendo el arte inconfundible de Chichoni, que había, para ese entonces, ilustrado varias libros de la colección Minotauro.

A pesar de la buena acogida y venta, el proyecto solo llegó al segundo número, que incluían un extenso análisis de Capanna sobre la obra de J. G. Ballard, y obras de este, así como de Ana Maria Shua, Mario Levrero y Vlady Kociancich.

Definir lo que significó El Péndulo en la cf. argentina, tanto en difusión como en dinamismo, calidad y ejemplo sería difícil, pues marcó una nueva forma de publicar cf. alejando de sus tapas a las naves espaciales y dando mas espacio a la plástica, permitiendo a una nueva generación de escritores mostrar su trabajo, amén de descubrir obras olvidadas, analizar a los mejores exponentes de décadas anteriores y actualizar la visión de narrativas como la brasileña o la italiana, sirviendo de estímulo para ellas, como se señaló a partir del resurgimiento de Futuro, la mítica revista italiana.

El punto mas controvertido sigue siendo la repetición de autores emblemáticos de Souto (Ballard, Dick, Smith, Silverberg), que aparecieron invariablemente en todas las publicaciones que dirigió; lo que no quita méritos a su trabajo.

Finalmente, no es inútil recordar que varios de los autores que surgieron en esos años siguen hoy publicando. Basta citar "El libro de la Tierra Negra" de Carlos Gardini, "Idios Kosmos: Claves para Philip K. Dick" de Pablo Capanna o el número especial de Axxon dedicado a Sergio Gaut vel Hartman.. El propio Marcial Souto ha vuelto, con una colección de libros de bolsillo para Plaza y Janes, que, a un precio popular y con una edición cuidada, a publicado a Samuel Delany, Robert Sheckley, Brian Aldiss, Theodore Sturgeon, Robert Silverberg y Mario Levrero.

Esperamos que la vieja revista que todos supimos leer vuelva, porque ¿Quien dijo que la cuarta es la vencida? Nosotros esperamos la quinta, cuando El Péndulo vuelva a mecerse.

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