Los largos años, de Ray Bradbury

Un recorrido por Los largos años, de Ray Bradbury

por Federico Rivero Scarani

Asimov aborda la literatura desde distintos ángulos; desde la ficción y también desde el género de la difusión científica.

Los robots tienen fundamentos científicos. El avance actual de la ciencia manifiesta que los robots son perfectamente posibles. De hecho, la Ciencia Robótica toma ideas de Asimov para desarrollar los actuales robots. El término robot deriva de la palabra checa robota, que significa trabajo forzado. Un robot es una máquina controlada por una computadora que realiza tareas manuales específicas. La robótica es la integración de las computadoras con los robots.

En el cuento “Los largos años” (1950), Bradbury presenta a un personaje: “el señor Hathaway” como un hombre talentoso, ingenioso, fuerte, ya mayor, perseguidor de un sueño. El título remite al tiempo transcurrido en la soledad de Marte (25 años) y son “largos” porque no tuvo más contacto con los hombres.

Vivió en un planeta (Marte) con su mujer y sus hijos, los vio morir y se quedó completamente solo. Los enterró y volvió a la casa. Bajo esa presión de desesperación y para aplacar la soledad que lo aturdía, creó réplicas de su familia. Utilizó su habilidad manual, ingenio, memoria e inteligencia para recomponer cada parte de lo que perdió. De alguna forma los remplazó para poder sobrevivir a ese dolor. Los hizo exactamente iguales a lo que eran, con sus emociones propias creando una copia perfecta.

Vivió su vida en una rutina monótona, era perfecta pero aburrida, por eso el tiempo se hacía largo. Mientras se preguntaba qué estaría pasando en la Tierra, soñaba, anhelaba con que los vinieran a buscar, eso implicaba cambiar su vida, pero era un hombre que no se resignaba fácilmente, sino que tenía esperanzas de que todo cambiaría; no abandonaba su sueño: “salía a mirar la Tierra en el cielo con las manos extendidas”.

Por otro lado, siente remordimientos con su familia humana por haberla reemplazado y se siente obligado a explicar que lo hizo para poder seguir viviendo.

Les enseñó a sus robots a no llorar, no quería que supieran hacerlo, decía que: “ nada peor puede ocurrirle a un hombre que saber cómo estar solo y cómo estar triste y ponerse a llorar”. Les explicó paso a paso cada cosa;  acá se aplicaría la segunda ley de la Robótica; ellos le obedecieron hasta el final, les fueron fieles a sus enseñanzas hasta después de su muerte.

Los hizo a la perfección, pero su perfección se volvió en contra ya que no logró, por ejemplo, que envejecieran. El tiempo pasaba y él se iba poniendo viejo, mientras que su familia no.

Si bien los quería como si fueran su familia ya que lo acompañaron gran parte de su vida y llenaron ese vacío existencial, él no era completamente feliz y en cierto modo sentía esa soledad que lo agobiaba.

Con el pasar del tiempo se hicieron costumbre, estaba orgulloso de su creación, los aceptaba y los quería como a su verdadera familia; se había convencido del mundo que se había creado él mismo. Ellos fueron de gran ayuda porque pudo esperar el retorno de la nave. El autor en este cuento plantea el tema del tiempo, el cual está presente durante todo el transcurso de la narración. El capitán Wilder y algunos tripulantes que llegaron a Marte después de recorrer el sistema solar,  sospechan de la juventud de la familia y de ciertas actitudes mecánicas de los mismos. Cuando muere Hathaway el capitán no sabe qué hacer con los robots. Aquí se cumpliría la tercera ley porque en un momento piensa en destruirlos pero no puede,  se da cuenta de que tienen derecho a vivir; son buenos, gentiles, fieles hasta el final ya que hacen lo mismo que él: “la mujer sale y mira el cielo con las manos en alto”, sin ningún motivo.

ALGUNOS APUNTES ANALÍTICOS.

El cuento comienza con la presencia del viento marciano que contrasta con la tranquilidad de la familia Hathaway que se encuentra dentro de la casa de piedra calentándose al fuego. El narrador omnisciente (que sabe todo) hace referencia a la Guerra nuclear que hubo en la Tierra. Y utiliza una metáfora para describir a Marte:  “Marte era una tumba”.

   A continuación describe cómo una tormenta se desata en Marte sobre los cementerios y las “antiguas ciudades” (reliquias de la cultura marciana que fue extinguida). El protagonista sale, cuando amaina la tormenta, a ver a la Tierra y la ve “verde y brillante”. Se pregunta sobre el destino de la Tierra; luego nace en él una esperanza: “Alguien puede venir …” Hathaway le dice a su mujer (diálogo directo) que va a salir a dar un paseo y camina entre ruinas de antiguas ciudades marcianas de cincuenta siglos. Esto nos demuestra lo antiguo de la civilización marciana que en pocos años fue destruida por el ser humano que quiso colonizar el planeta.

   Llega a un cementerio y le habla a las “cruces” pidiéndole perdón por lo que hizo (crear una familia de robots, pero que todavía los lectores no saben nada hasta más adelante del cuento). Al regresar volvió a mirar el cielo y vio una llamita roja que es indicio de un cohete que vendría a rescatarlos; su emoción es tan grande que llora.

   A la madrugada va hacia un pueblo llamado Nueva Nueva York y lo prende fuego para que lo vean desde el cielo; el narrador utiliza una metáfora para ilustrar el hecho: “…la ciudad se abrió en grandes flores ardientes y luminosas”.

   Alegre por el suceso abre una botella de vino para celebrar. El protagonista eufórico hace una serie de preguntas retóricas dirigidas a su familia. En una de estas nos informa  que estaban “investigando la técnica quirúrgica marciana”, de hecho nos demuestra que eran científicos; pero que se retrasaron cuando llamaron a todos para volver a la Tierra y se quedaron solos en Marte.

Recalca que sin ellos no hubiese podido sobrevivir, que se hubiera matado…, mientras tanto brindan con las copas, pero su mujer, sus dos hijas y su hijo, derraman el vino sobre sus bocas. Esto es un indicio de que no son humanos porque sino hubieran bebido normalmente.

   Transcurre el tiempo interno de la obra:  “A la mañana …” El fuego había resultado como señal para el cohete. En tanto la familia se dedica a las tareas domésticas. Hathaway  se dirige al cobertizo y en este encuentra una serie de inventos que había hecho. El narrador se sirve de la metonimia (tomar una cosa para representar el todo, los dedos representan al protagonista con sus cualidades) para referirse a él: “…dedos delgados, eficientes y nerviosos …” Saca un pollo congelado hace varios años para celebrar la llegada de los tripulantes del cohete que es su esperanza para salir de Marte.

Hathaway corre y nuevamente siente un dolor en el pecho; esto es señal de que estaría enfermo del corazón por los años y por la emoción.

Se detuvo esperando a que bajara el cohete. Con sorpresa  ve que baja el capitán Wilder (personaje de otra expedición a Marte). Se establece un diálogo entre ellos recordando los tiempos pasados. Hay alegría en ambos personajes. Hathaway alude al ascenso del capitán Wilder para que no se metiera en asuntos políticos en Marte, y éste le dice que recorrió Júpiter, Saturno y Neptuno. Hablan sobre la posibilidad de exterminio en la Tierra a la que Wilder quiere volver y Hathaway le pide que lo lleve con su familia; a todo esto el capitán recuerda a su familia, ya hace veinticinco años, aquí se expone el tiempo transcurrido. Hathaway lo invita a desayunar y el capitán da la orden de abandonar la nave por parte de los tripulantes.

   Los personajes junto a veinte tripulantes comienzan a caminar hacia la casa del protagonista. Pero éste tuvo que parar para descansar porque su corazón le latía muy fuerte. Un médico atiende a Hathaway, aunque éste también era médico, y le da una píldora.

Hay un cambo de escena: la casa de Hathaway quien le presenta a su familia. Alice, su mujer,  “…titubeó (…) como pidiéndole instrucciones…” Alice le estrecha “vigorosamente” la mano al capitán, esto demuestra una fuerza desmedida para una mujer. Les presenta a sus hijos: Marguerite, Susan y Jhon.

   El capitán Wilder comienza a desconfiar de la edad de la familia de Hathaway; incluso un tripulante, Williamson,  también desconfía de la edad de los personajes, a lo que el capitán lo manda en secreto a averiguar algo… La familia se comportaba “normalmente”, mientras el padre se sentía orgulloso. Mientras siguen charlando los personajes, el capitán toca el brazo de Marguerite quien no se inmutó. En tanto Hathaway se tocaba el pecho.

   Llega Williamson pálido porque regresó del cementerio donde verificó la muerte de la familia Hathaway:“Muertos a causa de un virus desconocido. Julio de 2007”.

Cuando Hathaway quiso celebrar por su familia y por el encuentro con los tripulantes, cayó y le pidió a Wilder que se despidiera de su familia; al instante muere.  El capitán Wilder le informa a Alice, su esposa, que murió y le pregunta cómo se siente. A lo que ella argumenta que Hathaway nunca les enseñó a llorar ni a ponerse tristes. De alguna manera esto que comunica la esposa demuestra que aun siendo robots tienen consciencia de sí mismos.

El narrador a través de la visión de Wilder describe a Alice; y le confiesa que “los hizo muy bien”.  La “mujer” dice que su esposo estaba muy orgulloso de ellos y que los aceptaba tal cual eran, como su familia,  “Y en cierto sentido lo somos”.

Alice le cuenta a Wilder de forma natural, como un ser vivo, las costumbres de Hathaway, pero que no pudo realizar una cosa: que envejecieran, mientras él lo hacía. Wilder le propone enterrarlo en el cementerio de las cuatro cruces (su mujer y sus tres hijos).  Alice le toca la muñeca a Wilder y diceEstoy segura”.

Se realiza el cortejo fúnebre. Wilder se pregunta cómo vivir en un planeta sin familia que ha muerto y quedarse a solas con el viento y el silencio. Pero argumenta, consolándose, que un hombre hábil como Hathaway podía construir todo lo que quisiera incluso una familia de androides.

Cambia la escena: vuelven al cohete.  Williamson le pregunta al capitán qué harán con ellos. El capitán no sabe y le da un arma: “-Si usted es capaz … Yo no lo soy”. A los cinco minutos vuelve Williamson diciendo que lo trataron bien cuando llegó con el arma y que no pudo, que sería un asesinato. De esta manera reconocen el derecho a “vivir” a los robots. Wilder se maravilla de ellos, y vuelve a la casa a saludarlos.

Hacia el final del cuento hay una especie de moraleja (es un intento de dejar una enseñanza). El narrador describe una situación de soledad en la que queda la familia, con la presencia constante del viento como una especie de símbolo de soledad. La familia atiende el fuego como por costumbre “sin ningún motivo”, como autómatas. La costumbre, año tras año, de mirar el cielo, “sin ningún motivo”, hace que ella mire la Tierra verde,  “sin saber por qué mira”, luego entra y echa unos leños al fuego, mientras “el viento sigue soplando y el mar muerto sigue muerto”.

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