Hombres del Futuro (1947): Una revista pionera en la ciencia ficción argentina
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Hombres del Futuro (1947): Una revista pionera en la ciencia ficción argentina
En su corta vida Hombres del Futuro logró dejar su marca entre las publicaciones especializadas locales, varios años antes de la aparición de la mucho más longeva Más Allá.
Además de recorrer su contenido, este artículo reconstruye la breve y agitada vida de esta revista de la Editorial El Tábano.
por Carlos Abraham
Nota: este ensayo fue publicado en las revistas Nautilus (Argentina, 2005), Galaxia (España, 2005) e Iberoamericana (Estados Unidos, 2013) y en el libro Las revistas argentinas de ciencia ficción (Buenos Aires: Tren en Movimiento, 2013). Todos los derechos reservados.
En Estados Unidos, durante el período 1890-1910, uno de los emprendimientos editoriales más populares (y, por lo tanto, rentables) estuvo constituido por las revistas pulp, que ofrecían literatura de entretenimiento para un público masivo. El primer ejemplo es The Argosy, fundada en 1882 por Frank A. Munsey. Fue seguida por otras similares como All-Story Magazine (1905) y The Scrap Book (1908), también editadas por Munsey. Se caracterizaban por dar predominio a la ficción por sobre los artículos de índole periodística (la tardía All-Story Magazine, como su nombre lo indica, ya publicaba ficción exclusivamente) y por combinar historias de diversos géneros.
Sin embargo, a medida que evolucionaba y se consolidaba el mercado lector (a través de procesos como el ascenso económico de las clases medias y bajas, la creciente alfabetización, el aumento de la población urbana y del tiempo dedicado al ocio), estos pulps de contenido diverso y heterogéneo fueron quedando relegados. Surgieron así pulps especializados, orientados específicamente a los gustos literarios concretos de ciertos grupos de consumidores. Entre las principales tendencias, podemos señalar las historias de detectives como Detective Story Magazine (1915), Black Mask (1920), Amazing Detective Tales (1930) y Thrilling Detective (1931); de aventuras selváticas como Jungle Stories (1931); de aventuras orientales como Oriental Stories (1930) y The Magic Carpet (1933); los westerns como Western Stories (1919); las historias aéreas como Bill Barnes (1934) y Wings (1928); las historias deportivas como Dime Sports Magazine (1935); el terror como The Thrill Book (1919), Horror Stories (1935) y especialmente Weird Tales (1923) y las historias de erotismo light como Spicy Mistery Stories (1934) y Spicy Adventure Stories (1934). Surgieron también pulps dedicados exclusivamente a la ciencia ficción, como Amazing Stories (1926) y Astounding Science Fiction (1930).
En Argentina y Latinoamérica ocurrió un proceso similar, pero al tratarse de un mercado cultural periférico las fechas son ligeramente posteriores. Las revistas paradigmáticas en este sentido son Caras y Caretas(Argentina, 1898) que combinaba relatos gauchescos, detectivescos, fantásticos y de ciencia ficción con crónicas periodísticas y cuadros de costumbres, y Emoción (México, 1934) que bajo su subtítulo Magazine Quincenal de Aventuras publicaba una amplia variedad de géneros literarios, desde ciencia ficción hasta relatos de hazañas deportivas.
En el caso argentino, la especialización se produce hacia fines de los años veinte. Surgen pulps de aventuras como Hombres Audaces (1936-1954); de terror como Narraciones Terroríficas (1939-1952); de deportes como La Novela Deportiva (1937); de hazañas aéreas como Ases del Aire (1947); detectivescos como Magazine Sexton Blake (1929) y Colección Misterio (1930) y de vaqueros como El Coyote (1944) yPueblos del Oeste (1951). En algunos casos se trata de simples traducciones de revistas norteamericanas; en otros, como ocurre con Narraciones Terroríficas, aparecen abundantes aportes de autores hispánicos.
Como es previsible, en este abanico de revistas pulp no podía faltar la ciencia ficción. Entre las principales publicaciones figuran las mexicanas Los Cuentos Fantásticos (1948), Enigmas (1955), Ciencia y Fantasía(1957) y Fantasías del Futuro (1958) y las argentinas La Novela Fantástica (1937) y Urania (1953). En este marco, pese a la primacía cronológica de la revista de La Novela Fantástica, dirigida por Héctor Zappalorti, la primera del género en lengua castellana en tener una difusión verdaderamente apreciable es la que ocupa este ensayo.
Hombres del Futuro fue una publicación de corta vida, ya que sólo aparecieron tres números entre agosto y octubre de 1947, publicados por Editorial El Tábano, situada en Avenida de Mayo 1333; un cuarto número, anunciado para noviembre, jamás llegó a los kioscos (como era usual en los pulps, no se vendía en librerías). Su título estba inspirado en una revista congénere, la norteamericana Captain Future, que ostentaba el acápiteMan of Tomorrow.
La Editorial El Tábano requiere una mención especial. Era una subdivisión del diario vespertino Crítica, fundado en 1913 por Natalio Botana; de hecho, su nombre proviene del epígrafe del periódico: “Dios me puso sobre vuestra ciudad como a un tábano sobre un noble caballo para mantenerlo despierto. Sócrates”.1 Crítica era un diario popular, sumamente demagogo, y dedicaba la mayor parte de sus páginas a noticias deportivas y cruentas crónicas policiales. Botana, siguiendo las corrientes de la prensa norteamericana, adoptó portadas con grandes dibujos y titulares, a la manera de los periódicos de Hearst y de Pulitzer, y fue dejando desfasadas las plomizas portadas de competidores locales como La Prensa y La Nación. Siempre atenta al gusto popular y a las tendencias de EE.UU., Crítica editó varias publicaciones paralelas, entre las que destaca la Biblioteca Crítica, cuyo primer número data de diciembre de 1924, y donde aparecieron varias novelas de ciencia ficción (El mono, de Maurice Renard; El soviet en Marte, de Alexei Tolstoi; La guerra de los mundos y Hombres como dioses, de H.G. Wells y El nuevo Adán, de Noelle Roger). También fueron relevantes Emociones (1947) y Episodios (1947), revistas de historietas de aventuras, orientadas tanto a adolescentes como a adultos, y la publicación en folletín2 de El enigma de la calle Arcos, de Sauli Lostal, que la publicidad del diario presentaba como “la primera gran novela argentina de carácter policial”. Debido a estos antecedentes, es comprensible que Crítica probara suerte con una revista de ciencia ficción, género que estaba haciendo furor en EE.UU.3
Hombres del Futuro era una típica revista pulp, aunque con sus 27, 5 cm x 19,5 cm poseía unas dimensiones ligeramente superiores a las acostumbradas en ese tipo de publicaciones. La cantidad de páginas era constante: 130 en los tres números. Contenía abundantes ilustraciones interiores que representaban las principales escenas de los relatos y amenizaban la lectura.
La contratapa de todos los ejemplares de Hombres del Futuro anunciaba que se poseían los derechos exclusivos para utilizar el material contenido en las revistas Captain Future, Startling Stories, Thrilling Wonder Stories, Planet Stories y Astounding Science Fiction. Sin embargo, nunca aparecieron textos tomados de Planet Stories (circunstancia quizá atribuible a la escasa duración de la revista argentina).
Las portadas eran vistosas y coloridas, diseñadas para atraer al lector en la mejor tradición de las revistas pulp. La de Hombres del Futuro 1 reproduce la del número 6 de Captain Future (primavera de 1941). La deHombres del Futuro 2 reproduce la del número 193 de Astounding Science Fiction (diciembre 1946). La de Hombres del Futuro 3 esta basada en una ilustración interna aparecida en el número 1 de Startling Stories(enero 1939).
Un elemento importante a considerar es que las portadas de los números 1 y 2 de Hombres del Futuro no eran idénticas a sus modelos anglosajones. Editorial El Tábano no recibía las ilustraciones originales, sino simplemente ejemplares ya armados de las revistas. Una reproducción mecánica de las portadas era por lo tanto imposible, ya que el dibujo estaba surcado por las leyendas Astounding Science Fiction o Captain Future. La solución: encomendar a artistas locales que hicieran una versión lo más similar posible a las portadas norteamericanas insertando en el dibujo el título Hombres del Futuro. Por ello, cuando se compara el número 1 de la revista argentina con el número 6 de Captain Future se aprecian pequeñas diferencias: el astronauta es más delgado, el robot tiene dos bobinas en su espalda en vez de una, la mujer desmayada tiene distintos pliegos en la pollera, el escenario de fondo es más simple, etcétera.
Hombres del Futuro publicaba relatos de ciencia ficción tomados de revistas norteamericanas. Cada ejemplar estaba compuesto por una nouvelle, a veces bastante extensa, seguida por varios cuentos más o menos breves. La nouvelle estaba siempre situada al principio. Otros contenidos eran artículos de divulgación científica, más preocupados por la entretención que por la instrucción (algunos de los títulos son: “Hechos científicos. En la realidad encontramos lo extraordinario”, “Si la Tierra dejase de girar” y “¿Existieron las serpientes marinas?”). También aparecían artículos de “falsa ciencia”, que versaban de modo supuestamente serio sobre algunos aspectos de los textos centrales de cada número. Por ejemplo, en Hombres del Futuro 1, la nouvelle es “Hacia la gloria por la ruta de los astros”, de Hamilton, que transcurre en el planeta Mercurio. Los artículos de “falsa ciencia” (también tomados, así como los de divulgación científica, de las revistas norteamericanas) son tres. “Mundos del futuro” es una descripción de Mercurio de acuerdo al texto de Hamilton: incluye un mapa con la ubicación de la Estación Suicida, de las ciudades de Izli y Baruda, de las Montañas de las Tinieblas y de las Islas de Fuego. “El Cometa” es una descripción de la nave espacial del héroe de la nouvelle, el Capitán Futuro. “El cerebro”, finalmente, describe a Simon Wright, un cerebro viviente encapsulado en una máquina, y uno de los principales amigos del Capitán Futuro.
El primer número de la revista, aparecido en agosto, contenía seis narraciones. La principal, como he mencionado, era la extensa “Hacia la gloria por la ruta de los astros”4 de Edmond Hamilton. La escoltaban los relatos “Los conquistadores de Xandor”5 de Fredric Brown, “Motín en el asteroide”6 de Jack Bellamy, “El rey de los anillos de Saturno” 7 de Raymond Gallum, “El pirata imposible” 8 de George Smith y “Hielo para Marte” 9 de Eando Binder. Completan el volumen, además de los textos de “falsa ciencia” mencionados, los anónimos artículos “Ellos cambiaron el mundo”, “Hechos científicos”, “Más hechos científicos”, “Si la Tierra dejase de girar”, “La realidad imaginaria” y “Misterios científicos”.
El segundo número, aparecido en septiembre, tenía como texto principal a la nouvelle “Rebelde”10 de Erik Frank Russell, acompañada por los relatos “Pasa un cometa”11 de Eando Binder, “El momento infinito”12 de Henry Kuttner, “Dueños del azar”13 de William Morrison, “Ladrones de cerebros de Marte” 14 de John Campbell Jr., “Cita en el espacio” 15 de John Broome, “El agujero en el cielo”16 de Manly Wade Wellman y “Tiempo para lamentarse”17 de Wilm Carver. El artículo de “falsa ciencia” es “Guerreros de otros mundos” (descripción de Urano en el futuro, según el relato de Russell). Completan la entrega las secciones ensayísticas “Hechos científicos”, “Misterios científicos”, “La realidad imaginaria”, “Más hechos científicos”, “Los que cambiaron el mundo” y “Otro hecho científico”, a las que se agrega una firmada: “Emociones de la ciencia” por Mort Weisinger.18
El tercer número, aparecido en octubre, estaba encabezado por “La llama negra”19 de Stanley Weinbaum, acompañada por “Los tres sabios”20 de Lloyd A. Eschbach, “El hombre eterno”21 de Drury Sharp, “Juego de niños”22 de William Tenn y “La amenaza invisible” de Frank Queralt.23 La “falsa ciencia” está a cargo de “Mundos del futuro” (descripción de Saturno en el porvenir, según el relato de Weinbaum). Los ensayos son “Emociones de la ciencia”, “Hechos científicos”, “Romance de los elementos”, “Misterios científicos”, “El loco del cielo” y “Los efectos de la presión”. Un detalle significativo fue la incorporación de una sección de correo, titulada “Vibra el éter”.
Este tercer número anunciaba los contenidos del cuarto, nunca publicado. Estaban formados por la nouvelle “Más allá de las estrellas”24 de Edmond Hamilton y por los relatos “El antiguo cerebro”25 de A. G. Stangland, “Robot A-1”26 de Oscar J. Friend, “Tiempo de sobra”27 de Lewis Pladgett y “El mundo sin nombre”, sin mención de autor.28
Los títulos de los textos anglosajones eran traducidos literalmente. En solo dos casos hubo cambios, con la clara intención de que resultaran más atractivos al público local. El irónico (y ligeramente abstracto) título del relato “Not yet the end”, de Fredric Brown, fue relegado por uno más sensacional: “Los conquistadores de Xandor”. “Metamorphosite”, de Erik Frank Russell, era quizá demasiado científico; el relato apareció con uno más sugerente de aventura: “Rebelde”.
Una revista de ciencia ficción era algo insólito en el mercado literario argentino de los años cuarenta. Era un trasplante abrupto de un elemento cultural solo existente hasta entonces en el mercado estadounidense. Para atenuar la posible extrañeza del lector y para presentar adecuadamente la nueva propuesta, el número 1 incluye un prólogo, breve y sin firma, pero interesante para el análisis.
La primera operación que realiza el texto es el señalamiento de antecedentes literarios prestigiosos, con el fin de otorgar legitimidad cultural a la revista. Recurre por lo tanto a los tres escritores de ciencia ficción más visibles en el período. Cito literalmente: “Lector amigo: bajo la advocación de Julio Verne, Lord Dunsany29 y H. G. Wells, ponemos en sus manos el primer ejemplar de Hombres del Futuro”. Como resulta previsible, el texto está ilustrado con las efigies de los tres autores.30
La segunda operación es el reclamo de validez científica: “diversos autores dan rienda suelta a la más extraordinaria imaginación, limitada solamente por los fundamentos de la verdadera ciencia”. Resultaba útil para reducir la impresión de extravagancia que Hombres del Futuro podía generar en el lector desprevenido.
La tercera es la acostumbrada justificación de las fantasías futuristas: el hecho de que sus predicciones, en muchos casos, se han cumplido: “La fantasía de hoy: ciencia de mañana. Es un hecho que solo una cosa pudo superar a la fecunda imaginación de Julio Verne: la realidad. En varios de sus libros profetizó que el hombre llegaría a volar a 100 kilómetros por hora. ¡Medio siglo más tarde, De Havilland marcaba con su avión un promedio horario de 1200 kilómetros!”.31
Hacia el final, el prólogo matiza los postulados anteriores, que prometían una publicación basada solo en rigurosas especulaciones científicas. Ello podía alejar al lector promedio, que buscaba aventura y diversión. El texto concluye con una solución de compromiso: “Nuestro objetivo es dar siempre la más entretenida literatura imaginativa para que guste por igual al lector novel y al culto estudioso”.
El público presupuesto por la revista es el mismo de sus contrapartes de EE.UU.: sexo masculino, edad inferior a los treinta años, regular nivel cultural (ni demasiado alto ni demasiado bajo). Las abundantes ilustraciones internas, la marcada tendencia a la aventura, la difusión científica esquemática, las simplificaciones en los títulos y las actividades de naturaleza participativa (concursos y secciones de correo, que exigían disponibilidad de tiempo por parte del lector), son elementos que no generan duda al respecto, a pesar de la pretenciosa alusión del prólogo a un público culto.
Los relatos pueden adscribirse en buena medida a un subgénero de la ciencia ficción conocido como space opera, constituido por textos de acción trepidante y estilo poco cuidado. Su tema característico son las aventuras de tono épico-heroico a bordo de naves espaciales o en la superficie de lejanos planetas. Los escenarios suelen ser desmesurados: imperios galácticos y guerras estelares, en las que no faltan los monstruos alienígenas. Por lo general, está dirigida a un público juvenil, deseoso de emociones, entretención y adrenalina.
Las tres nouvelles publicadas (y la cuarta anunciada) son típicos ejemplos del subgénero. También lo son la mayoría de los relatos, como “Motín en el asteroide” y “El rey de los anillos de Saturno”, que versan sobre piratas espaciales, damiselas en peligro, héroes armados con pistolas de rayos, monstruos con tentáculos, etcétera.
Sin embargo, algunos relatos breves, por lo general tomados de Astounding, pueden encasillarse dentro de la “ciencia ficción dura” o hard science fiction. Se trata de un subgénero menos centrado en la aventura, que especula principalmente sobre teorías o hipótesis científicas. Es el caso de “Los conquistadores de Xandor”, de Fredric Brown; de “Juego de niños”, de William Tenn y de “Tiempo de sobra”, de Lewis Pladgett. Su inclusión en Hombres del Futuro puede deberse tanto a su brevedad como a su carácter humorístico (se trata de irónicos juegos de ingenio, que deconstruyen hábilmente los puntos de vista convencionales); ambos factores contribuían a hacerlos más digeribles para el público promedio de la revista.
A las estrategias de captación de público antes mencionadas, vinculadas a lo textual, Hombres del Futuro agregó otras más concretas y participativas: una sección de correos y un concurso.
La sección de correos es un ingrediente infaltable en las revistas pulp de ciencia ficción de los años veinte, treinta y cuarenta. Permitía a los aficionados opinar sobre los relatos y artículos aparecidos en la revista, exponer preguntas y dudas sobre ciencia, enterarse de que había otros lectores con sus mismos gustos, tener contacto entre sí (tanto en forma epistolar como a través de convenciones) y finalmente disfrutar de verse a sí mismos en letras de molde.
Amazing Stories, la primera revista de ciencia ficción, fue pionera también en esta tendencia. En su número 3 (junio de 1926), dio cabida a una selección de las numerosas cartas que llegaban a sus oficinas, bajo el títuloDiscussion. Ello generó una interrelación con el público que disparó las ventas. Posteriormente Amazing Stories amplió la participación del lector al incluir en 1938 una página con acertijos científicos titulada Questions and answers32, a la que se agregaron Correspondence corner y Collector’s corner. Las siguientes revistas del género, como Astounding y Captain Future, no dudaron en incluir secciones similares desde su inicio. Mientras en Amazing Stories el encargado de responder las preguntas era el propio director, Captain Future introdujo una pintoresca innovación: quien respondía era nada menos que el principal personaje de la revista: el Capitán Futuro.
Como Hombres del Futuro estaba elaborada en buena medida según el molde de Captain Future, su página de correo, titulada “Vibra el éter”, contaba también con un personaje ficticio para resolver los interrogantes de los lectores: el Capitán Tábano. La sección solo aparece en el número 3, y consta de cinco cartas con sus correspondientes respuestas:
Estimado Capitán Tábano: Es con el mayor placer que le envío mi felicitación por el éxito de la revista Hombres del Futuro, que tan acertadamente dirige. En mi carácter de aviador civil, no puedo menos que admirar los minuciosos y exactos detalles con que se describen los aviones del futuro. Todos ellos responden a los conocimientos básicos de la aviación, y no me queda la menor duda de que así, o muy parecidos, serán las naves del espacio que llevarán a nuestros nietos, en un viaje de placer, a Marte o Júpiter. Atentamente suyo: Alex A. Christensen.
Capitán Tábano: Caro colega, me complacen sobremanera las felicitaciones que me ha hecho llegar. Espero que no pasen muchos años antes de que sea posible hacer juntos un viaje al espacio, aunque usted está resignado a que sean sus nietos quienes lo hagan. Aguardo siempre sus noticias y sus fundamentadas observaciones.
Estimado Capitán Tábano: Ha sido para mí una verdadera revelación la clase de literatura, hasta ahora desconocida, que aborda Hombres del Futuro. Soy ingeniero, curioso, además, de todo aspecto de la ciencia, y como uno y otro, no puedo menos que reconocer que la mayor parte de las invenciones que se descubren en “Hacia la gloria por la ruta de los astros” o en “Motín en el asteroide”, narraciones que se encuentran en el primer número de la revista, podrían definirse como anticipaciones. Son concepciones audaces, fuerza es reconocerlo, pero tienen un punto de partida lógico. Si la invención se sigue encauzando por las rutas actuales, nadie duda de que el mundo futuro podrá conocer naves del espacio como “El cometa” y armas semejantes a las pistolas protónicas. Me complazco en saludarlo atentamente y desearle éxito con Hombres del Futuro. Ing. Carlos Heriberto Fernández.
Capitán Tábano: Por la correspondencia recibida (a raíz de la publicación del primer número de Hombres del Futuro), advierto que son los hombres de ciencia los que han comprendido el carácter de “anticipación” que tienen sus narraciones. No vacile en hacérmelo saber si un día sus puntos de vista coinciden con los nuestros.
Estimado Capitán Tábano: He leído el primer número de esta revista, y aunque no soy un hombre de ciencia (solamente un modesto escribiente), quiero hacerle llegar mi opinión sobre ella. Se extrañará que tome la lapicera para decirle que no me ha satisfecho su lectura, pero es así. Creo que hay demasiada extravagancia en las novelas, que los escritores han dejado volar su imaginación con demasiada libertad. Esperando que no tome a mal las atribuciones que me tomo, lo saluda: S.S.S., Manuel María Céspedes.
Capitán Tábano: Si usted se toma el trabajo de releer la historia de las grandes invenciones, verá que la gran mayoría de los hombres a quienes se las debe, fueron acusados por sus contemporáneos de extravagantes o imaginativos. El genio, amigo mío, es siempre incomprendido. Y no crea que me molesta la crítica: por el contrario, me alienta a seguir bregando en la preparación de las gentes del futuro.
Estimado Capitán Tábano: Como estudiante de física me interesa sobremanera todo lo que se relaciona con las posibilidades de la navegación interplanetaria, y en ese sentido me complace felicitar al director de Hombres del Futuro por el carácter verosímil de sus narraciones. Cierto es que ellas pertenecen todavía al mundo de la fantasía, pero no es menos cierto que esa ficción está apoyada en verdades rigurosamente científicas y en conocimientos reales o en víspera de inminente conocimiento, como sería el de la energía atómica aplicada a la fuerza motriz. Saluda a usted atentamente: Pascual B. Canale.
Capitán Tábano: El secreto está en que todos los escritores de esta revista son profundos conocedores de los problemas de la aviación y del espacio. Pienso como usted que dentro de pocos años nos tendrá sin cuidado el aumento del precio de la nafta y que los surtidores serán símbolos de la vieja energía.
Estimado Capitán Tábano: Me gustan las novelas de aventuras y leo la mayoría de las que aparecen: por eso compré Hombres del Futuro, pero, como decimos los porteños, me parece que hay muchas macanas en esas historias. Yo no la voy con tantas novedades. Y no lo tome a mal. Lo saluda atentamente: Julio A. Graciarena.
Capitán Tábano: Aunque usted es más decisivo en su juicio debo contestarle de igual manera que a Manuel Céspedes. En esta misma página encontrará esa respuesta y espero que ella modifique un poco su intransigencia.
Otra estrategia de captación de lectores fue una convocatoria a concurso. El anuncio apareció en la contratapa del número 2 ofreciendo como premio una suma de dinero más una suscripción por un año a la revista. Transcribo el anuncio:
Hombres del Futuro mira hacia el pasado, y ofrece 500 pesos en premios, por contestar una pregunta y contestarla bien. Si Ud. tuviese la oportunidad de viajar 1000 o más años hacia el pasado y solo pudiese llevar como equipaje lo que quepa en una habitación de 4 mts. por 4 y 2 y ½ de alto, ¿qué llevaría para poder desenvolverse, triunfar y destacarse en el ambiente que le espera? Conteste a esa pregunta con no menos de 20 y no más de 500 palabras, explicando las razones de su elección y tendrá oportunidad de ganar uno de los siguientes premios: [sigue una enumeración que va del primer al séptimo premio]. Los premios los asignará un jurado compuesto por el escritor Helvio I. Botana, el historiador J.A. Cova y el poeta Horacio Rega Molina, cuyo veredicto será anunciado en este mismo lugar, en el número de noviembre de esta revista.
La temática del concurso pertenece claramente a la ciencia ficción, al tratarse de un viaje en el tiempo (aunque, curiosamente, al pasado). También, al estimular el componente de especulación prospectiva tan propio del género, ya que el participante no debe solo realizar una mera lista de objetos, sino también justificar su elección, para lo cual es necesario hacer un relato de acciones, sucesos y tácticas a seguir en el mundo del pasado. Por último, puede encontrarse en el concurso una intención didáctica, ya que para responder correctamente los lectores debían documentarse sobre la Edad Media.
El número 3 de Hombres del Futuro incluía un adelanto de los contenidos del siguiente. Tras una breve enumeración de los relatos a publicar, se dice: “El plato fuerte estará en el resultado del concurso anunciado en el número de septiembre. Nos complace adelantarles que ya hemos recibido una buena cantidad de respuestas, que al momento de cerrar esta edición pasa de las cinco mil”. Lamentablemente, nunca podremos conocer los textos premiados.
Hombres del Futuro no especifica en sus páginas el nombre del director. Sin embargo, considero que Helvio Ildefonso Botana (1915-1990, hijo primogénito de Natalio Botana) es el candidato más verosímil. Mis razones son las siguientes: su condición de propietario del diario Crítica durante 1947, de juez del concurso aparecido en la revista (lo cual lo vincula directamente a ella) y de autor de varios libros de ciencia ficción.
Sus primeros textos publicados fueron ensayos de naturaleza sociológica: Los pervertidores33, Elogio de la burguesía34 y La segunda alegría35; a éstos seguirían otros de orden teológico y filosófico, como La viña y el grano36, Esta difícil libertad37, Nosotros, los inmortales38, David, el rey por la estrella y por la cruz39 y El caldero de Yaciretá40, curiosa investigación en prosa poética sobre la historia de la construcción del embalse argentino-paraguayo.
También cultivó el teatro: El alma de Maruf fue estrenada en el Teatro del Pueblo en 1943; Los hilos invisibles, en el Teatro Nacional Cervantes en 1953; Via Crucis, en la Municipalidad de la provincia de Buenos Aires en 1955; La vocación de San José (auto sacramental), en el atrio de la Iglesia de Olivos en 1964. Su característica común es el abordaje de distintos aspectos teológicos y doctrinales mediante un estilo llano, directo y en ocasiones hasta costumbrista.
Su primer libro de narrativa fue Cuentos con ángeles y demonios.41 Ilustrado con dibujos internos de Bourseh Herrera y con portada de Norberto Belis Regnier, está compuesto por una interesante combinación de relatos fantásticos y de ciencia ficción, aparecidos previamente bajo seudónimo en la revista El Hogar, entre 1944 y 1945.42 Los relatos adscribibles a la ciencia ficción son tres: “La máquina del tiempo”, “La ceguera del Dr. Scalamar” y “La sorpresa”.
El primero presenta a Jorge Frávega, profesor de historia que dedica sus horas de ocio a construir una máquina del tiempo. Su afán proviene de sus lecturas (que, de paso, nos revelan las del mismo Botana): “¿Quién, con un poco de imaginación, no ha deseado poder escudriñar el pasado, trasladarse de un salto a las futuras edades? La literatura está plagada de cuentos con variaciones sutiles sobre este mismo tema. ‘Las pantuflas del diablo’, que al solo ponérselas y desear trasladaban a su usuario a épocas pretéritas, o H.G. Wells, en diversas oportunidades, también lo había desarrollado y la mayoría de las historietas populares”. Estudia a Lorentz, a Plank y a Einstein, pero sin resultado. Un día, durante una clase, percibe la mirada de indignación en un alumno mientras explica la traición de Marco Bruto. No puede evitar pensar: “¡La máquina del tiempo es el odio! Con ella puede uno trasladarse de un sitio a otro”. Con el estudiante como asesor, progresa notablemente en su invento. Un día, el estudiante no acude. Frávega lo busca y ve que se ha enamorado de una muchacha. Resignado, quema los planos del proyecto.
En “La ceguera del Dr. Scalamar”, un médico comete un error quirúrgico que obliga a extirpar los ojos a un hombre. Años después, llega a su consultorio un paciente cuya vista se ha agudizado excesivamente. Transcribimos sus palabras: “Imagínese, doctor, que donde usted ve un rostro de mujer, un cutis aterciopelado, yo diviso poros abiertos, llenos de polvo y grasa. Los ojos de mi amada que antes eran para mí un mar insondable, hoy son una maraña de nervios y vasos capilares. Una pestaña caída se parece a un tronco monstruoso flotando sobre lágrimas opacas. El mundo, en estos últimos días, se me ha poblado de insectos monstruosos”. El médico comprueba la exactitud del testimonio, disfrutando la idea de que inmortalizará su nombre como lo hizo Dalton con el daltonismo: la hipervisión se llamará scalamarismo. Ante las lamentaciones del paciente, exclama: “Si fuera posible se los cambiaría por los míos”. El paciente inclina la cabeza y sus ojos caen en su palma: son de vidrio. Con un movimiento sorpresivo, derriba al médico y le arranca los ojos, dejándole los de vidrio. En el último momento, Scalamar comprende que se trata de su antiguo paciente cegado, vengándose.
“La sorpresa” es sumamente breve. Un químico logra aislar “la vitamina HG, motor de la fuerza muscular”. Suministra una cucharada a su hijo de ocho meses. No dice nada, imaginando el orgullo que la madre sentirá al constatar que su niño es el más fuerte del mundo. Cuando la mujer llega, abraza al bebé. Este le acaricia las mejillas: “Se hundieron sus falanges diminutas como un cuchillo en la manteca, el ruido de los huesos rotos anunció un aullido desesperado, mientras el globo del ojo saltaba fuera de la órbita”.
Del resto, merecen destacarse “El hijo de la noche”, un cuento sobre vampiros con una atmósfera hábilmente lograda, y “La gran pesadilla”, donde una rica y hermosa joven sueña todas las noches que es una anciana pobre y enferma que para sobrevivir debe trabajar de sol a sol en la cocina de un edificio: esta pesadilla regular es la única sombra en su vida. Gradualmente, el relato nos revela que la pesadilla es la realidad, y que la joven rica y hermosa es solo un sueño de la anciana.
Otros volúmenes de relatos de Helvio Botana son Cuentos con la muy amada43 y Cuentos con mala intención44, que incluyen tanto textos realistas como fantásticos y de ciencia ficción.
También se le debe una interesante autobiografía, Memorias tras los dientes del perro.45 Dedica un espacio muy reducido al recuento de su actividad específicamente literaria, ocupándose casi en su totalidad de avatares vitales y políticos. Sin embargo, es una lectura amenísima, caracterizada por su irónico y a veces impiadoso recuerdo de su familia, de la historia argentina y de Crítica. Constituye una de las pocas autobiografías válidas escritas en castellano (idioma más transitado por la declamación que por la confidencia).
Practicante de un catolicismo militante aunque heterodoxo y nada pacato, escribió varias vidas de santos, entre las que destaca San Martín de Tours.46 Esta hagiografía tiene un prólogo donde tras una cita de Pasteur (“Mucha ciencia acerca a Dios, poca lo aleja”) se lee: “Es riesgoso escribir sobre un santo milagrero en una época en que la ciencia ha superado la sabiduría del vivir; en la que el triunfo mecánico del hombre lo ha llevado personalmente a la luna y a proyectarse en el sistema solar. Época en que las máquinas de calcular programan en forma minuciosa la vida y costumbres de millones de personas con autoritaria rigidez que no hubiera concebido el más duro de los autócratas para con sus esclavos”.47 Incluso en esta tardía etapa los sueños de la ciencia ficción poblaban su pensamiento.
Hombres del Futuro tuvo una vida breve: tres meses. La causa no parece haber sido el desempeño comercial. La revista aparentemente gozaba un buen nivel de ventas: llegaban abundantes cartas de lectores, y el concurso aparecido en sus páginas recibió más de 5000 cartas de respuesta. Una causa plausible es que haya sido cerrada por presiones del gobierno peronista, debido a que en la nouvelle “La llama negra”, de Stanley Weinbaum, aparecida en el tercer (y último) número, dos protagonistas portan nombres hispánicos muy particulares: Juan y Evania, que resultaban similares a los de la pareja gobernante: Juan Perón y Eva Duarte.
No era la primera vez que un relato publicado en Hombres del Futuro presentaba diferencias con respecto al original en lengua inglesa. En “Los conquistadores de Xandor”, de Fredric Brown (Hombres del Futuro1), la locación de los sucesos es Montevideo en vez de Milwaukee, los nombres de los personajes son Perone y Castex en vez de Jenkins y Pete, y el periódico local no se llama Milwaukee Star sino La Antorcha. En “El rey de los anillos de Saturno”, de Raymond Gallum (Hombres del Futuro 1), el héroe es el policía espacial Daniel Abalo, que se enfrenta a Walter Malgrún, “temido pirata del éter”. En “Cita en el espacio”, de John Broome (Hombres del Futuro 2), los personajes se llaman Sixtino Cambris y Silvestre Mendis; aunque la acción transcurre en un asteroide, se menciona al Observatorio Astronómico de Buenos Aires. En “El hombre eterno”, de D. D. Sharp (Hombres del Futuro 3), aparece un bioquímico llamado Herberto Zulerich. Finalmente, en “La amenaza invisible”, de Frank Queralt (Hombres del Futuro 3), los cuatro tripulantes de la nave espacial se llaman Brown, Luis, Darío y Gandolfo.
Esta argentinización de los nombres puede haberse debido a un intento de aproximar la revista al lector, de hacer que los textos parecieran menos extravagantes, menos distintos. Se trataría por lo tanto de una estrategia paralela a la creación de una sección de correo y a la convocatoria al concurso.
No era un fenómeno infrecuente en la época, especialmente en las publicaciones populares. Al apuntar a un público culturalmente limitado, debían incentivar la identificación del lector con el texto evitando ambientaciones exóticas, problemáticas desconocidas en nuestra sociedad, y por supuesto onomásticas infrecuentes a nivel local. La argentinización de textos se produjo especialmente en las historietas. Por ejemplo, la tira cómica “Cocoliche Abraham y Don Ruperto”, publicada en La Vida Moderna a partir del número 54 (23 de abril de 1908), no era otra cosa que “Happy Hooligan and Gloomy Gus”, creada por Burr Opper, con los personajes rebautizados. Abundaban los modismos (en el número 330 de La Vida Moderna se dice en un mismo cuadro “Mirá, che” y “¡Guarda, capitán!”), así como la escenografía localista (las aventuras del dúo suelen transcurrir en Palermo).
Editorial El Tábano no fue ajena a esos manejos. En Revista Multicolor de los Sábados, suplemento dominical del diario Crítica durante los años 30, apareció la historieta Alley Oop, de Vicent T. Hamlin, traducida (y adaptada) por Jorge Luis Borges. Ya desde la primera entrega, en la contratapa del número 14 de Revista Multicolor, era presentada como Peloponeso y Jazmín. Relata la historia de un cavernícola (Peloponeso) que toma como mascota a un dinosaurio (Jazmín) y lo amaestra, aunque a la larga es el dinosaurio quien termina adoptando a su patrón. Borges la rebautiza y recrea sus diálogos en una forma sumamente libre, para parodiar tópicos de los ambientes literarios porteños del período. Por lo tanto, en el caso particular de las publicaciones populares de Editorial El Tábano, que solía contratar hombres de letras, la “argentinización” de los textos no es solo una estrategia de captación de público (como sucedía en otras editoriales), sino también un recurso de ciertos intelectuales del período para intervenir activamente en polémicas sociales y literarias.48
En “The black flame”, Weinbaum narra la historia de Thomas Marshall Connor, un ingeniero norteamericano de 1938 condenado a la silla eléctrica por matar a su amante en un arranque de celos. El shock lo coloca en un estado catatónico que, una vez enterrado, le permite sobrevivir en animación suspendida dentro de su tumba. Despierta muchos siglos en el futuro, y es atendido por Evanie Sair, una médica que lo ayuda a recuperarse. Gradualmente, aprende lo que ocurrió mientras dormía. Tras una devastadora guerra mundial, la humanidad cae en la barbarie. Los conocimientos científicos son olvidados. Dos siglos después de la guerra, un joven llamado John Holland descubre cerca de la aldea de New Orleans los restos de una biblioteca. La estudia y funda una academia de ciencias, el comienzo del renacer humano. Einar Olin redescubre la energía atómica, y Joaquin Smith y su hermana (apodada “La llama negra”) descubren el secreto de la inmortalidad. Smith se transforma en el amo del mundo a través de largas conquistas y asienta su capital en una ciudad llamada, simplemente, Urbe. Su título es Orbis Terrarum imperator dominusque Urbis.
Evanie forma parte de un grupo de rebeldes, entre los que está John Ormen. Buscan derrocar a Joaquín, que ha concedido la inmortalidad a unos pocos elegidos y no a toda la humanidad. Convencen a Thomas, pero son apresados. Joaquín les perdona la vida (es un gobernante benévolo) a cambio de que Thomas revele secretos tecnológicos del pasado. El viajero del tiempo resulta tener un corazón voluble: pasa de amar a Evanie a descubrir que su verdadero amor es Margarita, “La llama negra”. La nouvelle concluye con el compromiso de ambos.
En la traducción, los editores de Hombres del Futuro cambiaron los nombres de algunos protagonistas: Thomas Marshall Connor pasó a llamarse José Alberto Quintana; Evanie fue mantenido, modificando solo su letra final para convertirse en Evania; John Ormen pasó a ser Juan Ormen. También cambió la locación: los eventos no ocurren en Estados Unidos, sino en la provincia de Córdoba. La trama no fue modificada con respecto al original de Weinbaum, excepto en el inicio: la catalepsia de José Quintana no se debe al shock de la silla eléctrica, sino a una electrocución producida por un sabotaje en su laboratorio (el motivo, probablemente, es que no haya parecido correcto que el héroe portase un pasado criminal).
Es dudoso que la intención de los editores haya sido realizar una alusión o una crítica subliminal al peronismo, pues la hispanización de nombres y las variaciones en las traducciones eran una costumbre de la época, y ya habían aparecido en otros textos de Hombres del Futuro.49 Por otra parte, el nombre Evania no es invención del traductor: aparece en el original. Además Evania y Juan Ormen son personajes positivos en el relato: en ningún momento les son adjudicadas cualidades maléficas. La nouvelle no resulta satírica en lo absoluto, y hasta apoya a los rebeldes.
Sea cual haya sido la intención editorial, evidentemente fue malinterpretada y castigada. La similitud onomástica Evania-Juan, junto con el hecho de que el relato verse sobre una rebelión futura para derrocar una tiranía, puede haber bastado para provocar las iras del régimen. José Quintana ayudaba a un hombre y a una mujer valientes a llegar el gobierno e impartir justicia (uno de sus objetivos es que el bien material más preciado, la inmortalidad, no sea solo patrimonio de la aristocracia, sino de todo el pueblo). El texto resulta sumamente similar a los episodios ocurridos en Argentina dos años antes, cuando una revuelta popular obligó a un gobierno militar a convocar elecciones libres, en las que triunfó Juan Domingo Perón. Ello sucedió en octubre, el mismo mes en que transcurren los hechos en la novela.
Mi conclusión es que en Hombres del Futuro no existió un proyecto de crítica (o, siquiera, alusión) política. Sencillamente, una serie de elementos casuales (el nombre Evania, el nombre Juan, la trama de la obra) no intencionales llamó la atención de los censores y motivó el cierre de la revista.
No existen pruebas concretas de la operación de censura50, como archivos o decretos, pero no se trataría de un fenómeno inusual. La relación del peronismo con la prensa, durante el período 1945-1955, estuvo llena de tensiones. Abundan los ejemplos de publicaciones censuradas por motivos que ahora resultarían irrisorios. Uno de los casos más conocidos es el del semanario Qué sucedió en siete días, fundado en 1946 por Baltasar Jaramillo. La revista no superó los 57 números: el gobierno peronista interpretó una tapa que ostentaba la foto de Libertad Lamarque, figura totémica del antiperonismo de entonces, como un gesto de provocación al régimen y reaccionó inmediatamente ordenando su clausura definitiva.
En especial, la relación del peronismo con Crítica fue muy conflictiva. Natalio Botana había muerto en 1941 y el periódico quedó a cargo de su yerno, Raúl Damonte Taborda. Al principio, el periódico apoya a Perón, pero luego se vuelve contra él. En 1945 el coronel cayó en desgracia y pareció que iba a ser eliminado de la escena política. La víspera del 17 de octubre, Crítica expuso en tapa una foto de los partidarios de Perón con un epígrafe peyorativo: “¡Descamisados!”, palabra luego adoptada con orgullo por los peronistas. El diario fue intervenido y Taborda debió exiliarse en Uruguay.
En 1946, Helvio Idelfonso Botana (que en Montevideo había editado una publicación antiperonista llamada Crítica Libre) se convierte en director del periódico. Durante los cinco años siguientes, el gobierno no dejó de hostilizarlo. Se sucedieron los conflictos con la comisión interna sindical; además, la cuota de papel de diario era siempre retaceada: para su provisión había que recurrir al gobierno, que la utilizaba como eficaz herramienta para sojuzgar los diarios con ínfulas opositoras. El 17 de octubre de 1947, Salvadora Medina Onrubia Botana (esposa de Natalio) publica un editorial con críticas a Eva Perón; según Álvaro Abós, “Evita consideró inadmisible el tono admonitorio de la mujer de Crítica. (...) Le causó un ataque de histeria feroz porque se sentía humillada”.51 El periódico también se negó sistemáticamente a llevar a cabo encargos del gobierno, como la publicación de retratos y ataques hacia la familia Bemberg, contra la que en ese momento se concentraba la propaganda peronista. Crítica también atacó la compra de los ferrocarriles por el Estado argumentando que fue una operación ruinosa y publicó un informe de Federico Pinedo que comparaba esa nacionalización con la oferta mucho más ventajosa para el país hecha durante la presidencia de Roberto Ortiz, y entonces rechazada por insuficiente. Finalmente, en 1951, tras numerosas presiones y enfrentamientos con el régimen, Helvio Botana es forzado a vender Crítica, que pasa a integrar la cadena oficial de prensa.
Como puede apreciarse, la relación de Crítica con el peronismo fue abiertamente hostil. No es de extrañar, por lo tanto, que un hecho casual como la onomástica de los personajes de “La llama negra” haya sido la excusa perfecta de los censores del régimen para clausurar una de sus publicaciones más promisorias: la revista Hombres del Futuro.
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NOTAS
1 Además, sus oficinas eran las mismas de Crítica: Avenida de Mayo 1333.
2 Entre el 30 de octubre y el 30 de noviembre de 1932.
3 Este acercamiento a un público popular no evitaba el contacto con tendencias literarias sofisticadas. Botana contrató como columnistas a Raúl González Tuñón, Oliverio Girondo y Horacio Rega Molina, además de ser mecenas de David Siqueiros y Xul Solar. En 1926 publica Crítica Magazine, revista semanal con textos de Roberto Arlt y Jacobo Fijman. En 1933 contrató a Jorge Luis Borges y a Ulises Petit de Murat para dirigir la Revista Multicolor de los Sábados, donde aparecieron los cuentos de Historia universal de la infamia junto a historietas norteamericanas.
4 “Star trail to glory”, publicada originalmente en: Captain Future, vol. 2, nº 3, primavera 1941. Se trata de la sexta nouvelle de la extensa saga del Capitán Futuro, iniciada en 1939 con “Captain Future and the space emperor” y concluida en 1951 con “Birthplace of creation”. En total fueron 37 textos, entre novelas, nouvelles y cuentos.
5 “Not yet the end”, en: Captain Future, vol. 2, nº 2, invierno 1941. Es el primer relato de ciencia ficción escrito por Brown.
6 “Mutiny on Europa”, en: Thrilling Wonder Stories, diciembre 1936. Jack Bellamy era uno de los muchos pseudónimos de Edmond Hamilton (otros eran Hugh Davidson, Robert Castle, Robert Wentworth, Alexander Blade, Will Garth y S. M. Tenneshaw). Curiosamente, en la página 86 de Hombres del Futuro el relato aparece firmado por Edmond Hamilton, mientras en el índice figura Jack Bellamy.
7 “Saturn’s ringmaster”, en: Thrilling Wonder Stories, diciembre 1936.
8 “The impossible pirate”, en: Astounding Science Fiction, nº 193, diciembre 1946.
9 “Ice for Mars”, en: Captain Future, vol. 2, nº 3, primavera 1941.
10 “Metamorphosite”, en: Astounding Science Fiction, nº 193, diciembre 1946.
11 “A comet passes”, en: Thrilling Wonder Stories, octubre 1937.
12 “The infinite moment”, en: Thrilling Wonder Stories, abril 1942.
13 “Masters of chance”, en: Thrilling Wonder Stories, agosto 1941.
14 “The brain stealers of Mars”, en: Thrilling Wonder Stories, diciembre 1936. El relato fue posteriormente reescrito como “Who goes there?”, bajo el pseudónimo Don Stuart (Astounding Science Fiction, nº 93, agosto 1938). Tuvo dos adaptaciones cinematográficas: “The thing” (1951) y “The thing from outer space” (1982).
15 “Appointment in space”, en: Thrilling Wonder Stories, agosto 1941.
16 “The hole in the sky”, en: Captain Future, vol. 4, nº 2, otoño 1941.
17 “Time to regret”, en: Thrilling Wonder Stories, octubre 1942.
18 Se trata de uno de los numerosos artículos de divulgación que Mortimer Weisinger (1915-1978) solía publicar en revistas pulp del período. Fue director de Thrilling Wonder Stories entre 1936 y 1941, de Startling Stories entre 1938 y 1941 y deCaptain Future entre 1940 y 1941. Es decir, revistas con contratos editoriales con Hombres del Futuro. Tras su servicio en la Segunda Guerra Mundial, fue director de Superman Comics.
19 “The black flame”, en: Startling Stories, vol. 1, nº 1, enero 1939.
20 “Three wise men”, en: Startling Stories, vol. 2, nº 3, noviembre 1939.
21 “The eternal man”, en: Startling Stories, vol. 1, nº 1, enero 1939.
22 “Child’s play”, en: Astounding Science Fiction, nº 196, marzo 1947.
23 Este autor no figura en ninguna bibliografía anglosajona, por lo que cabe suponer que era el seudónimo de un escritor argentino. El candidato más probable es Helvio Botana, que como se verá fue el director de la revista.
24 “The quest beyond the stars”, en: Captain Future, vol. 3, nº 3, invierno 1941. Constituye la novena nouvelle de la saga del Capitán Futuro.
25 “The ancient brain”, en: Startling Stories, vol. 8, nº 3, noviembre 1942.
26 “Robot A-1”, en: Startling Stories, vol. 2, nº 1, julio 1939.
27 “Time enough”, en: Astounding Science Fiction, nº 193, diciembre 1946.
28 Se trata de Edwin K. Sloat. “World without a name” apareció en Startling Stories, vol. 2, nº 1, julio 1939.
29 Lord Dunsany era un autor muy difundido en Argentina en el período 1930-1950. En la revista Nosotros aparecieron las comedias “Los dioses de la montaña” (tomo 48, pág. 16) y “La sentencia dorada” (tomo 48, pág. 307) y el relato “El rey Argímenes y el guerrero desconocido” (tomo 49, pág. 42). Poco después aparece Cuentos de un soñador (Madrid, Revista de Occidente, 1940), y Borges incluye la obra teatral “Una noche en una taberna” en la Antología de la literatura fantástica(Buenos Aires, Sudamericana, 1940).
30 Los tres dibujos están firmados simplemente como “Héctor”.
31 El prólogo continúa brevemente en esta línea anticipatoria: “En nuestro segundo número publicaremos una novela corta de John W. Campbell: Ladrones de cerebros de Marte. En ella se describe la bomba atómica y sus devastadores efectos. Fue escrita en 1937, nueve años antes que la superfortaleza Sueño de David desatase el infierno de la fisión atómica sobre Hiroshima!”. Son abundantes las inexactitudes: Ladrones de cerebros de Marte no describe la bomba atómica, sino un contacto alienígena; fue escrita y publicada en 1936 (y no en 1937); y el bombardero que atacó Hiroshima se llamó Enola Gay.
32 Esta sección inspiró el Espaciotest de la revista argentina Más Allá.
33 Buenos Aires, Editorial Julio Suárez, 1942.
34 Buenos Aires, Editorial Julio Suárez, 1943.
35 Buenos Aires, Editorial Venezuela, 1947.
36 Buenos Aires, Servicios Editoriales Americanos, 1952.
37 Buenos Aires, Unión de Escritores Latinos, 1955.
38 Buenos Aires, Fariña,1961.
39 Buenos Aires, Centurión, 1965.
40 Buenos Aires, Peña Lillo Editor, 1982.
41 Buenos Aires, Lautaro, 1947.
42 Botana, Helvio; Memorias tras los dientes del perro. Buenos Aires, Peña Lillo Editor, 1977, pág. 198.
43 Buenos Aires, Vehil, 1950.
44 Buenos Aires, Dintel, 1964.
45 Buenos Aires, Peña Lillo Editor, 1977.
46 Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1979.
47 Pág. 11.
48 Con respecto a estas adaptaciones de comics extranjeros (buena parte de ellos pertenecientes a la ciencia ficción) por parte de Borges y de otros escritores locales (entre ellos, Horacio Rega Molina, quien versiona Felix the cat, de Patrick Sullivan, como Rulito, el gato atorrante), escribe Annick Louis: “Se asiste así a un proceso de apropiación de la historieta por parte de gente que no puede sino pertenecer al mundo de las letras. Los diálogos funcionan como un pretexto para situar los debates de los intelectuales argentinos a comienzos de los 30, convirtiendo la historieta en un verdadero campo de batalla literario”. Louis, Annick; “Cuando Borges escribía historietas – El humorista vicario”, en: Primer Plano, Suplemento Cultural de Página 12, 21-08-1994, pp. 2-3.
49 Otra traducción hispanizante de “La llama negra” apareció con el título El hombre de ayer (firmada como “J. Carr”) en los números 9 y 11 de Futuro, colección española de novelas de ciencia ficción dirigida por José Mallorquí en los años cincuenta. Más cercana al original de Weinbaum que la versión de Hombres del Futuro (el protagonista no queda en animación suspendida por un sabotaje realizado en su laboratorio, sino por la silla eléctrica), transforma sin embargo a Thomas Marshall Connor en Francisco Aguirre, y a Evanie en Evalú.
50 Cuento, sin embargo, con el testimonio de Héctor Raúl Pessina (1931), uno de los principales editores de revistas amateurs de ciencia ficción de la Argentina. Entre sus principales publicaciones (tanto en español como en inglés) figuran The Argentine Science Fiction Review (1960), The Lonely Alien (1969), Omicrón (1970) y Crónicas Galácticas (1984). En una entrevista señala: “Hacia 1947 descubrí en los kioscos una revista llamada Hombres del Futuro. Comencé a comprarla. Pero en el mes de noviembre fui con un amigo a comprar el número 4 y el vendedor nos dijo que la revista había dejado de aparecer. ¿Por qué? No lo sabía. Con mi amigo decidimos ir a las oficinas de la editorial, situadas en Avenida de Mayo 1333, para averiguar lo ocurrido. Una vez allí, el portero nos indicó una oficina. Entramos; había un hombre tras un vasto escritorio. Le explicamos que éramos lectores y que queríamos saber por qué la revista había dejado de salir. El hombre respondió que se trataba de una decisión de sus superiores, y que no preguntáramos más. Con ira juvenil, reclamamos una mejor explicación. El hombre dio un puñetazo sobre la mesa y sacó un revólver del cajón. Gritó: Fue una decisión de mis superiores, ¿entendido? Nos fuimos del edificio lo más rápido posible. Siempre me pregunté quién sería el tipo. ¿Un empleado cansado y molesto? ¿Un observador enviado por el gobierno?”. Entrevista realizada por Carlos Abraham, Buenos Aires, 22 de mayo de 2004.
51 Abós, Álvaro; El Tábano. Vida, pasión y muerte de Natalio Botana, el creador de “Crítica”, pág. 284. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.
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Imágenes Carlos Abraham. Imágenes adicionales Biblioteca junto al mar
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