H.B. Corell y el misterio de que corno tiene que ver el Oro Nazi con las primeras películas en colores de Brasil y Argentina
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Los primeros films en colores de Argentina y Brasil (las fallidas El gaucho y el diablo y Destino em apuros) fueron promovidas por dos tipos escapados del Tercer Reich. Uno en particular guardó un oscuro secreto. Seguir la vida de H.B. Corell es encontrarse con relatos –contradictorios y no del todo comprobados, pero todos apasionantes– de redes narco, de un novelista de ciencia ficción, del oro nazi del Reichsbank, de la mafia de la guerra biológica y de unos tipos que recorrieron Sudamérica con un curriculum falso y unos cuantos rollos de negativos en dudoso estado.
por Pablo Sapere
La vieja ve lo colore
Entrados los años ´50, la llamada “época de oro” de la vieja industria del cine argentino se había agotado. Con muchas de sus figuras exiliadas, los grandes estudios en crisis y un público que empezaba a darle la espalda la cinematografía nacional buscaba nuevas formas de generar expectativas. Por eso la productora Emelco se lanzó con pasión a su último posible salvavidas: producir la primera película argentina en colores. El film se llamó El gaucho y el diablo y se filmó con interiores en sus estudios de Martínez y exteriores en los más diversos puntos de nuestro país.
Para realizar esta película se decidió trabajar con un equipo de extranjeros, por la poca experiencia en el país con la película en color, y con un relato clásico. Ninguna de las dos cosas era extraña. Por esos años era común ver llegar figuras de Europa, huyendo de las guerras. Por otro lado, eran los años del apogeo de los “clásicos universales” en nuestro cine, donde se adaptaban historias de autores como Tolstoi, Dumas o Dostoievsky. De ahí es que el equipo quedó formado por el italiano Ernesto Remani en la dirección, el “norteamericano” Humberto .B. Corell en la fotografía en color, mientras que la historia se inspiró en un relato del escocés de Robert Louis Stevenson (1850-1894): El diablillo en la botella.
Protagonizada por el gallardo Juan José Miguez y la hermosa Elisa Christian Galvé, El gaucho y el diablo propuso una historia fantástica –una botella con un diablillo que otorgaba deseos a su poseedor, el cual, si no quería ver su alma eterna ardiendo en el infierno, debía desprenderse de la misma por un valor menor al que la compró– que servía de tibia excusa para escenas campestres y de gauchaje, con alguna guitarreada en tono folclórico incluida, y para recorrer el país y lograr varias postales que, en los papeles, deberían lucir espectacularmente en la colorida pantalla. Se filmaron escenas en las Cataratas del Iguazú, en Mendoza, en Jujuy, en Mar del Plata. Pero algo salió mal. Muy mal.
El gaucho y el diablo se estrenó el 3 de noviembre de 1952 con un notable defecto: Los colores salieron mal, alterados. Los cronistas de la época estaban sorprendidos, “los caballos salían verdes” describió alguna vez el escritor Enrique Medina. La noticia corrió por todos lados, y durante meses fue el chiste más festejado en Buenos Aires. No se sabe bien cuales fueron las dificultades, pero se cuenta que incluso se intentó colorear a mano algunos fotogramas para mejorar el resultado[1], sin demasiado éxito.
El gran momento de El gaucho y el diablo, el encuentro de Miguez con el pastoso diablillo - gentileza de Cinefania.com
Lamentablemente El gaucho y el diablo sólo sobrevivió en copias monocromáticas, y parece que nadie la quiere volver a ver. La propia protagonista, Elisa Galvé, alguna vez afirmó“sabíamos que era un bodrio infernal”[2].
La película fue un fracaso, y fue uno de los motivos por los que Emelco quebró al año siguiente. Los “especialistas extranjeros” –culpados por propios y extraños– huyeron rápidamente de Argentina, imagino que perseguidos por una feroz turba munida de antorchas y tridentes. Terminaron en Brasil.
No te des por vencido ni aun vencido
Para 1953 la pareja Remani-Corell estaba contratada por la prestigiosa productora brasilera Multifilmes con la enorme consigna de hacer “la primer película brasilera en colores”, Destino em apuros. El asunto es anunciado con bombos y platillos, donde se comenta el notable pedigrí de los involucrados. Por ejemplo, en el diario A Manhá[3] se menciona que H.B. Corell fue “director de fotografia de Fiesta Brava con Ricardo Montalban y Esther Williams para la Metro. Más tarde dirigió En una isla contigo también con la acuática Williams”. De más está decir que eso es pura sarasa, Corell ni siquiera consta como meritorio en esas películas y la única prueba que presentaba de su vínculo con Hollywood era una valijita que cargaba, pintada en forma bastante poco elegante con su nombre y un “Metro G. Mayer”.
En una entrevista, Remani comentaba que el film se rodaría en distintos escenarios naturales de Bahía, San Pablo, Río de Janeiro y que habrá un “margen para que se explore a belleza pictórica del paisaje brasilero y su material riquísimo en folclore”[4]. En otras palabras, y sumando cierto elemento fantástico que también tenia Destino em apuros, a Mulfilmes le vendieron el mismo paquete que a Emelco.
Sin embargo, no todas fueros mieles en Brasil. En la Revista da Semana del 21 de noviembre de 1953 un articulista se refiere a Corell en términos de “un elemento pernicioso” , denunciando que nunca estuvo asociado al sindicato de “cinematographers” en Hollywood, que nunca trabajó con la bella Esther Williams y que solo le consta que tanto Corell como Remani trabajaron en una película en la Argentina “llevando a su productora a la bancarrota”.
Pero al empezar el rodaje, la cosa se complicó aún mas “Durante el proceso, se descubrió que la película utilizada por H.B. Corell estaba vencida (...) un rumor existente entre los empleados de Multifilmes era que Ernesto Remani y H.B. Corell habrían salido a la prisa de Argentina, acusados de usar películas vencidas y de baja calidad en la realización de El gaucho y el Diablo”[5].
Destino em apuros tendría muchas dificultades en la postproducción, mas que nada porque la película debió ser procesada en EEUU con un enorme costo. Cuando finalmente llegó a las salas, fue muy castigada por la crítica. No le fue bien en la taquilla. Multifilmes se endeudó considerablemente y, al igual que Emelco en Argentina, cerró las puertas algunos años después.
Tiempo de revancha
A pesar de la ristra de fracasos, nuestra dupla estrella propuso una tercera película en conjunto. También en Brasil, encararon –como una producción independiente– el rodaje de Sob o céu da Bahia, terminándola en 1956. Para el festival de Cannes de ese año, Brasil había seleccionada la película A estrada de Oswaldo Sampaio (en esos tiempos, cada país enviaba un representante al festival, como actualmente se hace con los Oscars), pero de buenas a primeras la película fue remplazada por Sob o céu da Bahia, según la explicación oficial del festival porque la copia de la primera no tenía subtítulos. Según Sampaio, porque alguien se encargó de que la copia correcta no llegara a tiempo. Se trató de un sonoro escándalo, que tomó varias paginas en las publicaciones e incluso formo parte del un debate en la Câmara dos Deputados del país. Se decía la película de Remani era repudiada por la critica y, además, que no era dirigida por brasileños y por lo tanto no podía representar al país. El asunto se zanjó cuando Sob o céu da Bahia recibió un galardón por su fotografía en Cannes, concretamente el Grande Prêmio da Comissão Superior Técnica del festival (lo pongo así, en portugués, porque la distinción no figura en ninguna fuente no brasilera. Tal vez fue un premio no oficial, pero viniendo de la dupla Remani-Corell, algo aficionada a los bolazos ¿Quién sabe?). Esto les sirvió para dejar Brasil por la puerta grande.
En un alto del rodaje de Destino em apuros: De espaldas Mario Civelli, dueño de Multifilmes. De frente, Ernesto Remani. Al fondo: H.B. Corell - A cena muda nº20 - 15 de mayo de 1952
Destino: Alemania
Luego del (real o aparente) éxito en Cannes, la dupla partió para la Alemania Democrática (la Alemania comunista) para vender sus servicios, agregando en sus ya abultados CVs la distinción en el festival francés. Allí se cruzaron con Wolfgang Schreyer, quien terminaría siendo uno de los autores más populares de ese país. Wolfgang contó que el cerebro de la dupla era, en realidad, H.B. Corell: “Pronto me doy cuenta que el número uno, Remani, es más bien un socio menor. Esto es difícil de entender especialmente porque Corell siempre expone, en nombre de Remani, sus propias ideas y solicitudes de cambio. ¡Qué camuflaje inteligente!”[6]. Lo cierto es que Schreyer cultivaría una larga amistad con Corell, incluso reconociendo que la idea de su novela Tempel des Satans (una de sus más famosas, con casi de medio millón de ejemplares vendidos y una adaptación a la TV) la escribió en base de una idea de "su amigo de Dusseldorf Hubert von Blücher”. Como veremos, ese era el verdadero nombre de Corell, de ahí el “H.B.”.
No está claro el motivo, pero en este punto la pareja se separa. Por un lado Remani recibió la oferta de quedarse y filmar Die Schönste (1957) en la Alemania Democrática, que vino acompañada de un generoso presupuesto para el rodaje y una lujosa villa en Potsdam para él. Las notas de prensa hablaban del prestigioso realizador italiano, “multipremiado en los festivales occidentales”. Omitían, por su parte, que ese señor originalmente se llamaba Ernst Rechenmacher (efectivamente italiano, pero del Tirol, la zona germanoparlante del norte de la península), que había colaborado con los nazis como director de la Bavaria Filmkunst y que había cambiado su apellido después de la guerra[7]. No es raro que no lo supieran, ya que Ernst había cambiado legalmente su nombre, en su pasaporte figuraba como Remani. Por otro lado, H.B. Corell cruzaría a la Alemania Occidental para filmar, como director y firmando con su verdadero nombre, Hubert von Blücher, Gangsterjagd in Lederhosen (1959) junto al cómico Beppo Brem. Die Schönste terminó prohibida por la censura de la Alemania comunista, deteniendo su producción, e incluso a Remani le prohibirían el reingreso al país[8]. La película recién se estrenaría en ¡el año 2002! Por su parte, Gangsterjagd in Lederhosen parece haber tenido un éxito muy moderado ya que Corell no fue convocado jamás para volver a rodar. Y así, por la puerta trasera, termina la historia en el cine para ambos realizadores.
Remani murió en 1966, trabajando sus últimos años en un oscuro puesto de la Transit-Film GMBH, del lado occidental de la cortina de hierro.
Por su parte, la historia de H.B. Corell merece varios capítulos aparte.
H.B. Corell, tras la pista del oro nazi en Argentina
Sin dudas el personaje más oscuro de esta trama es el misterioso “estadounidense” H.B Corell, el reputado técnico cinematográfico de la Metro que no figura en ninguna filmografía. Reconstruir su historia es meterse en una espesa subtrama de la que solo sacaremos más misterios. Todo lo que sigue puede parecer delirante, pero está prolijamente documentado (ver las referencias).
El primer dato documentado sobre H.B Corell surge en 1950, en el Boletín Oficial de la Republica Argentina[9]. En el edicto sobre la creación de la empresa Trans América Films, Sociedad de Responsabilidad Limitada (que coprodujo El gaucho y el diablo) aparece firmando como Humberto Von Bluecher “soltero, sueco de veinte y nueve años”. Allí se especifica que “durante la producción de una película cinematográfica el señor Remani actuará «como Director Artístico y se le fijará la retribución que de común acuerdo establezcan para dicha dirección y el señor Von Bluecher deberá actuar como Director de la parte fotográfica con la retribución que de común acuerdo establezcan”. En Trans America Films Remani y Corell aparecen como poseedores de un 30% de la empresa cada uno. Como socio capitalista, con un 40% de la sociedad, un tal Roberto Antonio Garofalo "casado con doña Aurora Bellingeri y domiciliado en la calle Obispo San Alberto 2235" en Villa Urquiza. Dato a investigar: Hubo un Roberto Antonio Garofalo en ese barrio, que fue elegido diputado nacional por la UCRP en 1963 y posteriormente fue responsable de la Biblioteca Popular en la calle Bucarelli (a 5 cuadras de la dirección de Obispo san Alberto), pero al momento no puede confirmar fehacientemente que se trate de la misma persona.
Siguiendo con los documentos oficiales, el 14 de abril de 1952, Corell se presentó en la Embajada Brasilera en Buenos Aires para solicitar su visa. Ahí consignó el nombre de Gebhard Huberto van Blucher Corell, nacido en Estocolmo en 1924 y de nacionalidad sueca, de profesión “cinematografista”y domiciliado en Echeverria 2999, una hermosa esquina de Belgrano R muy cerca del hogar de Remani, ubicado en Conesa 1869. El 8 de septiembre de ese mismo año se presentó en el consulado brasilero de Los Angeles. Allí declaro llamarse Gebhard Huberto von Blucher Corell, nacido en 1920, de nacionalidad argentina y domicilio en Estocolmo. Pequeñas confusiones que dentro de poco van a crecer exponencialmente.
Ya con el nombre real y completo podemos empezar a tirar del hilo de la biografía de Corell. Lo primero que salta a la vista es que en realidad era alemán, descendiente directo del célebre Gebhard Leberecht von Blücher, Marschall Vorwärts, el reputado Mariscal de Campo prusiano que, junto al Duque de Wellington, hizo pelota a Napoleón en Waterloo. Nuestro “Humberto” era el tercer hijo del aristócrata germano Wipert von Blücher –un experto en cultura oriental– que, luego de servir durante la 1º Guerra Mundial, fue diplomático de carrera –primero durante la República de Weimar, luego durante el Tercer Reich– con destinos en Estocolmo, Buenos Aires y Teherán y finalmente embajador en Helsinki entre 1935 y 1944. Al nacer Hubert su destino era Estocolmo, por lo que el niño tuvo su pasaporte sueco. Entre 1926 y 1929 Wipert fue el encargado de negocios de la embajada alemana en Argentina, lo cual nos da la pauta que el pequeño Gebhard-Hubert pasó algunos años en los selectos círculos de los diplomáticos extranjeros de Buenos Aires. Su cuna diplomática también explicaría su amplio manejo de diversos idiomas.
Durante la guerra hay pocos datos de Hubert, pero se dice tan que fue entrenado por la Abwehr, la central de inteligencia nazi, y que estuvo en el ejercito hasta que fue expulsado “por razones médicas” y que trabajó “como asistente de dirección en la película One Day de la Berlin-Film”[10]. Estimo que podría tratarse de la película Eines Tages (Fritz Kirchhoff, 1944).
Pero el verdadero punto de giro de la historia de von Blucher/Corell comienza en abril de 1945. En ese momento se afirmó que dos trenes y un convoy salieron de Berlin con las reservas de oro y de moneda extranjera del Reichsbank.Era el tesoro de Hitler, que buscaba ocultarlo frente a la inexorable derrota. Se cuenta –y aquí es donde empiezan las aventuras– que un pequeño grupo de personas fue el encargado de enterrar el tesoro en algún lugar de los alpes. Se asegura que nuestro Hubert Von Blucher –quien luego seria nuestro malogrado fotógrafo H.B. Corell– fue uno de los involucrados, introducido en el grupo de los iniciados por Lüder, su hermano militar. Pocas semanas después de la rendición, los conspiradores se preguntaron que hacer con el dinero. Se dice que de a poco lo fueron desenterrando y lo fueron llevando a una cercana mansión en la calle Gsteigstrasse 38 de la hermosa villa alpina de Garmisch-Partenkirchen. Ni mas ni menos, que la antigua casa de la familia Von Blücher. Los soldados aliados recorrieron la zona como perros de presa para dar con el tesoro. En algún momento uno de los iniciados se quebró y delató a los Von Blücher. Luego de un apriete, terminaron entregando la suma de 404.840 dólares y 405 libras esterlinas (a plata de hoy, unos 5 millones de euros). Incluso se firmó un recibo (ver aqui abajo), la única prueba en papel de que alguna vez alguien tuvo, al menos en parte, el tesoro de Hitler es su manos. Por eso mismo, las sospechas sobre los alemanes y americanos involucrados en ese recibo aun hoy se siguen multiplicando. La pregunta que sobrevoló desde entonces es ¿Entregaron todo el tesoro? Los implicados afirman que si, pero en el barrio “se rumoreó que un día de lluvia los billetes cayeron del desagüe en la casa de la familia en Gsteigstrasse 38. Se hablaba de billetes que sobresalían de los libros en las estanterías de la villa”[11].
El recibo del escándalo, la única prueba documentada del oro de Hitler. Allí, los hermanos Von Blucher (entre ellos el que luego sería HB Corell) entregan una millonada al capitán norteamericano Fred S. Neumann.
¿De mendigo a millonario?
A partir de aquí se multiplican los relatos sobre los ricos alemanes que vinieron a Argentina con un tesoro. “Se sabe que al menos cinco alemanes, los beneficiarios de una temprana acción (Klaus Bremme, Matthias Stinnes, Herbert von Bluecher, y los coroneles Otto Pfeiffer y Friedrich Rauch) vinieron a la Argentina a finales de la década de 1940. Es posible que la legendaria opulencia de lugares tales como La Cumbrecita tenga su origen en el tesoro del Reichsbank”[12].. Hay un relato del viaje a Argentina de Corell, junto al principal gestor de la importación de nazis a nuestro país Horst Alberto Carlos Fuldner:“Uno de los pasajeros que hizo el viaje con él fue Hubert von Blucher. Este joven alemán estaba relacionado con la evacuación de lingotes de oro y reservas monetarias del Reichsbank de Berlin en los ultimo días de la guerra. La evacuación había sido aprobada personalmente por Hitler desde su búnker el 9 de abril, y la tarea de transferir el tesoro desde Berlín hasta la fortaleza alpina de Hitler en Baviera se le confió al coronel de las SS Friedrich Rauch”[13]. Hay datos sobre la fortuna de Corell “Su regreso (el de Fuldner) al país para declarar en la policía lo hizo junto a Hubert von Blucher cuya fortuna ayudó a trasladar”[14]. Relatos sobre su llegada “en 1948 voló a la Argentina haciéndose pasar por un fotógrafo, ahora llamado Huberto von Bleucher Corell, inmediatamente le hizo la corte a Eva Perón y le presentó un invaluable tapiz gobelíno (sin dudas, una muestra de la riqueza confiscada por las SS). Hubert se reunió con Martin Bormann en el Hotel Plaza de Argentina y le entregó marcos alemanes por un valor de $ 80 millones. Más tarde dijo a los investigadores que el botín financió la formación del Partido Nacionalsocialista en Argentina. [15]”.
Incluso en la película Oro nazi en Argentina, se representa a Corell, nombrándolo como el “millonario Barón Hubert von Blücher” y mencionándolo como “el caso más cercano al oro nazi verdadero” que hayamos tenido en nuestro país, que “cambió el equivalente a 400 millones de dólares actuales” y que “bajo protección norteamericana, fugó a los Estados Unidos”. Es claro que los que escribieron estas cosas y filmaron este documental, nunca registraron la parte cuando el “Barón von Blücher” estuvo paseando de una punta a la otra de la Argentina filmando El gaucho y el diablo.
Pelicula Oro Nazi en Argentina: Hubert von Blücher aparece en el minuto 1:02:20
Pero Hubert Von Blucher también es mencionado en montones de otras publicaciones mucho más curiosas, si es que eso cabe. Por ejemplo "el antiguo agente de inteligencia alemán, von Blucher, con la ayuda de dos coroneles del ejercito de EEUU enterró 15 millones del Reichsbank en abril de 1945. Fue una inversión redituable, después de mudarse a Argentina en 1948 se fue a California en 1951, convitiéndose en principal accionista de Pan American Airways y en un exitoso guionista de Hollywood", pero agregando que "(Charlie) Dyar reportó que von Blucher era, en los hechos, el director de la red de narcotráfico de Garmisch Partenkirchen. Desgraciadamente, el nazi habia obtenido un falso pasaporte suizo con el que huyó a Argentina en 1948"[16]. Lo que se menciona del narcotráfico surge de un informe reservado real "Narcotics Situation in Garmisch Partenkirchen" donde apunta todos sus cañones a quien luego fue H.B. Corell. Lo de Hollywood, ahora como guionista, sigue sin comprobarse.
Remani (derecha) y Corell charlando en un alto del rodaje de Destino em apuros, en Brasil
¿De millonario a mendigo?
Pero también parece haber otra historia para Hubert. Uno de los primeros en analizar el tema del oro nazi perdido fue William Stanley Moss en un libro publicado en 1956[17]. Allí se investigaron los hechos, pero usando pudorosos nombres falsos. Así los hermanos Von Blucher pasaron a ser los hermanos Von Heinrichstein. El que si autorizó a figurar con su nombre real fue Mathias Stinnes, vecino de la calle Gsteigstrasse en Garmisch y uno de los testigos que figuran en el famoso recibo del dinero del Reichsbank. Stinnes se encontró a un muy pobre Hubert en Buenos Aires: "El llegó a Argentina después de haber vivido en Suiza por un tiempo considerable. Definitivamente puedo decir que no tenia plata, porque me escribió desde Suiza y dos veces le envié dinero". Y parece que al propio Stinnes tampoco le fue demasiado bien con los millones de del Reichsbank. Así lo cuenta el prestigioso editor Jörg Schröder, en un artículo[18] que vale la pena citar in extenso ya que habla tanto de Stinnes como nuestro H.B. Corell.
Debido a que soy una persona compasiva, siempre siento pena por los ricos empobrecidos. Mi primera experiencia con tan desafortunados personajes fue cuando era un editor inmaduro, a la edad de 29 años. En ese momento, H.B. Corell envió a la revista Melzer Verlag su manuscrito Five Fingers and a Bit of Fright. Un thriller que me interesó. Por teléfono oí una voz cosmopolita con el típico gruñido prusiano: "Me gustaría invitarte a la casa de verano de mi familia, en Garmisch". Allí podría discutir todo lo demás. Por cierto, H. B. significa Hubert von Blücher, Corell es un seudónimo.
No hace falta decir que antes de la reunión había investigado de la vida y los hechos del "Marschall Vorwärts". Hubert era como si estuviera copiado del antepasado, la misma nariz larga y torcida, excepto el bigote marcial, porque estaba bien afeitado. El bisnieto del Elector de Wahlstatt me recibió frente a su magnífica casa de madera de Baviera en medio de una enorme propiedad con vistas al Zugspitze (la montaña más alta de Alemania). Algo así me impresionó en ese momento, aunque intenté que no se me notara.
En su estudio habló de su vida: su padre había sido embajador, por lo que nació en Estocolmo. Lástima que en ese momento no existiera Google, entonces habría descubierto que el tipo era un noble impostor, contradictio in adjecto. Supuestamente, buscó el oro nazi de Martin Bormann en Argentina y luego afirmó ser el mejor amigo de Howard Hughes. Si hubiera conocido esos asuntos en ese entonces, no existiría esta historia. Solo escuché todo tipo de chismes sobre las estrellas de Hollywood, la nobleza del dinero alemán como Gabriele Henkel y que a menudo bebía con Walter Scheel.
Junto a su finca, en una gran casa de campo, vivía una heredera de la dinastía Stinnes. Esta corporación perteneció a la gran fortuna alemana: carbón y acero, navegación marítima y terrestre, papel, productos químicos, hoteles, imprenta. La señora Stinnes tenía unos cuarenta años y era pintora. Mi pregunta cortés sobre sus exposiciones la paró con el frío comentario: "Vendo solo un trabajo cada año". Una vez Krupp compró uno para Villa Hügel, y Oetker tuvo que pagar cincuenta mil marcos por otro. Cada año, otro industrial se compadecía de mantener a Madame Stinnes a flote. No es de extrañar, porque tres veces ella lanzó en un suspiro: "¡Oh Dios, soy realmente pobre!"
"Es malo perder tu fortuna", le dije a mi anfitrión más tarde. "Bueno, ella es realmente pobre. Anteriormente, Hugo Stinnes tenía mil millones, ahora solo tiene tres". E inmediatamente Blücher publicó dos historias sobre esta extraña familia: el hermano Stinnes participó en luge para Argentina en los Juegos Olímpicos y ocupó regularmente el último lugar. También trató de irrigar el Sahara. En consecuencia, este clan no perdió su fortuna sin razón, sino que una trenza cerebral debió haber infestado a los descendientes del ingenioso fundador de la compañía Hugo Stinnes.
Este texto aporta a un dato que no mencionamos más arriba. Hubert von Blucher publicó, como H.B. Corell unas cuantas novelas, todas thrillers con toques de ciencia ficción, como Finger einer hand voll angst (1967), Gründe für Rosinen (1968), Superfalle (1970) o Geheimprojekt DDD (1970). Estos textos fueron publicados solo en idioma alemán, por lo que no pudimos leerlos. Pero claramente tuvieron muy poco éxito. La única reseña que encontré salió en la prestigiosa revista Der Spiegel[19], pero no fue muy elogiosa. Allí se menciona a H.B. Corell como un “descendiente estadounidense del mariscal prusiano Marshal Vorwärts von Blücher” y habla de su novela Gründe für Rosinen (algo como “Las razones de las uvas pasas”). El cronista comenta que la novela se centra en que hacia 1988 (veinte años en el futuro) “habrá una humanidad esclavizada electrónicamente, donde las computadoras regularán la democracia” y también que la esposa del protagonista tiene “los senos autosustentados más grandes de Manhattan”. Claramente dos buenas razones para leer la novela. Tres, en rigor, si sumamos la mencionada profecía futurista de las computadoras.
Por su parte, Matías Stinnes efectivamente compitió en luge (esos que se tiran en carrito por la nieve) representando a Argentina en los Juegos Olímpicos de Invierno de Innsbruck (1964) donde salió último y de Grenoble (1968) donde ni siquiera logró clasificar a la prueba final. En su defensa se puede decir que compitió a una edad realmente avanzada (54 y 58 años, respectivamente) y que pasaron dos décadas para tener a otro con bandera argentina compitiendo en esa disciplina. Como decía, fue uno de los “testigos” en el recibo del oro nazi, pero parece que también terminó bastante lejos de los millones.
Por su parte, los historiadores Botting y Sayer[20] publicaron la única entrevista conocida a von Blücher, hecha hacia 1982. Ahí declara, con mucho humor, sobre el famoso dinero
Q: ¿alguna vez le dijeron que se sospecha que el dinero había llegado a manos equivocadas?
vB: Un centenar de veces. La mayoría de la gente piensa que yo lo tenía.
Q: Todavía lo hacen
vB: Ahora lo diré con precisión: Soy el principal accionista de Pan American Airways. Soy el mejor amigo de Howard Hughes. El Beach Hotel en Las Vegas es un 45 por ciento financiado por mí. Por lo tanto, para estas personas y luego de su segunda botella de brandy, soy un financista más grande que los de los cuentos las Mil y una noches.
P: Tal vez eso explica esas historias.
VB: Por supuesto, lo que acabo de decir fue joda, ironía.
"Debo decirte honestamente, estoy decepcionado", continuó Hubert. "Lo último que escuché fue de alrededor de $ 400,000,000. Ahora está bajando. Eso es una mala señal, y la cosa se pondrá difícil cuando digan $ 30,000, porque eso podría ser cierto.
P: Se informó que algunas de las cosas aún podrían estar en su propiedad.
VB: Eso siempre se está diciendo. Ya sabes, estoy pensando en vender la casa y si la vendo diré que hay unos 800 millones que todavía están allí. Debo decir honestamente que considero que todo esto es increíblemente imposible. Las envolturas de gutapercha, puedo contarte como físico, tienen una vida útil máxima bajo tierra, en el clima húmedo de Europa Central y enterradas medio metro, de cinco a seis años. En Garmisch, con inviernos de 10 grados bajo cero y luego en verano hasta 17 o 18 grados centígrados, diría que si algo estuviera enterrado allí ahora, se habría deteriorado completamente.
Q. Estabas con el noticiero americano en ese entonces?
Vb: Si, correcto, US neswreel
Q. Solo lo menciono porque se alega que te negabas a abrir las cajas de las camaras porque tenías...
vB: Ocultados millones de dólares?
Q. Tal vez no tanto...
vB: Todo eso es correcto, solo que no habia nada en los contenedores, y todo el periodo del noticiero apenas duró nueve o diez días.
¿Cómo se complementan estas historias de oro robado y de trafico de droga, con la historia del tipo que le manguea unos pesos a su ex-vecino o que fracasa escribiendo novelitas o filmado noticieros? Ahora hay que dar un salto de fe. Algunos podrán creer que vio pasar de largo la fortuna, otros dirán que se robó un PBI. El misterio, sospecho, seguirá abierto por siempre.
El señor de la guerra
La última mención a Hubert von Blücher es tan polémica como las primeras. A fines de los años ´60 funda, con su primo Hasso von Blücher, la empresa Blücher GMBH dedicada a la industria armamentística. Con el tiempo le fue realmente bien con este emprendimiento, convirtiéndose en proveedor de varios países, incluyendo a todos los miembros de la OTAN y al propio EEUU. Uno de sus productos estrella es el traje de protección química Saratoga, con varios millones de unidades vendidas.
Pero esta es una industria complicada, el nombre de nuestro protagonista apareció en el juicio a Wouter Basson, el “doctor muerte” sudafricano. Basson estuvo cargo del Proyecto Coast, un plan gubernamental de guerra química y bacteriológica. Al tal Wouter se lo acusó de, entre otras cosas, intentar fabricar alguna clase de agente químico que solo atacara a la gente de piel negra. Hay que entender que era un proyecto de la Sudáfrica del Apartheid.
Basson declaró que en 1984 conoció a "Hubert Blucher, rico empresario y descendiente del Mariscal de Campo Gebhard Von Blucher". El sudafricano afirmó bajo juramento que el rico alemán era el anfitrión de reuniones periódicas de lo que indentificó como la “CBW mafia” (la “mafia de la guerra química y biológica”), un grupo de expertos en el campo que se reunían mensualmente para intercambiar ideas e información, discutir los últimos desarrollos en el área y, claro, para “hacer negocios”. Los miembros del grupo incluían rusos, chinos, estadounidenses, suizos y otros. Basson no pudo decir en que se beneficiaba Corell en presentarlo con esta "CBW Mafia", pero que “tal vez Blucher trabajaba con la CIA o la KGB”. Entre los datos de color que aportó el sudafricano, incluyó que von Blucher le contó que después de la guerra fue llevado a Estados Unidos “junto con Wernher von Braun –un miembro de su familia– y solo regresó a Europa en 1950 para volver a construir la fortuna familiar”. También mencionó haber visitado a von Blucher en Murren (hermosa localidad en los alpes suizos) en su casa, “a la que solo se puede acceder en teleférico”[21] [22]. No pude comprobar si había una relación familiar con von Braun –el padre de los V2 alemanes y del programa espacial de Estados Unidos– pero seguro ambos pertenecían al círculo relativamente pequeño de las familias más aristocráticas de Alemania.
El último dato cierto que tenemos es que Hubert von Blucher Corell murió, ya octogenario, en 2008. Curiosamente para un hombre con toda su historia, no mereció ninguna nota u obituario. Toda su vida, al final, estuvo rodeada de un gigantesco misterio.
Humberto von Blucher Corell
Entonces ¿Quién era realmente H.B Corell/Hubert Von Blücher? ¿Un modesto fotógrafo apasionado por el cine? ¿Un traficante de drogas? ¿Un estafador de poca monta que quería vender los espejitos de colores del siglo XX a un par de países subdesarrollados? ¿Un apasionado novelista? ¿Un mentiroso profesional? ¿El autor del mayor robo de oro de la historia? ¿Un mafioso que manejaba el mercado negro de armas? Los relatos son tan contradictorios que parecieran referirse a personas distintas. Pero si, “el millonario Barón von Blücher” fue el mismo que le pedía unas monedas a sus vecinos y el “jefe de la mafia de la guerra” era el mismo que escribía alucinadas novelas llenas de computadoras y tetas y el que filmó las primeras películas en color de Sudamérica es el mismo que, se dice, conoció el secreto del mayor tesoro del siglo XX.
Si se me permitiera guionar su improbable biopic, incluiría tanto sus chanchuyos con la droga en Garmisch como sus viajes en la Luftwaffe en pesadísimos aviones cargados de barras de oro. No dejaría de lado una lenta travesía en barco discutiendo con el primo Wernher sobre viajes a la luna, una escena bañándose desnudo con Esther Williams en alguna una piscina de la Metro y un plano de una veraniega tarde tomando una cerveza en alguna pujante localidad de las sierras de Córdoba. Tampoco omitiría una secuencia en alguna modesta pensión de Suiza garabateando una suplica a un viejo a amigo pidiendo unos marcos en contraste con una brillante mansión tratando de seducir con un caro regalo a la primera dama de algún país sudamericano. Por supuesto aparecería el recorrido por alfombra roja de Cannes, el lento golpeteo en una vieja máquina de escribir en una solitaria casona de madera en los Alpes y una inmensa mesa donde se decide los negocios de la vida y de la muerte en algún país del tercer mundo. Finalmente, rodaría el último ascenso en teleférico de un anciano H.B. Corell la vista en el horizonte y en la mano esa botellita con un diablo. Una que compró tan barata que ya sabe que no le queda nadie a quién vendérsela.
[1] Manrupe, Raúl, y Portela, María Alejandra. Un diccionario de films argentinos, Corregidor, Buenos Aires, 1995
[2] Damas para la hoguera: Elisa Chistian Galvé, editado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Buenos Aires 2009
[3] A Manhá de Rio De Janeiro del 5 de febrero de 1953
[4] Caraça, Leandro Cesar Destino, apuros e papagaios : a história da Multifilmes / Leandro Cesar Caraça. – Campinas, SP : [s.n.], 2018.
http://repositorio.unicamp.br/jspui/bitstream/REPOSIP/333568/1/Caraca_Le...
[5] Caraça, Leandro Cesar op. Cit.
[6] Schreyer, Wolfgang Der zweite Mann: Rückblick auf Leben und Schreiben Das Neue Berlin, 2000
[7] Ivanova, Mariana (2015). “Co-Productions (Un)Wanted: 1950s East/West German Film Collaborations and the impact of Sovietization on DEFA’s Prestige Agenda.” en Cinema in the Service of the State: Perspectives on the GDR and Czechoslovakia 1945-1960. Eds. Pavel Skopal and Lars Karl. New York, Oxford: Berghahn.
[8] Oberhofer, Marion "Ernesto Remani oder Geschichte zerfällt in Bilder" en Kultur Elemente n°120 abril mayo de 2015
[9] Boletin Oficial de la Republica Argentina 2° Seccion, 20 de junio de 1950
https://archive.org/download/Boletin_Oficial_Republica_Argentina_2da_sec...
[10] Constantine, Alex Scenes from the Postwar Reemergence of the Nazi Party
https://alexconstantinesblog.wordpress.com/2012/04/29/scenes-from-the-po...
[11] Wallén, Marcus Naziguldet och de invigdas hemlighet Bok 2019
[12] Ronald C Newton y Christel K Converse Las inversiones nazis en Argentina: El caso de la banca Wehrli y de las empresas del grupo Mandl
https://docplayer.es/53938419-Las-inversiones-nazis-en-la-argentina-el-c...
[13] Goñi, Uki La auténtica Odessa: la fuga nazi a la Argentina de Perón, Buenos Aires Paidos, 2002
[14] Schávelzon, Daniel El silencio es oro. Trafico de arte durante el nazismo en la Argentina. Buenos Aires Olmo Ediciones, 2017.
[15] Constantine, Alex op cit.
[16] Valentine Douglas The Strength of the Wolf: The Secret History of America's War on Drugs. Verso 2004
[17] Stanley Moss, William Gold is where you hide it: what happened to the Reichsbank treasure? London Andre Deutsch Ltd. 1956
[18] SCHRÖDER & KALENDER: Von Großaktionären, adligen Hochstaplern und ihren Erben. 04.10.2008
http://blogs.taz.de/schroederkalender/2008/10/04/von_grossaktionaeren_ad...
[19] Grundlos Rosinen en Der Spiegel nº34 19.08.1968
https://magazin.spiegel.de/EpubDelivery/spiegel/pdf/45966368
[20] Botting, Douglas Sayer, Ian Nazi Gold: The Sensational Story of the World's Greatest Robbery Edinburgh: Mainstream Publishing, 2003
[21] Burger, Marlene; Gould, Chandre Secrets and lies : Wouter Basson and South Africa's chemical and biological warfare programme. Zebra Press, 2002.
[22] Daily reports about the trial of Dr Wouter Basson: 4 October 1999 – 11 April 2002
https://issafrica.s3.amazonaws.com/site/uploads/Wouter_Basson_Trail_Summ...
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